En una página editorial de La Prensa (10-7-2002) leí un lamento boliviano respecto a la fuga de Sony Music. En éste se afirmaba que con la partida de la transnacional pierde la música boliviana y ganan los piratas. ¿Les parece? Y para no pecar de injusto debo decir que casi todos los medios de comunicación salieron con la misma cantaleta.

¿Qué pensarán al respecto los muchachos de Azul Azul? Y aunque la música de Azul Azul no me gusta -su éxito sí- creo que por lo menos a ellos Sony Music les hizo una chanchada mayúscula. ¿Quién perdió? ¿Quién pierde? Lo que nadie se atreve a preguntarse es ¿cuánto perdía la música boliviana gracias a la ayuda de Sony Music? ¿Qué me dicen del gran apoyo que le dieron a Octavia cuando decidieron irse a México a conquistar mercado? ¿Acaso no tuvieron que irse por su cuenta, a ver cómo les iba, para que finalmente les fuera como les fue?

En el mismo periódico, en declaraciones, uno de los integrantes de Octavia afirmaba que esta partida permitirá la creación de estudios pequeños, es decir, el surgimiento de pequeños empresarios, de productores independientes. La Prensa afirma que los músicos ya no querrán grabar porque la piratería les comerá las regalías. ¿Acaso Sony Music no se encargaba ya de comerle las regalías a Azul Azul, por ejemplo? También dicen que sin Sony Music bajará la oferta musical, lo cual ya me parece confundir a Van Gogh con Van Damme ¿Acaso Sony Music se destacó por proponer algo más que mercado puro y duro a manera de oferta musical?

Al respecto, me parece saludable aclarar que, considerado en frío, Sony Music no se diferenciaba de tiendas como Columbians o La Cajita Musical, salvo en sus pretensiones. Las dos últimas son importadoras y se dedican a ello sin hacer más escándalo. La primera, en cambio, además era representante de una transnacional que quiso también dedicarse a la producción nashonal; es decir hacerse con el mercado. Lo bueno de Columbians o La Cajita... o cualquier otra tienda de discos a secas es que responden, hasta donde puedan, a las exigencias del cliente. Sony Music respondía a las exigencias del imperialismo musical, el cliente bien gracias pero que no joda.

Y podría extenderme, pero no hay campo. De todos modos, copiándole el tono al buen Joaquín Sabina, y atendiendo a todo lo anterior, concluyo que «a veces gana el que pierde a una transnacional».