Miembros de las Maras detenidos en una cárcel de Chiapas.
Foto Milenio

La Mara Salvatrucha no es uno más de los instrumentos geopolíticos que los europeos y los norteamericanos utilizan con mayor o menor éxito en la zona sur de México con derivaciones hasta la América Central para dar testimonio de sus intereses en un región donde abunda el agua dulce, el petróleo, la biodiversidad y el uranio. La Mara es efecto del vacío de poder que caracteriza a la parte media del continente americano. Es el brazo armado del hampa organizada que utiliza los valores religiosos para lograr la coherencia de muchos miles de adherentes. La Mara es resultado de la globalización que despedaza las defensas de los Estados nacionales.

La Mara Salvatrucha es una organización delictiva, a la que ningún Estado europeo vacilaría en calificar de secta peligrosa para que los habitantes del viejo continente se cuiden de acercarse a ella. Se originó en El Salvador, pero está ya presente en el sureste mexicano, en Estados Unidos y Canadá. El 2 de noviembre último, la policía municipal de Ensenada, Baja California, Estado mexicano septentrional, detuvo a Marco Antonio Gutiérrez Trujillo, guatemalteco que resultó ser miembro de la Mara Salvatrucha. Dijo haber elegido el norte de México para ponerse a salvo de los dirigentes de la Mara que lo buscan para un ajuste de cuentas. Las Maras (son cuatro en total) no perdonan a los desertores. Quien entra en ellas lo hace a perpetuidad y quien decide salir se expone a perder la vida. Muchos lo hacen porque en una región paupérrima como la del sur de México, la promesa de felicidad terrenal sigue ganando adeptos.

A partir de ese incidente el gobierno federal y el local del Estado de Chiapas emprendieron la búsqueda del líder de esta mafia centroamericana, Ruster Pavón, de acuerdo con un reportaje aparecido en la revista Milenio el 12 de enero. Ruster es el presunto responsable de la violación, asalto, robo con violencia y homicidio de centroamericanos que pasan sin documentos a territorio mexicano. Ruester Pavón ha creado una red de pandilleros que se mueven desde El Salvador hasta Veracruz pasando por Chiapas, que se encargan de proteger a traficantes de personas a los que se transporta hasta la frontera norteamericana.

Las Maras, cuya ideología cohesionante se encuentra en antecedentes en el pentecostalismo que apareció en América Central desde los años sesenta, se ha establecido en prácticamente toda la zona ístmica de América Central y México; domina a numerosas comunidades por lo menos hasta Chiapas, aunque su presencia es ya notable en Veracruz, en su parte que queda al norte del Istmo de Tehuantepec. Las autoridades policiacas de la zona han sido rebasadas por el poder persuasivo de las Maras, quienes no vacilan en controlar a comunidades enteras. El poder personal de Ruster se ha ampliado y es posible que obtenga su libertad antes de 24 horas de haber sido detenido. Se supone que uno de los efectos de la impunidad de las Maras es la aparición del secuestro en la magnitud que ha aparecido en el Estado de Veracruz.

El sur y sureste de México así como la América Central, han sido a lo largo de las cuatro últimas décadas un escenario de la acción de diversos grupos religiosos, que representan a intereses imperialistas. Así tenemos en la actualidad a los metodistas animadores del Consejo Mundial de Iglesias con sede en Ginebra, alternando con los presbiterianos y bautistas vinculados a los cristianos renovados que son animados por las iglesias texanas y la capacidad geoestratégica de la familia Bush.

Pero los proyectos protestantes se enfrentan a la resistencia de la Iglesia católica a seguir perdiendo territorio y seguidores entre las etnias de la zona, motivo por el cual desde hace 10 años los guerrilleros neozapatistas se han empeñado en mantener a salvo la integridad de los territorios que ocupan alejando a los predicadores protestantes a quienes acusa de ser miembros del PRI. De esta manera, las Maras han aparecido en el lugar y el momento oportunos, es decir cuando el gobierno federal se ha visto obligado a marchar en retirada y cuando los responsables de aplica el diseño globalizador demuestran su incapacidad de poner en marcha elemento de control de la zona.

Templo presbiteriano en la costa del Estado de Tabasco.
Foto Red Voltaire

De tal manera, el Plan Puebla-Panamá, presentado en el inicio de su sexenio gubernamental por Vicente Fox, del derechista Partido Acción Nacional, de México, se planteó no como un tratado sino como un plan, es decir, susceptible de provocar resistencias entre los gobiernos a los que busca comprometer. Pero el plan se encontró, además, con muchas asimetrías entre los estados mexicanos y los países centroamericanos por los que pasarían las comunicaciones terrestres. Estados Unidos insistió en que las comunicaciones del plan se construyeran en territorio mexicano del sur para evitar que una vía que llevara a la frontera norteamericana sirviera al tráfico de indocumentados.

México carece de puertos de altura en la región mientras que los puertos navales centroamericanos son numerosos. En el sur de México el promedio de vida es de 75.3 años, mientras que en América Central es de 69.8. Costa Rica tiene mejores carreteras que Tabasco. Guatemala tiene un sistema de seguridad social mejor que Chiapas. El plan no se llevará a cabo y con ello seguirán en la marginación 30 millones de mexicanos y 10 millones de centroamericanos que viven en al territorio señalado en el plan.

En este contexto se están dando las confrontaciones interreligiosas, cuya expresión más violenta son las Maras, nueva versión, pararreligiosa esta vez, del globalismo teológico y delincuencial.