Después del 11 de setiembre, todos los extranjeros o inmigrantes se convirtieron en más peligrosos. No bastaba que antes fueran objeto de abusos o disposiciones traídas de los pelos, es más se inventó un conjunto de normas mucho más rigurosas. Para mala suerte, una pareja de peruanos, los esposos Zandívar, resultó el blanco perfecto para la administración Bush. Los deportan pero antes colocan en el tobillo de la señora un grillete electrónico.
¿Qué diferencia hay con la estrella de David y el tatuaje del número de prisionero que implantaron los nazis?: Sólo una, hoy se usa la tecnología y dicen que son más sofisticados. Pero la bestialidad es la misma, el atropello contra los derechos humanos igual que en aquella época. ¿Qué dicen ahora los panegiristas del sueño americano ante la evidencia que Estados Unidos viola cuando y como le da la gana el honor y la vida del resto del mundo?
Los Zandívar tienen orden de salida de Estados Unidos. Es poco probable que las gestiones que se están llevando a cabo por abogados o parlamentarios, tengan éxito. El sistema racista, discriminador, frío e imperial de la nación del norte, aplasta cualquier intentona razonable porque así lo determina un esquema frío y matemático.
Cancillería ha expresado, por boca del embajador Carlos Velasco, que los Zandívar deben retornar al Perú porque simplemente no puede hacer nada más. Cuando el Big Brother rebuzna, los sobrinos y entenados sólo acatan órdenes y aceptan los latigazos con resignación de héroes. De poco valen nuestros alineamientos al lado de Estados Unidos cuando sus autoridades deciden castigar a los que NO son norteamericanos.
El mundo estadounidense es un mecanismo gigantesco donde el ciudadano es un número que está compelido a trabajar, trabajar y trabajar. Sus ratos de diversión son raros y si se es extranjero, el tema torna en más grave, porque hay que superar la carga psicológica de parecer un intruso en un mundo blanco, protestante y anglosajón, WASP (white Anglosaxon protestant).
No debe llamar la atención lo ocurrido con estos compatriotas. Estados Unidos usa el lenguaje de los bombardeos y los cañones. Son ahora la superpotencia y rugen como les da la gana. La administración Bush no tiene empacho en disimular sus torpezas con toda clase de excusas y a través del manejo mediático de las grandes cadenas noticiosas que sólo dan la versión del ganador pírrico. Como hace 50 años: los buenos eran los aliados y los malos, los nazis, los japoneses y los italianos.
De repente esta advertencia, que no es exclusiva para los peruanos, sino para todos los que no son estadounidenses, les ayuda a comprender los peligros enormes a que están expuestos en tierra ajena. ¡Claro que se gana más que aquí! ¡Sin duda que hay más dólares y oportunidades! Pero los trabajos de lavaplatos y barrido de calles son los usuales.
Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.
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