Así hay que llamarlo: "El imán del norte". Eso es los Estados Unidos, una nación poderosa y rica que atrae a gentes de todas partes del mundo que andan en busca de un destino mejor para sus vidas. El fenómeno no es nuevo. Durante todo el siglo IXX y el pasado Siglo Veinte millones de inmigrantes llegaron a este país procedentes primero de la vieja Europa y más recientemente de América Latina escapando de la miseria y el hambre que asolaba a sus respectivos países.

Así vinieron los irlandeses a la zona de Boston y New York seguidos por los italianos y los polacos que se asentaron en la ciudad de Chicago como los judíos de Rusia y del centro de Europa sentaron plaza en la urbe newyorkina. El mensaje de que en Norteamérica la vida era mejor llegó hasta la remota China. Con la diferencia de que estos infelices vinieron a California engañados en condición de virtual esclavitud ya que los negros - inmigrantes a la cañona - habían al fin logrado su libertad aunque todavía no sus derechos civiles. Para eso tuvieron que esperar a Luther King y sus batallas contra policías y perros en el año tan cercano como 1963.
Nadie mejor que nuestro José Martí para describir con su pluma de látigo el fenómeno migratorio hacia Estados Unidos durante su estancia en este país. Decía que había vivido en las entrañas del monstruo de este norte revuelto y brutal. Para que seguir. Sus frases han quedado para la historia.

Nada más ilustrador para conocer el proceso de las inmigraciones hacia Estados Unidos que leyendo las "Escenas norteamericanas" escritas por José Martí durante su estancia en New York .

A partir de mediados del siglo pasado, comenzando por los años cincuenta la ola migratoria hacia Estados Unidos comenzó a venir del sur. Primero de Méjico, cruzando la frontera del Río Bravo, a los que se han sumado los centroamericanos. Después, de El Caribe atravesando por mar el estrecho de La Florida a como de lugar. Especialmente de Cuba, Haití, y Santo domingo aunque los casos no son iguales. Porque mientras a los haitianos y a los dominicanos que vienen por mar se les rechaza, el propio gobierno norteamericano, por razones de su política exterior hacia el gobierno de Castro, ha venido alentando la entrada de nacionales de nuestro país con leyes tan absurdas como la llamada "Ley de ajuste Cubano".
La comisión Económica para América Latina y el Caribe, la CEPAL, acaba de publicar un informe según el cual de los 20 millones de latinoamericanos que viven en fuera de sus países tanto de forma legal como ilegal, 14 millones de ellos residen en Estados Unidos. Señala el documento que la inmensa mayoría de estos latinoamericanos que emigran y viene para Estados Unidos lo hacen por motivos económicos en busca de una vida mejor.

¿Cuántos cubanos han venido de la isla para este país? ¿Un millón? Para llegar a la cifra hay que contar en el censo a los hijos de cubanos nacidos en este país. Lo cierto, de todos modos, es que somos bastantes. Pero no estamos solos. Los mejicanos se cuentan por millones. A decir verdad entre los colombianos de Miami y New York, los dominicanos del norte, los salvadoreños, peruanos, argentinos, en fin, si contamos a todos los latinoamericanos que viven en Estados Unidos, los cubanos somos los menos, pero con la arrogancia que despliegan sus más reconocidos voceros y titulados dirigentes cada día los otros nos odian mas.

Todos, de una manera u otra hemos sido atraídos por este poderoso imán del norte.

Aquí estamos. Todos en el mismo saco. ¿Por qué buscarnos los cubanos la enemiga de los demás?

Por lo pronto yo pido perdón a nuestros hermanos latinoamericanos por las ofensas. Quizás sean tan insensatos que no saben lo que hacen.