ESTE HOMBRE, SU FUSIL Y SU PALOMA

Soy un sobreviviente

que apenas ha nacido;

viejo y reciente,

como el sol temprano.

Soy el mismo de ayer,

pero crecido,

y estoy tocando el cielo

con mis manos.

Soy el mismo de ayer,

enloquecido,

y trepo tempestades con mi brazo

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Para T. S. Eliot, la poesía era algo impersonal. Es decir, aquello imposible de saber exactamente qué; pero que, sin duda, ocurría o se tomaba fuera de la atmósfera individual de su creador; algo similar al rigor estético de todas las corrientes de vanguardia; se rechaza el arte puro, pero no el aspecto crítico; se desea y para ello se sumerge en la búsqueda de un arte comprometido.

Pero compromiso no sólo en torno a una lucha ideológica entre el hombre real y el poeta, que habitan en uno solo, sino el compromiso como tarea impuesta por aquel acto voluntario (y muy real) de emplear la ficción de escribir para volverse eco de la realidad, de una realidad asimilada de manera íntima; necesaria para hablar con el gesto y la simplicidad, de aquellos que han vivido y viven bajo la palma y frente al océano, con acento y disidencia; para hablar del jolgorio con jolgorio.

Es ese el metro de Antonio Preciado (Esmeraldas,1941, actual Ministro de Cultura). Su voz no es sólo instrumento de la palabra y el verso sencillo, escrito sin contemplaciones. Su voz es parte de su poesía. Ésta cumple un papel estentóreo. Nos trae a la bruja cantante de la marimba, y al negro de Esmeraldas, pero no al afrodescendiente. Entonces, su compromiso empieza a cristalizarse fuera del ministerio y la negritud (tema recurrente pero no en confinamiento).

La poesía nos entrega al hombre más allá de su tono universal o su sentencia burocrática. Algo imposible de ocultar, secreto para el poeta pero visible para el espectador. La poesía no cuestiona la obtención de títulos, es el hombre quien pone en diferentes manos al arte.

Junto a su verso y memoria cavernosa, Antonio Preciado brindó un recital impecable. “El poeta y su voz” no sólo que sirve de recurso para una institución que se debate en el entredicho, sino que muestra, por fortuna, que aún es capaz de arrojar algunas, valiosas, experiencias.

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