¿Posee Telefónica/Movistar, la empresa ibérica que parece haber encontrado la fórmula para quedarse veinte años más con las comunicaciones en Perú, los pendones morales y cristalinos para impulsar, so pretexto de los valores que mostrara Miguel Grau Seminario, un concurso coincidente con sus ansias comerciales? Vi ayer el largo comercial televisivo y aquél involucra a la Marina de Guerra. ¿No saben los de esa arma los cientos o miles de conflictos ocasionados por los peninsulares en varios países latinoamericanos como Brasil, Argentina o Chile por dar tan solo tres nombres?

“Somos Grau, seámoslo siempre” se llama el concurso que promueve –dicen- “valores”.

Cuando Telefónica/Movistar ha logrado destruir sindicatos y congelado sueldos de sus empleados, los que quedaron, al resto le echaron a la calle sin miramientos y con apoyo de los sucesivos gobiernos, ¿muestra valores?

Son cientos las camionetas de pequeñas y microempresas las que subcontratan con Telefónica/Movistar para la instalación de teléfonos, cables, servicio de Internet, las que recorren con sus peligrosas escaleras todas las calles de Lima y el resto del país. ¿Son empleados con seguro, sueldo digno, respeto a sus derechos laborales, los que allí sudan la gota gorda? ¡De ninguna manera! Telefónica/Movistar terceriza para “ahorrar” y pagar menos y explotar más. ¿Los publicistas inventores de esta cantinela, pueden afirmar que son valores los que exhibe Telefóniva/Movistar?

Desde hace unos años lo huachafo plagado de neologismos y clichés rimbombantes se ha apoderado de los publicistas y escritores, analistas y estrategas, que pululan en las redacciones de todos los medios de comunicación orales, escritos y televisados. Frases como “dar un paso al costado”, “poner en valor”, “descartar”, “nada, nada”, vacías e inanes, se emiten como parte de “razonamientos” de alguna inteligencia. A unos cretinos se les ocurrió que había que impulsar valores y escogieron a la empresa menos indicada Telefónica/Movistar, para “hacerlo”.

Miguel Grau Seminario, el marino que a bordo y en la capitanía del monitor Huáscar desafió por largos meses y de forma exitosa a la marina austral durante la guerra de rapiña que Chile planteó al Perú entre 1879-1883, rindió la vida el 8 de octubre de 1879 y su valentía, expresada en el campo de operaciones y a través de epístolas testimonio que la historia ha conservado, constituye un ejemplo noble y hasta idealista de cómo se defiende, aunque con fracaso anunciado, la heredad nacional. Pertenece su figura a la historia universal y a la historia del Perú que, como en pocos episodios, brilla con luz incenescente.

La coincidencia del concurso con la descarada necesidad de Telefónica/Movistar de permanecer haciendo negocios de gran formato y por decenas o miles de millones de dólares en Perú es inocultable.

Cuando la muy reciente visita del presidente Ollanta Humala a España, las fotos dieron cuenta que al lado de Rajoy, hombre fuerte de los ibéricos, había otro señor, nada menos y nada más que el capitoste de Telefónica, la empresa madre en España. Nunca entendí que el mandatario Humala dijera que los temas de Telefónica/Movistar se trataban en Perú, porque lo dijo, en el marco de que damos cuenta ¡en Madrid!

El delincuente Alberto Kenya Fujimori hizo un tremendo negociado con las comunicaciones y es interesante recordar cómo la ira popular, cuando el fraude de la re-reelección en el 2000, en Huancayo focalizó la ira popular con el incendio de las oficinas de Telefónica en esa ciudad. El pueblo es más sabio que todos los sabios.

Con criterios como el usado por la agencia publicitaria responsable de este esperpento que pone a “impulsar” valores morales con la figura epónima de Miguel Grau, a Telefónica/Movistar, mañana o pasado podríamos hacer de Patrono de la Idoneidad y Honestidad a Vladimiro Montesinos o Dechado de Honradez a algún ex presidente de juicios y prescripciones que, como en el boxeo, le salvaron con la campana.

El tema de fondo es que Telefónica/Movistar maneja millones de millones de dólares y euros y eso permite comprar la conciencia de tirios y troyanos, alquilar espacios publicitarios, patrocinar a poetas y escritores alquilables y escribas de todo jaez y proveniencia.

¿Es lícito admitir el grotesco contrabando que pone de pretexto una figura gloriosa de nuestra tan vapuleada historia nacional? ¿Se presta a tan ramplona acción la Marina de Guerra?

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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