La Asamblea General de Naciones Unidas se puso de pie, el 8 de diciembre de 2004, para ovacionar a Kofi Annan. La delegación de Estados Unidos fue la única que se mantuvo impertérrita mientras resonaban largamente los aplausos. Los diplomáticos de 190 delegaciones manifestaban su apoyo al secretario general, víctima de una campaña mediática que exigía su renuncia.

Todo había comenzado el 25 de enero pasado, cuando el diario iraquí Al Mada afirmó que Saddam Hussein había desviado fondos del programa «petróleo contra alimentos» para sobornar a 270 personalidades a través del mundo, comprar su apoyo en la arena internacional y tratar de conseguir lo necesario para fabricar armas de destrucción masiva. Los que se oponían a la guerra no eran, en realidad, otra cosa que «clientes» del tirano de Bagdad. Lo absurdo de tales alegaciones fue demostrado ya en estas columnas [1]. Nuestra investigación tuvo amplia repercusión en la prensa internacional [2].

Un mes más tarde, en el Wall Street Journal, la periodista neoconservadora Claudia Rosett acusaba a Kofi Annan de complicidad [3]. Según ella, el secretario general de la ONU permitió que Saddam Hussein desviara sumas considerables del programa «petróleo contra alimentos» y ese dinero había sido entregado a las personalidades acusadas por Al Mada. La señora Rosett es a su vez remunerada por el Hudson Institute de Richard Perle (entonces presidente del Consejo de Defensa del Pentágono) y por la Foundation for Defense of Democracies de James Woolsey (ex-jefe de la CIA).

El 29 de abril, el New York Times publicaba una larga investigación, basada en documentos, suministrados por la Autoridad Provisional de la Coalición y el Departamento de Estado y corroborados por testigos, que probaban los desvíos [4].

El 3 de marzo, Claude Hankes-Dnelsma, un amigo de Ahmed Chalabi y consejero del Consejo de Gobierno cuya firma había sido citada como probable informante de Al Mada, ordenaba la realización de una auditoría a KPMG International. Una semana después, Claudia Rosett publicaba en la National Review una serie de «fugas» de información provenientes de dicha auditoría según las cuales Kojo Annan, hijo del secretario general de la ONU, recibía un sueldo pagado por la Cotecna, una empresa prestando un servicio dentro del programa «petróleo contra alimentos» [5]. Kofi Annan no era solamente un funcionario incompetente sino un corrupto.

El 18 de marzo, el subcomité de vigilancia e investigación de la comisión de finanzas de la Cámara de Representantes se metía en el asunto [6].

Ante esta campaña, el señor Annan ordenaba una investigación interna. Lo hacia con toda serenidad, sobre todo teniendo en cuenta que el programa no se encontraba bajo su responsabilidad sino bajo la tutela del Consejo de Seguridad y de un Comité de Sanciones nombrado por este último.

El asunto había tenido repercusión, el 7 de abril, con las audiciones organizadas por Richard G. Lugar ante la Comisión senatorial de relaciones exteriores [7]. El honorable senador acusaba a la ONU, por negligencia o corrupción, de haber acrecentado los sufrimientos del pueblo iraquí, de haber financiado compras de armas por Irak y, en definitiva, de haber provocado que las tropas estadounidenses sufrieran más bajas durante la «liberación» de Irak. El director de la General Accounting Office (GAO) -especie de contraloría- entregaba entonces un informe en el que se establecía que, de 1997 a 2002, Irak había percibido 5 700 millones de dólares por ventas ilegales de petróleo y 4 400 millones de dólares de sobrefacturación petrolera, o sea un total de 10 100 millones de dólares [8].

La GAO afirmaba haber obtenido esas informaciones mediante el estudio de los contratos transmitidos a la Autoridad Provisional de la Coalición (representada en las audiencias) pero no daba ninguna indicación precisa sobre las modalidades de este desvío, ni sobre el posible uso del dinero.

Claudia Rosett

El 16 de abril, la revista del American Jewish Committee publicaba un largo estudio de Claudia Rosset que presentaba la versión neoconservadora del asunto [9]. A pesar de contener evidentes errores de análisis, este trabajo se impondría como la referencia de los neoconservadores. A partir de entonces, ya no sería objeto de discusión sino un documento de referencia.

El mismo día, Kofi Annan hacia pública la composición de la comisión investigadora independiente. Esta sería presidida por el ex-jefe de la Reserva Federal estadounidense, Paul Volcker.

Después, el 21 de abril, el subcomité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes organizaba nuevas audiencias, no tanto para aclarar los hechos como para acusar a los dirigentes extranjeros que se opusieron a la invasión de Irak tratando de probar que Saddam Hussein los había sobornado. Además de los funcionarios estadounidenses (entre ellos el embajador John Negrponte), los parlamentarios escucharon a la inevitable Claudia Rosett, al doctor Raphaeli -miembro del Memri (el buró de propaganda creado por oficiales de Tsahal que difundió los artículos de Al Mada)- así como a Nile Gardiner -de la Heritage Foundation- y al doctor Edward C. Luck -del Centro de Estudio sobre las Organizaciones Internacionales de la universidad de Columbia [10].

Resulta que algunos de los documentos iraquíes citados durante la audiencia habían sido publicados ya por el diario londinense Daily Telegraph, propiedad del grupo Hollinger de cuyo consejo de administración formaba parte Richard Perle (el mismo para quien trabaja Claudia Rosett en el Hudson Institute). Según estos documentos, Saddam Hussein había sobornado al diputado laborista George Galloway, líder del movimiento antibelicista, con una suma no menor de 375 000 libras. Otros documentos, provenientes de la misma fuente, habían sido publicados por el Christian Science Monitor, también para poner en tela de juicio la honestidad del señor Galloway, inmediatamente suspendido del Partido Laborista a pesar de sus protestas de inocencia y sus denuncias sobre la existencia de un complot en su contra [11].

El 8 de julio de 2004, era el subcomité para la energía de la Cámara de Representantes el que realizaba nuevas audiencias, de nuevo con Claudia Rosett [12] y la GAO aprovechaba la ocasión para presentar un nuevo informe [Observations on the Oil for Food Program and areas for Further Investigations, Statement of Joseph A. Christoff, Director International Affairs and Trade, GAO, 8 de julio de 2004.].

Un nuevo capítulo comienza el 30 de septiembre cuando la CIA publica el informe de Charles Duelfer sobre la búsqueda de las armas de destrucción masiva en Irak [13]. El informe afirma que si las armas no existen, podrían existir de todas formas porque Saddam Hussein estaba tratando de obtenerlas gracias a los fondos desviados del programa «petróleo contra alimentos». De paso, la CIA confirma la lista de Al Mada y la completa. Se cierra el cerco.

El 17 de noviembre, la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes afina el tiro. Escucha en audiencia a los representantes de la BNP-Paribas [14]. En efecto, según la señora Rosett, el banco francés administraba el programa en su conjunto [15]. Después, el expediente es transferido al subcomité de Seguridad Nacional para complementar la investigación [16].

Mientras tanto, la asociación Move America Forward difunde a través de las cadenas estadounidenses de televisión una serie de menciones publicitarias llamando a expulsar la ONU de Estados Unidos [17]. El 1ero de diciembre, el senador Norm Coleman da el paso decisivo en el Wall Street Journal cuando exhorta a Kofi Annam a dimitir [18]. Según él, aún siendo inocente, Kofi Annan debe dejar su cargo durante la investigación. Fox News se une a la campaña. En plena emisión, el periodista Bill O’Reilly habla de una «empresa criminal» que reportó 20 000 millones de dólares a Saddam Hussein (el doble de las sumas mencionadas por la GAO) [19]. El analista de la Heritage Foundation, Nile Gardiner, lleva la cifra hasta 21.000 millones [20].

El presidente Bush se declara «confundido». Varios parlamentarios se unen al llamado de Coleman. Otros presentan un proyecto de ley que condiciona el pago de la contribución estadounidense a la ONU al esclarecimiento del escándalo. El senado de la ciudad de New York se opone a un proyecto de ampliación de las edificaciones de la ONU, presentada ya como un huésped indeseable.

Sin embargo, toda esta campaña tiene un carácter difamatorio. El programa «petróleo contra alimentos» se encontraba bajo la supervisión del Consejo de Seguridad. Ninguna operación podía tener lugar a espaldas de los anglosajones. Las comisiones posteriores fueron pagadas con el aval del Reino Unido y de Estados Unidos quienes, por cierto, designaron ellos mismos a los beneficiarios, lo que demuestra que al menos una parte de las operaciones era legal.

El sistema no pasaba solamente por el banco francés BNP sino que la mitad, al menos, pasaba por el Chase Manhattan Bank. Si la honestidad de un alto funcionario de la ONU, el chipriota Benon Sevan, está quizás en duda, la del señor Annan no lo está. Las sumas que cobró su hijo, fueron cobradas en realidad por una sociedad con la cual este no trabajaba ya y que le pagó en virtud de una cláusula de no competencia.

Parte de los documentos citados son falsos, lo cual fue admitido por la Gran Corte de Londres que condenó sucesivamente al Christian Science Monitor y el Daily Telegraph a raíz de las acusaciones de ambas publicaciones contra George Galloway. El parlamentario tuvo que esperar sin embargo más de un año para que se le hiciera justicia y los anglosajones esperaban no darle tanto tiempo a Kofi Annan.

Esta campaña persigue varios objetivos.
 Primero: Rescribir la Historia. El programa «petróleo contra alimentos» fue un logro duramente obtenido por la comunidad internacional, a pesar de la oposición de los anglosajones que se negaban a levantar el embargo, para evitar la hambruna. Pero no fue suficiente. El mantenimiento del embargo costó cientos de miles de vidas de iraquíes.
 Segundo: Justificar a posteriori la invasión de Irak. Si no había armas de destrucción masiva, de todas maneras Saddam Hussein quería comprarlas desviando el dinero destinado a alimentar a su pueblo. Sin embargo, ese dinero no se invirtió en armamento sino, en su mayoría, en productos de primera necesidad.
 Tercero: Era una oportunidad demasiado buena de deshacerse de un secretario general que, aunque fue elegido con el apoyo de Washington, declaró la invasión de Irak «ilegal». Después de haberlo puesto bajo vigilancia electrónica y chuponeo (escuchas telefónicas) [21] tratando en vano de implicarlo en un escándalo, no quedaba otra cosa que inventar un negocio sucio.
 En fin, eliminar a Annan es poner en tela de juicio a la ONU misma, afirmar que desde ahora lo que prevalece en el derecho internacional es la ley del más fuerte.

La comunidad internacional no se dejó engañar por esta farsa. Estados, organizaciones no gubernamentales y personalidades ratificaron su apoyo a Kofi Annan, hasta llegar a la ovación de la Asamblea General.
Inmediatamente, la Casa Blanca daba la orden de retirada. El embajador Danforth aseguraba a la prensa que Washington nunca había tenido la intención de presionar al señor Annan.

[1«L’intox des barils irakiens» (La desinformación de los barriles iraquíes), texto en francés, Voltaire, 30 de enero de 2004.

[2Ver, por ejemplo, el artículo de Abdulmajid Attar, ex-presidente de la Sonatrach, publicado en Dar Al-Havat y resumido en Voltaire el 6 de febrero de 2004: «Offrir des barils de pétrole secrètement ?! », texto en francés.

[3«The Real World: Fishy Accounting Over Iraq» por Claudia Rosett, The Wall Street Journal, 25 de febrero de 2004.

[4«Hussein’s Regime Skimmed Billions From Aid Program» bajo la dirección de Susan Sachs, The New York Times, 29 de febrero de 2004.

[5«Kojo and Kofi» por Claudia Rosett, National Review Online, 10 de marzo de 2004.

[6The Hunt for Saddam’s Money: U.S. and Foreign Efforts to Recover Iraq’s Stolen Money, U.S. House Financial Services Subcommittee on Oversight and Investigations, 18 de marzo de 2004.

[7A review of the United Nations Oil-for-Food Program, U.S. Senate Committee on Foreign Relations, 7 de abril de 2004.

[8Observations on the Oil for Food Program, Statement of Joseph A. Christoff, Director, International Affairs and Trade, GAO nº 04-651T, 7 de abril de 2004.

[9«The Oil-for-Food Scam: What Did Kofi Annan Know, and When Did He Know It?», por Claudia Rosett, Commentary, 16 de abril de 2004.

[10The Iraq Oil-For-Food program: Straving for Accountability, U.S. House Government Reform Subcommittee on National Security, Emerging Threats and International Relations, 21 de abril de 2004.

[11« Qui veut la peau de George Galloway ? », (Quién quiere la cabeza de George Galloway), texto en francés, Voltaire, 17 de julio de 2003.

[12Unites Nations Oil For Food Program, U.S. House Energy and Commerce Subcommittee on Energy and Air Quality, 8 de julio de 2004.

[13Comprehensive Report of the Special Adviser to the Director of the Central Intelligence on Iraq’s Weapons of Mass Destruction, CIA, 30 de septiembre de 2004.

[14The Oil for Food Program: Tracking the Funds, U.S. House International Relations Committee, 17 de noviembre de 2004.

[15« La campagne anti-française de la Chambre des représentants », (La campaña antifrancesa en el Congreso estadounidense), Voltaire, 18 de noviembre de 2004.

[16The U.N. Oil for Food Program: Cash Cow Meets Paper Tiger, U.S. HouseGovernment Reform Subcommittee on National Security, Emerging Threats and International Relations, 5 de octubre de 2004.

[18«Kofi Annan Must Go» par Norm Coleman, The Wall Street Journal, 1er décembre 2004.

[19«The O’Reilly Factor» Fox News, 6 de diciembre de 2004.

[20«Kofi Annan Must Go», por Nile Gardiner, Human Events, 10 de diciembre de 2004.

[21« Washington et Londres placent l’ONU sur écoutes », (Washington y Londres chuponean la ONU) texto en francés, Voltaire, 4 de marzo de 2003.