El Estado de Veracruz se debate en la situación contradictoria de hallarse en un atraso inexplicable por sus enormes recursos y su papel rector en una congomerado istmeño que comienza en Tehuantepec y termina en la frontera de la América Central con Panamá. Lo que suceda en Veracruz será importante para todos.
Mientras duró la Guerra Fría, la frontera sur de México fue objeto de una atención especial de parte de las potencias económicas sobre todo de Estados Unidos, por la importancia de la zona de los istmos: el panameño donde está la zona del Canal, y el de Tehuantepec, en el centro de México, ocupando éste espacios de los estados de Oaxaca y Veracruz, precisamente donde empieza la biodiversidad custodiada por infinidad de Organismos no gubernamentales de vocación ecológica.
En la actualidad la importancia de las zonas isleñas centroamericana y de Tehuantepec no es tan notoria como en el pasado, aunque sí hay desarrollo de modelos regionales, que se integran en la zona a despecho de las localidades. El más impactante sería el que Pacific Union se propone establecer entre el veracruzano puerto de Coatzacoalcos y el oaxaqueño de Salina Cruz, a lo largo de cuya doble vía se daría la comunicación ferroviaria que iría con mayor velocidad que por el canal de Panamá todo tipo de carga de un ocáeano a otro.
De tal manera, a partir de la frontera panameña con América Central hasta el Istmo de Tehuantepec se forma un corredor, que es el contacto directo entre la América del Norte y la del Sur, conformando un conjunto cuyas partes tienen unidad histórica, porque está incluido dentro del espacio geopolítico del denominado Mediterráneo Americano o área hegemónica de Estados Unidos desde mediados del siglo XIX.
Es poco usual asociar a la parte meridional de México al conjunto geográfico que suele identificarse con los países centroamericano. Sin embargo, en su Geografía universal (tomo dedicado a las Indias Occidentales) el geógrafo francés Elisée Reclus distinguía desde 1891 un México oriental más allá del Istmo de Tehuantepec, del México propiamente dicho. Este conjunto meridional mexicano está mejor emparentado con la América Central que con el norte de México. Pero como la integración prevista por el Plan Puebla Panamá no se realizará, la realidad geopolítica, social y económica de la región sigue suscitando expectativas de las que sólo hay noticia en los centros de poder norteamericanos y desde luego de los británicos cuyos observatorios están en Belice. Allí donde se juega en los sistemas electrónicas con las posibles fragmentaciones territoriales de México, las cuales no sorprenderían por cierto a Reclus.
Mientras en la parte septentrional de México hay una tendencia a parecerse a Estados Unidos, en la parte meridional los procesos de inclusión y exclusión se dan de manera violenta, en ocasiones más creciente que otras. Así es como en el proceso electoral de Veracruz, que está a punto de iniciarse con la elección de su candidato al gobierno estatal, ha incluido las imputaciones que el diputado Miguel Angel Yunes lanzó contra el senador Fidel Herrera Beltrán, de narcotráfico. Por si algo faltara la acusación de Yunes va asimismo contra el actual gobernador Miguel Alemán, a quien acusa de proteger a Herrera Beltrán y de haberlo impuesto como candidato del PRI a gobernador. El principal contendiente de Herrera Beltrán fue Gustavo Carvajal.
Los conflictos relacionados con la delincuencia, de los que apenas hay noticia en Veracruz desde que Miguel Alemán comenzó a gobernarlo hace cinco años, proporcionan carta de naturalidad a una región donde el poder federal apenas llega y la complejidad socioeconómica apenas es comprendida. En ese periodo de cinco años Veracruz lo mismo que Tabasco o El Salvador, sus tendencias disolventes superan con creces a las que los vinculan como estados nacionales o como parte de uno mayor, en este caso México. En este sentido la delincuencia ha actuado como desintegrante político,pues es bien sabido que en América Central y el sur de México que no hay poder público, por ejemplo capaz de someter a la asociación delictiva Mara Salvatrucha, que se encuentra en plena actividad en toda el sur y sureste de México y américa Central y que si se quisiera someterla habría que echar mano del poder de la mafia mexicana de Los Angeles porque las policías en la región son ineptas ante la complejidad de la delincuencia más o menos organizada.
Veracruz tiene una población que vive de la explotación petrolera en disminución, de la agricultura en crisis porque no soportó la competencia con Estados Unidos y una ganadería ahora de baja calidad. Su litoral le permite el acceso a una pesca extensiva desorganizada que recibe a la vez el ataque contamínate de PEMEX en la Sonda de Campeche y el saqueo de pescadores extranjeros. En México 151 de sus 350 especies que se capturan de manera regular están en peligro por la sobre explotación. La vida en el mar ya dejó de ser considerada dentro de los recursos «inagotables».
Tres etnias que viven de una economía agraria de autoconsumo (totonaca, náhuatl y tenek) llevan muchos siglos intentando incorporarse sin éxito a la vocación occidental de la cultura local. Ahora sus integrantes están mayormente bajo la influencia de los grupos religiosos minoritarios y de la religión hegemónica mediante los postulados de la teología india. Los diseños de control de las etnias escapan asimismo de la comprensión y el control del estado, lo cual el gobierno estatal intenta subsanar mediante sistemas de espionaje que no tardan en ser puestos al descubierto. Esto, que se suma a la irritación de la clase media desplazada por el desempleo, agrega a su infortunio los precarios niveles educativos de esta entidad federativa tan potencialmente rioca y tan pobre a la vez por la ineptitud administrativa
Este clima degradado proporciona a las etnias, y los grupos religiosos minoritarios, que suman el 25 por ciento de la población una capacidad sin precedente de decidir el destino veracruzano, que está particularmente dotado de factores geopolíticos. La experiencia estadística electoral ha demostrado que las minorías étnicas y religiosas votan por la estabilidad. Pero esta vez, con Fidel Herrera Beltrán como candidato del PRI a gobernador, la preferencia electoral por él no garantiza la estabilidad en Veracruz.
Herrera Beltrán es un político corrupto. el fue quien manipuló el fraude electoral que hizo que Carlos Salinas de Gortari alcanzara la presidencia de la República. Siendo diputado del salinismo intentó que la Cámara Baja aprobara el programa de salvamento de los bancos sin que hubiese investigación de los motivos de las difucultades del sistema financiero.
La alternativa a Fidel Herrera es Dante Delgado, fundador del partido Convergencia Democrática, sometido a los designios oligárquicos que administra en la secretaría de Relaciones Exteriores la subsecretaria de asuntos globales Patricia Olamendi. Dante ha anunciado su deseo de postular a Jorge Castañeda como candidato a la presidencia de la República en 2006, lo cual le ha atraido la enemistad de los sectores opuestos a la globalización enmascarada que propicia en México George Soros. Sin embargo, las minorías religiosas votarían por Dante.
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