Documentos ocupados en Trípoli por el Consejo Nacional de Transición demuestran el papel de sir Mark Allen, subdirector del MI6 a cargo del contraterrorismo, en el desarrollo de vínculos privilegiados entre la Corona británica y la Yamahiria.

Las negociaciones entre el Reino Unido y la Yamahiria comenzaron después de la invasión de Irak, en 2003. A sabiendas de que sería la próxima víctima, Trípoli estaba tratando de resolver todos los litigios que tenía pendientes. Sir Mark Allen facilitó entonces el mejoramiento de las relaciones con Londres, así como con Washington, lo cual incluyó la solución de temas como el desarme [de Libia], el caso de Lockerbie y el de las enfermeras búlgaras.

El principal interlocutor de sir Mark Allen en Libia no era otro que el jefe de la inteligencia exterior, Musa Kusa, con quien estableció un vínculo de carácter realmente excepcional. Musa Kusa desertó, por cierto, en medio de la guerra contra Libia y se fue a Londres.

Ya jubilado, sir Mark Allen se convirtió en consejero político de BP y en consultante del Monitor Group, una firma de cabildeo que defendió en el pasado los intereses personales de Saif al-Islam Kadhafi y concluyó con la Yamahiria un contrato de relaciones públicas.

Los documentos encontrados en Trípoli no mencionan el papel de Tony Blair, que se había convertido en consultante, extremadamente bien remunerado, del gobierno libio.

A sir Mark Allen se le acusa de haber utilizado cárceles libias como centros de torturas en los que actuaban los agentes del MI6, eludiendo así las leyes británicas. El ex responsable del MI6 debe comparecer próximamente ante la Comisión Gibson, que lo interrogará sobre el tema a puertas cerradas.