Guillermina (nombre cambiado) es maestra de la escuela Humberto Vacas Gómez hace 32 años. Todas las mañanas despierta a las 06h00 para atender a sus tres hijos y a su esposo. Prepara el desayuno para todos y a las 07h00 sale en el vehículo de su esposo para iniciar clases a las 07h30. En el 7mo año tiene 42 alumnos y, a pesar de que el aula es pequeña, se alegra y con cierta resignación dice que eso es bueno porque “el año anterior tenía 47 estudiantes, eso era más duro”. A las 12h30 termina clases, pero no su trabajo, porque empieza su rol como madre: prepara la comida, limpia su casa y atiende su hogar.

Según Marcela, su hija de 16 años, por la tarde prepara clases: “se pasa leyendo, recortando artículos y buscando materiales didácticos. Generalmente se acuesta pasadas las 11 ó 12 de la noche”.

Hace una semana, la rutina de esta maestra ha cambiado. Sale a la misma hora, pero ahora se dirige a apoyar el paro de la UNE, igual que el 80% de maestros a nivel nacional. Mientras habla con la mayor solemnidad posible, se acomoda los lentes y busca la manera más didáctica de explicarnos por qué ha plegado al paro.

“Antes que meterles una gran cantidad de información en la cabeza a los alumnos, nuestro objetivo es formar personas conscientes, con autoestima, con capacidad de pensar y resolver problemas, por eso este paro se llama de la dignidad. Ante los atropellos del presidente de la República, Rafael Correa, no es posible que el magisterio se quede callado. Debemos enseñar a nuestros estudiantes a tener dignidad y luchar contra el tirano”, afirma Guillermina y sus tres compañeras maestras asienten.

Correa lleva a cabo una serie de reformas que atentan contra los principios básicos como la salud, el agua, la vida, la soberanía alimentaria (Ley Minera, Ley de Aguas); contra la educación pública (Ley de Educación); contra el laicismo (Decreto 1780); contra los derechos laborales (Decreto 1701); y lleva adelante una confrontación personal contra los educadores a través de diferentes medidas. “Y que arremeta contra nuestros derechos reconocidos constitucionalmente, no lo podemos permitir”, asegura con vehemencia esta maestra.

Una de las reformas que atentan directamente contra los educadores es la Ley de Servicio Público, que en su Art. 17 dice: “Deróguese el capítulo III, del Título IV de la Ley de Carrera Docente y Escalafón del Magisterio Nacional, publicada en el Registro Oficial Nº 501 […], donde se derogan exclusivamente las disposiciones legales y reglamentarias relacionadas con el régimen de remuneraciones y todo lo que se contraponga a la presente ley”. Para ilustrarlo, explica Guillermina: “un maestro de 9na categoría en el sector urbano, con 20 años de servicio tiene como componentes de su salario: el sueldo básico, el funcional, la compensación pedagógica, antigüedad, bono de comisariato y compensación por costo de la vida. Con todo ello el sueldo de este maestro alcanza $568,37. De aprobarse la Ley de Servicio Público tal como la plantea Correa, este mismo maestro ganará $218, 77”.

Por eso es que la paralización de los maestros tiene diferentes causas: “no solo es porque se intenta aplicar una evaluación que viola el artículo 346 de la Constitución, sino que el objetivo del Gobierno es tener un magisterio sumiso a sus designios y simplemente eso no queremos. Y sucede lo mismo que con los gobiernos neoliberales: dicen que la educación está en crisis porque la UNE la paraliza, pero ¿por qué se la ha paralizado? Porque no se ha querido dar los suficientes recursos para la educación, porque han intentado privatizarla y hoy porque se quiere violar los derechos del sector educativo; entonces, ¿quién es el causante de la crisis?”, cuestiona la maestra con mucha seguridad.

A pesar de la firmeza de su discurso, el tono baja cuando se le pregunta qué siente cuando escucha al Presidente hablar de los educadores como mafiosos, corruptos, mediocres: “Siento mucho dolor, indignación. Nosotros votamos por él, no por su inteligencia o sonrisa, sino porque estaba con una propuesta de cambio que impulsamos los sectores de izquierda y con el cual seguimos ¡Qué pena que él (Correa) se aleje y prefiera la componenda con el PRE y se dedique a perseguir a los sectores populares!”

El compromiso de los maestros es por lograr una educación de calidad, contra la prepotencia y el autoritarismo, “nosotros luchamos a diario por formar seres humanos capaces de enfrentarse con éxito a la vida para el futuro. La escuela donde trabajo queda en un sector urbano, pero a ella asisten niños del sector rural. Nosotros tenemos que enseñar aun cuando a los 5 minutos de iniciadas las clases los niños empiezan a bostezar porque casi ninguno viene desayunando; tenemos que inventar nuevas metodologías porque hay padres que no han llegado a 7mo año y no pueden ayudarles con sus deberes; tenemos que trabajar con niños que no tienen padres, porque han migrado, hogares disfuncionales, baja autoestima y muchos otros factores que dificultan el aprendizaje”.

A pesar de los insultos proferidos desde Carondelet, los maestros continuarán en sus caminos de lucha: “Pues es una forma de enseñar. Finalmente, Correa es solo el presidente, nosotros seguiremos siendo maestros”, asegura Guillermina, antes de salir con miles de maestros a una marcha en las calles.