Desde las calles, con la sonrisa abierta y los puños al aire, estás movilizado presente en el combate de tu pueblo.

Nada te ha detenido
ébano incorruptible;
sobre las viejas
murallas del sistema
se da la vuelta el tiempo
y rescata tu voz
que denuncia sin tregua,
a los que beben
la sangre del obrero,
a los que han mutilado
la esperanza
y han engordado
robando el pan acongojado
de los niños.
Aún están ocultos
aquellos que lanzaron
el arsenal sombrío
de tu muerte.
Pueden estar ocultos
mas nunca serán libres,
los fiscales del pueblo
les persiguen:
no tendrán paz ni sombra
para encubrir su manos asesinas
y no podrán dormir,
porque tus ojos
sin tregua los vigilan,
y pronto caerán
aunque se escondan
detrás de las chequeras
o del tinglado audaz
de la impudicia.

Sabemos quienes son:
revolotean, vampiros insaciables,
a la sombra siniestra
de las curules y los ministerios;
manejan con destreza
la cruz y la manopla,
viven esquizofrenia cotidiana
y se alimentan
con plomo de metralla.

El Pueblo está seguro
de que tu voz
no ha sido silenciada
y por eso, en las calles,
repite con firmeza
tus consignas
y se afirma en la lucha
contra la corrupción
y la ignominia.

Ébano de fuego eterno,
¡Vives en la memoria
de tu Pueblo!