La prensa europea saludó con satisfacción la nominación de Robert B. Zoellick como secretario de Estado adjunto, el 7 de enero de 2005, interpretada como un síntoma de apaciguamiento por parte de la administración Bush y de retorno al multilateralismo. Y ya de paso, la prensa europea aplaudió también en esa época las giras europeas de Condoleezza Rice y George W. Bush, tratando de ver en ellas una renovación de las relaciones transatlánticas, a pesar del 1’000,000 muertos que la invasión iraquí ha generado hasta hoy día. Actualmente Zoellick es felicitado como nuevo patrón del Banco Mundial, fue nombrado en este puesto el 25 de junio de 2007, remplazando así a otro neoconservador y compatrio suyo: Paul Wolfowitz, empujado a la demisión por nepotismo.

Pero tales análisis citados arriba nos parecen erróneos. Como veremos en el siguiente retrato, Robert B. Zoellick no es multilateralista por convencimiento, sino de vez en cuando, por pragmatismo. El objetivo de su nominación no es suavizar la política exterior de Estados Unidos sino que corresponde a la transformación del Departamento de Estado. Para terminar, la antigua nominación de John Bolton como embajador en la ONU, dos meses más tarde, indica claramente el rechazo definitivo del multilateralismo.

Robert B. Zoellick nació en Illinois, en 1953. Cursó estudios de derecho y ciencias políticas en Harvard. Al salir de la universidad, debuta como jurista en el Departamento de Justicia, pasando luego al Tribunal de Apelaciones de Washington DC. En 1985, se une al equipo de James Baker III [1], quien era por aquel entonces secretario del Tesoro. Cuando Baker se convierte en secretario de Estado, en 1989, Zoellick lo acompaña. Participa en las primeras negociaciones sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Conocido en español bajo las siglas de TLCAN o TLC, este documento se conoce también como NAFTA, en inglés, y como ALENA, según las siglas en francés utilizadas en Canadá. Nota del Traductor.) [2] y en la puesta en marcha del Foro de Cooperación Asia-Pacífico [3]. Cuando Baker pasa a ser secretario general de la Casa Blanca, Zoellick es nombrado asistente especial del presidente George H. Bush (Bush padre), a quien representará durante las difíciles negociaciones con la Unión Europea para salvar la Ronda Uruguay (antecesora de la OMC) y en las conversaciones preparatorias de las cumbres del G7 en Londres (1991) y de Munich (1992). Durante este período, Robert B. Zoellick es, ante todo, el principal artífice de la unificación alemana y del rediseño de Europa.

Luego de la derrota electoral de 1992, los republicanos regresan al sector privado. Bush padre y Baker pasan a controlar el Carlyle Group [4]. Mientras tanto, Zoellick aterriza en Fannie Mae, la empresa de construcción de casas individuales. Simultáneamente entra en los consejos de administración y de dirección de varias empresas más. Se le puede ver entonces en la dirección de Goldman Sachs, en la administración de Alliance Capital, de Jones Intercable (cableado para la transmisión de la señal de la televisión por cable), de Said Holding (seguridad para los sistemas de comunicación) y del Precursor Group (consejería para fondos de inversión). También es consejero de Viventures/Vivendi Universal y de Enron, dos enormes firmas que saltarían más tarde a los titulares de los periódicos por causa de sus también enormes problemas financieros y al descubrirse que estaban falseando su contabilidad.

En sus ratos de ocio, Robert B. Zoellick administra el German Marshall Fund [5] y la Eurasia Foundation (ONG que sirve de pantalla a la ISAID. Entre sus copresidentes está James Barker III). También es profesor de historia militar y de seguridad nacional en la Academia Naval. Lo más interesante es que dirige el Aspen Strategy Group [6], que reúne a las personalidades más cultas de la sociedad washingtoniana, aunque más tarde dejará esa función en manos de Philip D. Zelikow, amigo de la universitaria Condoleezza Rice, al igual que el propio Zoellick.

En 1998, Zoellick se acerca a un grupo de republicanos para preparar la reconquista del poder. En el seno del American Enterprise Institute [7] de Dick Cheney, Zoellick participa en la elaboración de un programa destinado no al gran público sino a los donantes. Este grupo de trabajo se hace llamar Proyecto para un Nuevo Siglo Americano [8]. Firma entonces varios textos en los que se exhorta al presidente Clinton a acabar con Irak.

Publica en Foreign Affairs, la revista del Council on Foreign Relations, un artículo en el que presenta sus proposiciones para la política exterior de la próxima administración [9]. Para Zoellick, el fracaso de la conferencia de la OMC en Seattle demuestra que Bill Clinton ha cometido un error al aceptar vincular los problemas sociales y del medio ambiente con las negociaciones sobre el libre comercio. Más tarde aceptará promover los intereses económicos de Estados Unidos recurriendo a la presión militar para apoyar las exigencias económicas estadounidenses. Se trata del regreso a lo que se conoció en el siglo XIX como la «política de las cañoneras» o, durante el siglo XX, como «la política del garrote».

Lo más importante es que Zoellick trata de convertirse en uno de los llamados «Vulcanos», miembros de un restringido grupo de consejeros, a la cabeza del cual se encuentra Condoleezza Rice, enfrascada por aquel entonces en la tarea de convertir al gobernador George W. Bush (Bush hijo) en un candidato aceptable a la presidencia de Estados Unidos. Pero el injerto se hace difícil ya que Zoellick es el único miembro del club que no tiene experiencia en el Consejo Nacional de Seguridad ni en el Pentágono.
Finalmente, al producirse el litigio sobre el resultado de las elecciones en la Florida, el candidato Bush hijo designa al fiel James Baker III como representante de sus intereses. Y este último, naturalmente, utiliza como asistente a Robert B. Zoellick.

El caso es que George W. Bush mostrará su gratitud hacia aquellos que, a falta de haber logrado que sus conciudadanos lo eligieran en las urnas, se las arreglaron para que la Corte Suprema lo designara presidente. Así que Bush hijo nombra a Zoellick consejero y representante especial para todas las negociaciones económicas.
Zoellick saca conclusiones del fracaso de la OMC en Seattle y de la oposición de Venezuela [10] al Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) [11]. En un artículo que publica el Wall Street Journal [12], Zoellick escribe: «¿Qué debe hacer Estados Unidos si las demás naciones apuestan por el proteccionismo? Según los procedimientos de la OMC, una nación puede bloquear todo progreso. Sería un grave error permitir que una sola nación oponga su veto a la dinámica del libre comercio global creada por Estados Unidos (…)

La estrategia es sencilla: Estados Unidos impulsa una competencia dentro de la liberalización» [13]. Para Zoellick, todo está muy claro: el libre comercio no es un objetivo en sí mismo, aunque sí se trata de un cómodo eslogan; es un medio de acabar con las economías dirigidas o planificadas, de privatizar los servicios públicos; en otros términos, de doblegar a los Estados que se resisten a la expansión económica del Imperio. Con tales objetivos en mente, Zoellick aboga por la conclusión de acuerdos multilaterales parciales que conduzcan por etapas a la implementación del Acuerdo General sobre los Servicios (AGCS) [14] que ya resulta imposible de imponer directamente por medio de la OMC.

Resulta, por tanto, una falsedad tratar de presentar a Robert B. Zoellick como un partidario del multilateralismo basándose en los numerosos acuerdos comerciales que ha negociado. Para Zoellick, negociar con alguien no tiene otro objetivo que presionar a un tercero. Su nominación en el Departamento de Estado, como adjunto de Condoleezza Rice, debe ser interpretada como una demostración de la voluntad estadounidense de utilizar al máximo el arma diplomática para romper las alianzas que podrían oponerse al expansionismo de Estados Unidos.

La falsa interpretación sobre el significado de su promoción se explica por un error de análisis anterior: los europeos del este, despechados ante su propia pérdida de influencia, querían creer que después de la guerra fría el problema del mundo residiría en el superpoderío estadounidense y en su unilateralismo, cuando en realidad se trata simplemente de un expansionismo que ya no encuentra oposición a la medida de su poderío. Visto desde ese punto de vista, Robert B. Zoellick participa en el rediseño de un mundo unipolar. Se trata de un hombre que representa el expansionismo económico total. En una palabra: la globalización.

Hoy como patrón del Banco Mundial, Robert B. Zoellick está tratando desesperadamente de dar una nueva virginidad a esta institución que ha perdiendo toda credibidad ante los países en desarrollo, al igual que trata desesperadamente su «socio siamés», el francés Dominique Strauss-Kahn en el FMI (Fondo Monetario Internacional), pero al parecer ya es demasiado tarde, la perfidia ha sido descubierta y estas instituciones desde su fundación no han servido que para espoliar a los pueblos y ser un instrumento de dominación financiera y económica por parte de los EEUU y otras potencias occidentales.

[1«James Baker III, un ami fidèle», Voltaire, 16 de diciembre de 2003.

[2North American Free Trade Agrement (NAFTA), Tratado de Libre Commercio de America del Norte (TLCAN).

[3Asian Pacific Economic Cooperation Forum (APEC).

[4«Le Carlyle Group, une affaire d’initiés», Voltaire, 9 de febrero de 2004.

[5«Le German Marshall Fund : un reliquat de la Guerre froide ?», Voltaire, 5 de octubre de 2004.

[6«L’Institut Aspen élève les requins du Business», Voltaire, 2 de septiembre de 2004.

[7«L’Institut américain de l’entreprise à la Maison-Blanche», Voltaire, 21 de junio de 2004.

[8Project for a New American Century (PNAC).

[9«Campaign 2000: A Republican Foreign Policy» por Robert B. Zoellick, Foreign Affairs, enero de 2000.

[10«Chavez veut mener la résistance», Voltaire, 26 de noviembre de 2003.

[11Free Trade Area of the Americas (FTAA), Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

[12«Our Credo: Free Trade and Competition» por Robert B. Zoellick, The Wall Street Journal, 10 de julio de 2003.

[13«So what should the U.S. do if other nations choose protectionism over free trade? Under the WTO’s procedures, one nation can block progress. It would be a grave mistake to permit any one country to veto America’s drive for global free trade (…) The strategy is simple: The U.S. is spurring a competition in liberalization».

[14«L’AGCS, arme économique de l’Empire», Voltaire, 11 de marzo de 2003.