Ha dicho el autoconfeso derechista ministro del Interior Rospigliosi, que los cocaleros debían pedir perdón por haber contribuido con el narcotráfico. ¿Y qué espera este señor para rogar clemencia por la gran estafa que le ha hecho al país durante los últimos 20 años? Ha viajado por todo el mundo, logró que dineros externos le financiaran sus conferencias y pseudoesclarecedores libros sobre estrategia y táctica terrorista que a decir de Benedicto Jiménez demuestran una tremenda ignorancia, en nombre de ideas que no profesaba y como dice Raúl Wiener, no dudaba en cobrar con la mano izquierda.

Reducir una situación en la que el mercado impone también sus condiciones de precios y mejores ofertas que las que logra la venta de la hoja de coca en forma primaria, a pedir perdón deviene una insensatez muy boba. ¿Este es el supuesto sabihondo que está por segunda vez en el ministerio del Interior como salvador de un sector sumamente complicado? ¡Pamplinas!

El gobierno y su aliado el FIM inventaron la cortina de humo de acusar constitucionalmente a los jueces que se han limitado a aplicar la ley y sus procedimientos. El tiro parece que salió por la culata y así lo habría entendido el presidente Toledo al recurrir a voces mucho más enteradas que las de esos ilustres imbéciles que hicieron público el disparate ante el país.

Pero hay más aún. A partir de la próxima semana un parlamentario estaría haciendo revelaciones, con facturas, contratos y datos incontrastables, en que estarían involucrados algunos amigotes del ministro del Interior como el ex-procurador de Fujimori, José Ugaz. Por tanto, había que crear un “bolivianazo” o cualquier cosa con tal de tener una buena excusa para apagar los incendios que se vislumbran en el horizonte.

Como se recuerda, el cáncer del amiguismo entre Fernando Rospigliosi y José Ugaz, hizo que el ministerio del Interior entregara a Proetica, la ONG privada de este último, la supervisión de los combustibles. No ha sido suficiente que metieran la pata con el tema de los uniformes policiales. Total en el Perú todo vale cuando hay compadrazgos y amigotes. ¡Y frente a esto las ONGs no protestan ni marchan por las calles!

En nuestro país hay unos farsantes que ganan en dólares y cobran con las dos manos. Hay mamarrachos que se ponen saco y corbata y hablan en nombre del pueblo al que dicen representar con una pequeña salvedad: ¡ni ellos votan por éstos! ¡Es más: tienen que cambiar el discurso porque se les reputa como sectarios, fanáticos y anacrónicos!

Esperemos los días que vienen y dejémonos de excusas y cortinas de humo.

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.