¿Miente Almeyda? ¿Miente Olivera? ¿No será que ambos lo hacen con sospechoso mar de fondo pleno en verdades acusatorias de juegos sucios, contubernios apestosos y negociados aún por esclarecer? Almeyda no se maneja solo. Ni Olivera da puntada sin hilo. En esta oportunidad, al medio, como una carne prisionera, está, por desgracia, el presidente Toledo. El cáncer de la corrupción generalizada es un hecho innegable y no hay necesidad de echar la culpa a ninguna mafia ajena porque hay propios sinverguenzas y aprovechadores.

Ahora se entiende porqué Rospigliosi anunció un “bolivianazo” y la causa del mamarracho de acusación constitucional de PP y del FIM contra los jueces. Simples como groseras cortinas de humo. ¿Nadie se ha preguntado cuál la o las causas de que en tantos años de carcelería de los supuestos grandes mafiosos, no se hayan encontrado las pruebas enormes de sus latrocinios y delitos? Ineficacia, estupidez, torpeza, falta de imaginación y brutalidad son las características de tanta bulla con mínimos resultados.

Para algunos partidarios del gobierno, situados en puestos muy altos de la administración pública y política, es decir, funcionarios y consejeros, aparecer en los medios constituye una medida de su “carisma” y “pegada”. Lo aberrante es que lo hacen sólo en matrimonio con escándalos, defendiendo lo indefendible, propagando absurdos o hablando como idiotas con una papa en la boca para parecer intelectuales o doctos, cuando sólo son maestros del ridículo más vituperable. Mediocres hasta la médula, no aconsejan, no gobiernan, no instruyen, no educan ¡no sirven más que para cobrar las decenas de miles de soles que le roban al Estado, por tanto, al resto de los peruanos!

Difícil encrucijada la que afronta el jefe de Estado. ¿Apoya a Almeyda y quita el piso a Olivera? ¿O hace lo contrario? ¿Se quedarán todos callados o alguno cantará secretos hasta hoy muy bien guardados? ¡Es una hora oportuna de tomar distancia de estos enjuagues y bien haría el presidente Toledo en licenciar, de una buena vez a los alborotadores profesionales! ¡Y para eso se necesita sólo una cosa: pantalones bien puestos!

¡Qué increíble que un militar suicidado o a quien suicidaron, vía las declaraciones de Almeyda, revele hechos censurables, sin duda alguna, a niveles del aparato estatal! Eso amerita una investigación exhaustiva y desprovista de simpatías convenientes a cualquier otro propósito que no sea el implantar justicia y limpieza. Quien tome este intríngulis para ganar votos y supuesta imagen, no se diferencia en nada de los mercaderes que tanto asco generan.

¡Es hora de tomar decisiones! ¡Y pensemos que más allá de estas trapacerías hay un país que demanda caminos de progreso en democracia y libertad sin corrupción!

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.