El gobierno altiplánico, en soberana decisión, anunció que su gas saldrá para la exportación, a través del puerto peruano de Ilo. Este hecho de enorme expectativa, no comporta, bajo ningún punto de vista, canjes territoriales, cesiones imprudentes o traiciones oportunistas de aquellos que todo lo ven dinero en desmedro de la historia, la tradición constructiva y la sangre derramada por nuestros compatriotas del pasado.

Ha dicho el canciller Manuel Rodríguez Cuadros, reafirmando nuestra posición institucional, que el tema de salida al mar es un asunto bilateral entre Chile y Bolivia. Creo importante puntualizar que si existe alguna posibilidad sobre el anhelo boliviano, éste deberá confirmarse por tierras que fueron de este país antes de la guerra de 1879.

En julio próximo y vía el referéndum el pueblo boliviano confirmará o denegará la decisión de su gobierno. Es objetivo -e imprescindible- que Cancillería entienda que sentarse en la puerta de la tienda para ver cómo pasan los enemigos es un acto suicida, ocioso y anti-moderno. Si queremos contribuir a una decisión soberana que convenga a los altos intereses del Perú, simplemente hay que forjar su impulso dinámico e irrebatible, desde abajo y desde dentro.

El Perú tiene, en virtud del Tratado de Paz y Protocolo Complementario del 3 de junio de 1929, derechos irrenunciables en Arica y además tendrá que haber previo acuerdo para cualquier cesión en esa tierra que antes fue del Perú. Sólo Chile y Perú tienen acción directa en Arica. Ningún otro país, por historia y por la juridicidad existente, posee participación de cualquier clase.

Que el gas boliviano salga en futuro cercano por un puerto peruano es un asunto comercial interesante y atractivo para nuestro país. Pero no puede aceptarse que este impulso sea mañosamente involucrado o mezclado con la Convención del Mar, con la delimitación marítima pendiente con Chile ni con corredores por Arica. No sería raro que los quintacolumnistas muy bien pagados en diversos medios, empiecen con estas majaderías venales.

Resulta útil e informativo subrayar que hay un malestar, precisamente por el gas, entre Chile y Argentina. Si Bolivia opta, como hasta hoy, en sacar éste por Perú, será evidente la singularidad energética en que se verá el país austral. ¡Hay que evitar a toda costa que el gas del 2004 se convierta en el salitre de 1879, pretexto que ocasionó una guerra invasora que nos hizo perder Tarapacá y Arica!

Ni triunfalismos exóticos e irresponsables, ni traiciones aleves y globalizantes que privilegian tan sólo el dinero y no el porvenir social y autónomo de los pueblos latinoamericanos.

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!