Gran parte de nuestros políticos, incluida la clase progre, usan el mismo lenguaje económico liberal. Creen en las inversiones extranjeras suponiéndolas indispensables para nuestro progreso y en el peligro de sanciones económicas y aislamiento. La historia nacional muestra que eso no es rigurosamente cierto. Vale la pena repensarlo.

Comencemos por reconocer una verdad innegable: ningún país rico se desarrolló, ni se mantiene desarrollado, con la libertad de comercio, sino por el proteccionismo.

Estados Unidos con su Guerra Revolucionaria de la Independencia, así la llamaban, escandalizó a la Europa colonialista declarándose libre el 4 de julio de 1776, trece años antes de la Revolución Francesa. Le aplicaron por ello aislamiento y bloqueo por muchos años, situación que favoreció su industrialización.

Pese a nuestra grave crisis actual, que los agoreros del entreguismo nos quieren presentar como terminal, podemos observar que la banca extranjera, y los inversionistas buitres de la usura y la especulación, no se han movido del país. Ni lo harán. Eso sí, seguirán por un tiempo llorando con amenazas, presionando, para obtener más compensaciones. Y, ¡oh casualidad! cuentan con el apoyo del agonizante FMI.

¿Por qué no se van, ni irán, los inversionistas? Porque la Argentina es una vaca lechera de diez tetas, donde la rentabilidad aquí es increíblemente alta, cuando la tasa internacional no llega al 2 % anual y porque han adquirido, a precio vil, riquezas que no querrán perder.

Ejemplo industrialista sanmartiniano

Durante la época colonial, España impuso la prohibición de comerciar con los extranjeros y todo debía pasar por la monopolista Casa de Contratación de Sevilla. Pero, ¿qué pasó entonces en el territorio del Virreinato del Río de la Plata?. Este se vio obligado a generar artesanías e industrias para abastecer sus necesidades.

El General José de San Martín buscó ser designado Gobernador de Cuyo, porque en especial en Mendoza, contaba con una industria metalúrgica que trabajaba los metales necesarios para armar su Ejército Libertador en el Plumerillo.

La fabulosa obra de San Martín no fue solo la de adiestrar casi 6.000 hombres para hacer la guerra, sino también proveerle de los medios militares para ese fin, adiestrándolos para la dura empresa de atravesar la Cordillera de Los Andes por sinuosos senderos hasta los 4.000 metros de altura. Una proeza de profesionalidad y eficacia militar y logística.

Para ello contó con la inestimable colaboración y conocimientos de Fray Luis Beltrán. Este valiente cura-soldado no dirigió tal hazaña rezando, sino arremangándose la sotana y dirigiendo con probada capacidad la fundición y fabricación de pertrechos, incluida la pólvora. Desde muchos años atrás, los criollos explotaban sus minas de cobre y estaño para con su aleación hacer bronce. Y con fundiciones propias.

Todo el parque militar del Ejército Libertador, elaborado en Mendoza, siguió luego sirviendo a la gesta de Simón Bolívar, porque los dos próceres tenían sus ideas bien claras y se llamaban compatriotas. De ambos, interpretando con grandeza el sentir de sus pueblos, nació la idea de la Patria Sudamericana. Y el venezolano convocó al Primer Congreso Sudamericano de 1823 en Panamá, que entonces era parte de Colombia.

Desgraciadamente, las cosas cambiaron. Estados Unidos, que no fue invitado a aquel Congreso, 125 años después inventó la inútil OEA, prácticamente como una verdadera dependencia del Departamento de Estado, instalando su central en Washington. Ahora va por el ALCA.

El progreso bajo el bloqueo franco-británico

Ante las intenciones colonialistas de Francia e Inglaterra, apoyadas por corsarios extranjeros (como Garibaldi) y parte de la clase progre argentina europeizante emigrada en Montevideo, Juan Manuel de Rosas opuso heroica y firme resistencia. Pero nada podría haber hecho de no disponer de hábiles artesanos para abastecer las necesidades de más de diez años de bloqueo agresivo del Río de la Plata y aislamiento.

Allí se lució el almirante Guillermo Brown. ¿Cómo? Ante todo con un sin igual coraje, pero también con bergantines y otras embarcaciones construidas y armadas íntegramente en Corrientes. Sí, en Corrientes. Y con esa flota tuvo en jaque a las fuerzas navales de las entonces dos mayores potencias militares del mundo, Francia e Inglaterra, las que terminaron pidiendo la paz y retirándose con honores al pabellón argentino.

Pero inmediatamente después de Caseros vinieron los progres ilustrados del liberalismo de levita europeizante, enemigos todos de la barbarie federal de criollos e indígenas, firmando con los ingleses la libre navegación de los ríos y la libertad de comercio, que fue destruyendo todo lo conseguido con el trabajo de nuestros paisanos de vocación industrial.

Más tarde vivimos un veranito industrial durante la Primera Guerra Mundial con el gobierno de Hipólito Yrigoyen. Ante la imposibilidad de abastecernos los ingleses, surgieron diversas fábricas criollas, comenzándose a producir ciertas manufacturas hasta entonces importadas. Felizmente, alcanzó el mandatario radical (radical de los de antes, los de origen federal) a declarar propiedad de la Nación a todos los hidrocarburos líquidos, sólidos y gaseosos. Es decir, el petróleo y sus variantes.

Intentando Yrigoyen continuar con la política nacional en su segunda presidencia, lo derrocaron los conservadores con el apoyo de no pocos dirigentes radicales.

La década del General Perón

En 1943 llegó al poder revolucionario efectivo, el entonces Coronel Juan Perón y el progreso tomó un impulso increíble: su obra económica y social gana el apoyo popular y en 1946 asume la Presidencia de la Nación por amplia mayoría. Estimulando la investigación científica y técnica, el país agroganadero de vacas gordas y peones flacos, llegó a fabricar hasta aviones a chorro y exportar productos manufacturados

No solo logramos exportar, sino también transportar en grandes barcos propios lo que enviábamos y traíamos de otros países. Astilleros alemanes estaban paralizados en un país con hambre. Por gestión del sabio Miguel Miranda, que nunca pisó una universidad, se cambiaron navíos nuevos por cereales y se obtuvo así la tercer flota mercante del mundo. Pero el golpe de 1955, destructor y fusilador, nos encadenó de inmediato al FMI y desde entonces lo padecemos.

Perón sin inversiones y con bloqueo económico

El General Perón sufrió un bloqueo económico feroz de norteamericanos e ingleses, quienes se oponían a cualquier tipo de transferencia de tecnologías. Pero allí surgió otra vez la creatividad criolla para sustituir productos importados. Las obras concretas y el montaje de la justicia social, significaron un aliento para lanzarnos a hacer mejores autos, camiones, locomotoras, lanchas, barcos y figurar entre los pioneros en capacitación atómica.

Perón fue convencido proteccionista pese a las presiones internacionales. Muchas empresas criollas nacieron por los préstamos blandísimos y el monopolio interior, porque no estábamos aun en condiciones de competir en el mercado mundial, cosa que se fue logrando progresivamente, aumentando las exportaciones industriales.

Revivamos esa conciencia histórica con una política de estado entre todos. ¡No temamos al imperio colonizador del capitalismo salvaje como lo llama Juan Pablo II!, pues está en juego hasta la integridad territorial. ¡Cuidado con los falsos cucos!.