Desde La Habana

Por mucho tiempo uno de los programas más populares de la televisión cubana fue el que realizaba Eusebio Leal con el sugestivo título de "Andar La Habana" en el cual el dinámico historiador de la Ciudad recorría ante las cámaras distintas zonas de la capital de la isla apuntando con su erudita sapiencia los aspectos más interesantes de pedazos de nuestra historia.

Solo andando por las calles de La Habana y de toda la isla como hacemos nosotros los que vistamos nuestro país con frecuencia, es que se puede entender la realidad social de esta nación, que a pesar de todas las dificultades internas motivadas en gran medida por las presiones externas y la hostilidad de los Estados Unidos, sin embargo - y valga la redundancia gramatical-y a pesar del Embargo, ha logrado sobrevivir frente a todo un mar de contratiempos.

Miami y La Habana, dos ciudades una frente a la otra, donde los cubanos son los primeros actores, ofrecen toda una serie de similitudes y diferencias que dan tema para un libro de comparaciones que nos pueden llevar - cono diría el periodista de la "Mesa Redonda" de la televisión cubana Reynaldo Taladrid - a cada uno a "sacar sus propias conclusiones".

Pero para este comentario de hoy que hacemos en "vivo y en directo" desde la capital habanera bástenos con señalar que la realidad cubana vista "In situ" como diría un observador imparcial nada tiene que ver con la imagen distorsionada que se nos presenta allá por los medios de comunicación, especialmente los editados en español.

Si hablamos de similitudes lo que resalta en primera imagen es que aquí como allá se habla de "La Patria que sufre", de José Martí y del deseo de que a la isla regresen a los americanos. El espejo tiene trampas.

Porque ahora vienen las diferencias. De "La Patria que sufre" se habla en Miami en términos de reconquista y revancha como si el sufrimiento que importara fuera el que llevan por dentro los pregoneros del resentimiento y el odio.

En Cuba y para los cubanos de la isla, "la patria lo que sufre" es la nación acosada por la política torpe y cruel del gobierno norteamericano, que ni siquiera está ya dictada por sus intereses de potencia imperial sino que está instrumentada por razones de política interna a fin de mantener el apoyo económico y electoral de la derecha cubana de Miami.

Del José Martí que se habla en Miami no es del que levantó su voz y dio su vida para defender la independencia de Cuba de España y de los Estados Unidos sino que se nos presenta un Martí falsificado, el que se proyecta hacia la isla por una emisora oficial del gobierno de los Estados Unidos -Radio-Martí- para escarnio de los cubanos de vergüenza.

Y del retorno de los americanos a la isla, de lo que hablan en Miami es de una invasión militar por parte de los Estados Unidos, de una guerra de intervención y de ocupación del país para ir ellos después en retaguardia vergonzosa a recibir las migajas que le ofrezcan los conquistadores.

En charla callejera, andando La Habana, por el Parque Central y frente a la estatua del Apóstol acompañado por el veterano periodista Luis Báez, este me decía con frase lapidaria": Aquí en Cuba también queremos que vengan los americanos, pero que vengan en son de paz. Que vengan como amistosos turistas y dejen allá en Miami a los o cubanos del odio y la revancha, a los que se fueron para nunca mas volver. Que esos en sus culpas llevan la penitencia".

En nuestra charla al caminar había un testigo mudo. El Martí de blanco mármol que nos señalaba el camino desde su pedestal en el Parque Central.

Es cierto que hay dos Cuba. La de Miami y la real, la que estamos andando hoy repitiendo lo que dijera un poeta, "haciendo camino al andar".