Cuando el presidente chileno Lagos dice que Perú se opuso a que Bolivia tuviese una salida al mar en años pasados, simplemente recurre a la maña diplomática y desvía la atención para anunciar claramente que su posición sigue siendo la del vencedor insolente. Dice el lema del sur: ¡por la razón o por la fuerza!

Hasta el mismo mediocre y prochileno a ultranza ex ministro Diego García Sayán, así lo reconoce. Este individuo condecoraba a su “amiga” Soledad Alvear, canciller de Chile, a los pocos días que en Santiago habían cancelado la licencia de vuelos a Aerocontinente. Me pregunto ¿por causa de qué no se cuestiona una impostura tan clamorosa? ¿Porque es un izquierdista caviar que “luchaba” contra la dictadura fujimorista” haciendo muy buenos negocios con ella?

El Instituto de Ecología Política de Chile a través de su vocero Bernardo Reyes ha advertido que las cancillerías de Chile y Bolivia analizan el tema de la necesidad de agua no de sus habitantes que no tienen una demanda tan grande, sino para atender la sed inacabable de las empresas mineras multinacionales que pagan escasos impuestos en Chile, pero que arrasan con los recursos hídricos y destruyen los últimos humedales del norte y crean una situación tensa con Bolivia.

Más allá de las posturas diplomáticas, más allá de las actitudes guerreras, hay un proceloso mar de fondo que trasluce una guerra por la explotación de los recursos naturales. Salida al mar pero con condiciones onerosas. Por ejemplo: “se trataría de los recursos subterráneos gigantescos que se pretende sean bombeados a Chile desde Bolivia, pero como las lluvias en esa zona son escasas, tienen una recarga mínima y se está consumiendo un gigantesco río que va a resecar todos los humedales y sistemas hídricos de esa área”.

La mascarada se reviste de historia y aún por resolver, según quien interprete, problemas limítrofes. En realidad detrás están los enormes grupos económicos que se dividen los países según sus requerimientos. No importan las banderas, interesa la productividad, las bajas regalías y el cholo barato con el azúcar caro.

Los dos ministerios de Relaciones Exteriores, el de Chile y Bolivia, están analizando un tratado de libre comercio por el cual Chile ofrece algunas prerrogativas, pero donde lo importante es la negociación del agua que la Cancillería realiza en nombre de las transnacionales que operan en la zona y que necesitan urgentemente que las aguas de Potosí pasen a nutrir el sistema industrial y minero de empresas como La Escondida, Doña Inés de Collahuasi, Codelco, Soquimich y otras.

La pregunta tiene que ver naturalmente con Perú: ¿y están a salvo las aguas del Titicaca? ¿Es una fantasía sostener que hay intenciones también de trasvasarlas o buscar que los afluentes lleguen hacia las desérticas y secas zonas del norte chileno? ¿Acaso no podría aprovecharse de una salida al mar de Bolivia? Aquí también tenemos empresas mineras acostumbradas a explotar y a contaminar como en todas partes.

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.