El sueño neoliberal de convertir al capital extranjero en el eje del desarrollo está terminando en un gran fiasco, en una cruel pesadilla. Los resultados hablan por sí solos: las transnacionales no pudieron convertirse en la locomotora de la economía boliviana, no contribuyeron a generar empleo ni pudieron cambiar la débil y vulnerable matriz productiva del país.

En los últimos cinco años, el aporte de las empresas capitalizadas en poder de las transnacionales extranjeras no alcanzó ni siquiera al uno por ciento de la tasa de crecimiento económico en el quinquenio precedente.

Las transnacionales crearon grandes ilusiones pero escasos resultados. Por el contrario, la capitalización provocó un fuerte proceso de concentración del ingreso por el que las empresas monopólicas están obteniendo importantes tasas de rentabilidad, a pesar de que no se constituyeron en los artífices del crecimiento económico ni de la expansión del resto de la economía.

Los inversionistas extranjeros ganaron dinero a manos llenas en Bolivia, pero remitieron sus utilidades y ganancias a sus casas matrices. Sus inversiones y compras favorecieron a sus filiales y a otras empresas que operan fuera del país, quedando muy pocos recursos para fomentar la producción nacional.

Por ello, la inversión extranjera, que ingresó masivamente a los servicios, hidrocarburos y minería, tampoco contribuyó a la generación de empleo indirecto por la escasa articulación entre el sector capitalizado y el resto de la economía.

Pero, además, el capital extranjero se aplazó en otra gran tarea, que era la de construir una nueva matriz productiva para que la economía boliviana no sea tan vulnerable. Hoy, la economía boliviana ha consolidado una matriz productiva fuertemente asentada en la producción y exportación de materias primas, lo que agrava la extrema vulnerabilidad del país.

Escaso aporte

El aporte de las empresas extranjeras capitalizadas es tan diminuto que, año que pasa, su contribución a la economía boliviana se hace cada vez menor, según los datos presentados por la Fundación Milenio, una entidad privada ligada al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), autor de esta reforma.

Desde 1997, el aporte de la capitalización -una forma de privatización parcial de las principales empresas públicas del país en el sector de hidrocarburos, electricidad, transporte aéreo y ferrocarrilero- ha ido disminuyendo en proporciones inquietantes.

En 1997, las empresas capitalizadas contribuyeron con el 1,78 por ciento del crecimiento de la economía nacional. Un año más tarde, el crecimiento económico generado en las empresas capitalizadas fue de 1,68 por ciento.

El estudio de la Fundación Milenio muestra que en 1999, el aporte de las capitalizadas siguió descendiendo hasta alcanzar el 0,96 por ciento.

"A partir de 1999, de manera simultánea a la disminución gradual de la inversión , la contribución al crecimiento también tendió a reducirse y el aporte al crecimiento fue menor en cerca del 43 por ciento en relación a 1998", agrega el estudio.

Sin embargo es, desde el 2000, que la contribución de la capitalizadas a la economía nacional virtualmente se esfuma. En ese año, el aporte de las capitalizadas fue tan sólo del 0,39 por ciento, mientras que en el 2001 el aporte fue de un minúsculo 0,15 por ciento.

Magros resultados

El informe de Milenio también establece que el Estado boliviano ha ganado muy poco con la transferencia de sus principales empresas públicas a manos de las grandes transnacionales, a pesar del "boom" de la explotación y exportación de gas que vive Bolivia.

Así, los recursos que las empresas capitalizadas aportan al Estado, en impuestos y regalías, están muy lejos de los niveles previstos al inicio de estas polémicas reformas.

En algunos casos, el aporte es incluso menor, como el que ocurre con la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL) y el Lloyd Aéreo Boliviano (LAB).

Los datos consignados en el informe muestran que el aporte de las empresas capitalizadas al Estado boliviano, en impuestos y dividendos, fue casi similar en el periodo de la capitalización (1996-2000) y el periodo en que estas empresas estaban en manos del Estado (1991-1995).

Según Milenio, el ingreso adicional para el Estado, generado por la capitalización, fue de 267,13 millones de dólares en todo el periodo. Adicionalmente, el informe contabiliza el incremento de los dividendos de las empresas capitalizadas (162 millones de dólares), con lo que aporte adicional que recibiría el Estado sería de 429,13 millones de dólares en el último quinquenio.

Esto quiere decir, que la capitalización generó un incremento de ingresos para el Estado de apenas 85,8 millones de dólares al año, durante la segunda mitad de la década de los 90. Este aporte es mínimo si se lo compara con las expectativas generadas al inicio de este proceso y con la expansión de la producción y exportación de gas natural.