Me parecen altamente curiosos los comentarios de Centa Reck en el artículo que publica El Juguete Rabioso, el 12 de mayo del año en curso y que se titula "Edmundo Paz Soldán, Alberto Fuguet y la Generación McOndo". Curiosos por varias razones. La primera y creo más importante es la forma superficial, plena de estereotipos y poco objetiva de abordar un tema complejo y rico en matices, tomando como base un artículo de la Revista Newsweek y el supuesto nacimiento de una generación que guarda bajo la manga el maléfico plan de hacer que la "masa", en este caso el público lector, termine por abrazar incondicionalmente la globalización y sus impronunciables males. La señora Reck denomina a esta generación como la de "chicos latinos", pese a que la misma ataca con vehemencia el uso de sobrenombres.

Vaya análisis el que se manda Centa Reck. Al inicio será pertinente aclarar esa peregrina idea del "público masa", definido como una especie de junta enclenque en manos de un todopoderoso Big Brother o lo que sería su parangón, la generación McOndo, dispuesta a aceptar sin un porqué todo lo que se le impone. Lamento tener que mencionar que la autora desconoce por completo la Teoría de las Mediaciones o a Peirce o Umberto Eco y los conceptos de semiosis ilimitada que abren el panorama ante las concepciones conductistas. Por otro lado me parece una barbaridad, digna de diván, calificar a estos escritores con un interesante récord académico y literario, al mero sobrenombre de "chicos latinos", esta denominación, usada en tono sarcástico, es altamente subestimadora con lo que es América Latina y su diversa producción intelectual. En alguna parte Reck, respeta la libertad individual de los públicos que se sienten interesados en leer a estos "livianos de cuerpo y espíritu" o "gurús destinados a anunciar el nuevo reino" (¿a anunciar qué?) y que además tienen tiempo suficiente como para, al mejor estilo maquiavélico, apoderarse de todo el norte literario de un continente. Temo que esta amplia pero no profunda tesis, carece de sustento. Recordemos que el escritor es subjetivo e intuitivo y posee sus propios cánones estéticos al momento de representar una idea. Cabe decir que los motivos que mueven a un escritor a salir del ropero y difundir su obra a la luz pública son tan variados como misteriosos. Mueven al escritor razones que en la lectura de su propia obra se harán evidentes. Y la forma de hacer un análisis de discurso y de contenido no pasa por la lectura superficial y sí por categorías y parámetros de análisis determinados que permitirán aspectar los rasgos y transformaciones de una sociedad y el contexto en el cual se ciñe el mensaje.

Por lo tanto los juicios reduccionistas, son falacias de estructura y pensamiento, que debemos superar ya que no ofrecen parámetros válidos al momento de hacer un análisis serio sobre producciones artísticas y literarias. En realidad no existen buenos ni malos libros, sino libros bien escritos o mal escritos.

Creo, que en el caso particular de Fuguet, la autora no ha leído el libro Mala onda como debería hacerlo un buen lector. Desde mi modesta opinión Reck, no tiene la menor idea de que lo pretende decir Fuguet y eso de nominarlo como un "fast writter" es un cliché que se vende muy bien y ahorra mucho tiempo a quien lo analiza. La novela Mala onda es sin duda, una interesante muestra de la tendencia contestataria e intensa de la nueva narrativa chilena, donde se relata uno de los pasajes más angustiosos de Chile y donde el personaje principal, Matías Vicuña, es lo más lejano a un chiquitín rico e indiferente, sino que es retratado como un adolescente que busca desesperadamente, y aquí la angustia se hace consciente, encontrarse en lo simple de los verdaderos afectos y superar el vértigo y la confusión de su tiempo.

Entiendo la preocupación de Reck, a la hora de enfrentar a estos escritores y su estilo narrativo, que no tiene porqué ser el de las geniales vacas sagradas, y el afán de reflejar la angustia de vivir en un entorno tecnológico y tercer mundista a la ves. Donde los tucanes o las mujeres que llegan volando de lejanos parajes, no sean ejes temáticos de interés para estos autores y sí lo urbano con todo lo que implica.

Mencionaba que la autora no ha leído a estos autores como lo hace el buen lector. Creo que el buen lector es aquel capaz de desarrollar una secreta sensibilidad para ver al autor y sus angustias latentes, apreciar su humor negro y poder ver la crítica velada pero evidente ante los vicios o demonios que lo persiguen o lo obsesionan tanto individual como socialmente.

Asumo y respeto la buena idea de atreverse a reflejar o al menos intentar, desde otras formas estilísticas, exponiendo con un sarcasmo que se disfraza de aparente conformismo, la dinámica de una cultura latinoamericana, que es mosaico y que no puede dejar de mostrar una cara que es un pandemonio de influencias y que estos mal llamados "chicos latinos", están intentando contarnos cómo va la onda.