¿Qué puede responder una señora cuya hija de 15 años ha sido primero violada, luego asesinada y después arrojada a un basural? No sólo es la circunstancia emocional de suyo tremebunda, sino la idoneidad de la noticia. ¿Noticia? ¿Cuál noticia? ¿Qué pretendió Federico Salazar hace un par de días cuando entrevistó a esa desafortunada mujer? ¿Su inmensa preparación intelectual, carisma y oportunismo, muy bien pagados por cierto, los 15 y los 30, no le suministran elementos de juicio por lo menos humanitarios para no cometer esta clase de estupideces macabras e indigestas?
Canal 5, aparte de ser el medio más connotado de mafias antiguas y recicladas, también está imitando las peores épocas que caracterizaron al Canal 2 cuando Ivcher y luego los Winter: sangre, sangre y más sangre. Se nos quiere imponer desde la pantalla boba, veneno moderno de imbecilización masiva, que la crónica roja, morbosa, incólume en su insolencia contra la persona humana, radical cuando de destruir valores se trata y habilosa para convertir en "politólogos, cientistas, estrategas" a cuanto idiota concurre a las pantallas por un enfermizo afán de figuración, como la tendencia que más vende. Puede ser cierto, pero ¿con qué derecho se pretende institucionalizar a esta basura de comportamiento público en patrón de la sociedad peruana?
¡Miseria humana y nada más! ¿El señor Salazar, a quien conozco larguísimos años, no puede morigerar la connotada debilidad mental de sus libretistas? ¿O es que la dictadura de un jugoso sueldo ahora barniza contrabandos insultantes? Federico tiene que explicar ante su consciencia y ante el país, si algún resquicio de dignidad le queda, cómo es que fue parte -y parece que sigue siéndolo- de un afán mediático profundamente discutible y al servicio del acallamiento de lo que realmente ocurría. Su sociedad con la mediocre Sol Carreño y sus bufonadas diversas procuraron la distracción social de los grandes temas y latrocinios que Fujimori y compañía perpetraban contra el pueblo peruano. ¡Así de simple! Como simple y obtuso es el silencio de quienes no tocan a estos "comunicadores" que juegan a pasar desapercibidos en medio de un mare magnum de miasma y confusión militantes.
Hace pocas semanas fueron los suicidios y el "reporte" discurrió por estas avenidas de muy dudosa calidad. Luego las nalgas de la Cabrera ocuparon horas de horas. A mucha gente le importó poco o mucho las andanzas delincuenciales de Max Alvarez, lo interesante, lo lúbrico, lo sensual era ver la anatomía abundante y más bien poco simétrica de la señora de marras. Curiosamente ni los políticos (que viven de la televisión) ni los "analistas" o periodistas de espectáculos se ponen a reflexionar sobre el violentismo que emana de los canales televisivos. Es más, están pagados por el diseño para hacer apologías, panegíricos, loas y fiestas en torno al pestilente espectáculo que nace y transita por la televisión. ¡Qué asco!
Si no hubiera sido por el lamentable accidente del avión de TANS, Salazar y la Huertas nos habrían tenido en las garras "noticiosas" que sus libretistas redactan con habilidad inenvidiable y estupidez mayúscula.
La lucha mediática apenas si comienza, lo curioso es que las pirañas se atacan entre sí. Unos les dicen a los otros: fujimoristas (equivalente de ratas) y éstos retrucan: ladrones. ¿No será que unos y otros tienen razón? Conmueven por ridículas, las "demandas" de las esposas de los Winter. A esos delincuentes hay que sepultarlos vivos y alejarlos, para siempre, de cualquier cosa referida a medios de comunicación. No hay razones valederas para perdonar a estos pobres diablos.
Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter