Informó al país Javier Diez Canseco de su iniciativa de nuclear a diversos grupos de izquierda y democráticos. Su ejecutoria pública es conocida y su porte aguerrido ningún secreto. A él como cuadro le creo sincero y convicto de cuanto dice. Sin embargo tengo muy serias dudas, casi monumentales, sobre sus compañeros de ruta.

Desde hace unos días en artículos periodísticos se viene incidiendo acerca del aporte de la izquierda o lo que así ha venido en llamarse en una convención política muy cómoda. El resto forma parte del osario, de la reacción, del conservadurismo, de cualquier cosa. Curiosamente 30 años antes que los así auto-denominados, en Perú había insurgido el aprismo reivindicando las banderas de la lucha contra la plutocracia oligárquica y la injusticia social. Esto, por cierto, no lo “recuerdan” o rememoran los analistas simpatizantes.

Que el Partido Aprista hoy sea feudo exclusivo de la voluntad frívola y arrogante del señor Alan García Pérez no anula un legado histórico que enseñó a hablar de revolución y levantamientos a los que vinieron mucho después. Por lustros el Apra fue la nueva izquierda. Hoy han declinado banderas y han arriado los estandartes para, como ha dicho Javier Diez Canseco, girar exclusivamente en torno a García.

Con travesura periodística tildé de izquierda caviar a todos aquellos panzones y vividores de fondos extranjeros que usan el nombre de los pobres para sus propósitos de enriquecimiento. Jamás solucionan nada y sólo hacen maquillajes que prolongan la obtención de más y más recursos en dólares contantes y sonantes. Se han escrito decenas sino cientos de libros, se han realizado miles de foros, conferencias, talleres, en torno a esta problemática. Nunca hay conclusiones radicales y mucho menos definitivas. El negocio estriba en alargar el cáncer social para tener pretextos y oficiar de curanderos con paliativos muy bien rentados.

Y éste es un posible problema serio para Javier Diez Canseco. Muchos de sus acompañantes pertenecen a esta nomenklatura política que ha hecho su modus vivendi así desde hace treinta o más años. Casi todos mediocres, repetidores de verdades objetivas, no han aportado esencialmente nada al gran debate nacional. A menos que reiterar con voz engolada o con refritos en blanco y negro, sea una novísima manera de trabajar por los pobres. Esta estafa política está acreditada en múltiples localidades del país y un ejemplo patético lo dan muchas ONGs en Cajamarca aliadas de Minera Yanacocha contra el desarrollo sustentable y futuro de esos compatriotas.

Tengo por cierto que el país necesita organizarse. Que los que provienen de las canteras marxistas tienen el derecho de juntar aspiraciones y jugar con sus propios colores en la liza política. Pero también tendrán que explicar el fracaso enorme del cuento que prometieron al país desde hace tres decenios cuando se erigieron en los únicos pensantes, en los solitarios luchadores sociales, en los exclusivos guardianes de la revolución. Con excepciones, problablemente comenzando con Javier, el resto sólo aumentó el número de sus propiedades inmuebles, cambió muchas veces de pasaporte y creó una nueva clase de privilegiados.

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.