Aristide: El Padrecito, nuevamente en el exilio

La veterana congresista del Partido Demócrata, Maxine Waters, denunció en Washington, que el subsecretario de Estado para Latinoamérica, el ultraconservador Roger Noriega y la Agencia Central de Inteligencia, junto al funcionario cubano-americano Otto Reich, prepararon la caída de Aristides y la posterior invasión, como advertencia a Cuba y a la Venezuela de Hugo Chávez.

«La CIA siempre ha tenido las manos metidas en Haití y Noriega odia a Aristide, y además de apoyar a la oposición es el responsable de la política de ahogo económico», afirmó Waters a la periodista Rosa Townsend corresponsal del diario El País, de Madrid.

En Washington, las acusaciones sobre el «desinterés» de la Organización de Estados Americanos (OEA) y, sobre todo, de su secretario general el ya saliente César Gaviria, sobre el futuro de Haití, siguen creciendo, sumado a las preguntas sobre qué fue a hacer en 18 viajes a Puerto Príncipe, el delegado de Estados Unidos en el organismo continental, Luigi Einaudi.

Aristide había estado bajo intensa presión impartida tanto por los rebeldes armados que lograron tomarse la mitad del país en las últimas semanas, como por la comunidad internacional, cuyas sugerencias de que su dimisión era la solución a la crisis se tornaron cada vez más fuertes.

El mandatario, quien insistía en terminar el período presidencial para el que fue elegido asumió que quedarse en el poder hasta 2006 no era posible.

La Casa Blanca culpó directamente al mandatario de la crisis que atraviesa el país caribeño, haciendo eco de los comentarios de Francia y Canadá, que también le habían sugerido a Aristide que examinara con cuidado su situación. El presidente partió el domingo 29 de febrero, en la mañana. cuando las fuerzas de la oposición estaban a las puertas de la capital, Puerto Príncipe, amenazando con atacar en cualquier momento.

Fantasmas del pasado

La reaparición de ex dirigentes paramilitares que fueran declarados culpables de violaciones de derechos humanos cometidas en el pasado como líderes de la fuerza armada de oposición avivó un conflicto que ya se ha cobrado demasiadas vidas, afirma Amnistía Internacional mientras la crisis continúa empeorando en Haití.

«El fantasma de los abusos cometidos en el pasado todavía no ha dejado de constituir una amenaza para Haití. En esta etapa crítica en que el Estado de derecho es tan frágil, lo último que necesita el país es que quienes cometieron abusos en el pasado ocupen puestos de liderazgo en la oposición armada.»

Entre ellos está el ex dirigente paramilitar Louis Jodel Chamblain. En septiembre de 1995, Chamblain estaba entre los siete altos mandos militares y paramilitares que fueron declarados culpables in absentia y condenados a trabajos forzados a perpetuidad por participar en la ejecución extrajudicial de Antoine Izméry, conocido activista en favor de la democracia, cometida en septiembre de 1993. Chamblain se había exiliado para eludir su procesamiento.

Otro de estos dirigentes, Jean Pierre Baptiste, alias Jean Tatoune, también fue dirigente paramilitar y condenado a trabajos forzados de por vida por participar en la matanza de Raboteau en 1994. Estaba entre los presos que escaparon de la prisión de Gonaïves durante la fuga, en agosto de 2002, de Amiot Cubain Métayer, líder ya fallecido del grupo entonces favorable al gobierno que tomó violentamente el control de Gonaïves el 5 de febrero. Miembros de las bandas que actuaban bajo la dirección de Jean Tatoune han sido acusados de numerosos abusos perpetrados contra representantes del gobierno y sus seguidores, así como contra otros habitantes de Gonaïves, en los últimos meses.

Información general

Louis Jodel Chamblain y Jean Tatoune pertenecían ambos a la organización paramilitar Frente Revolucionario Armado por el Progreso de Haití (Front révolutionnaire armé pour le progrès d’Haïti, FRAPH), formada por los jefes del ejército que se convirtieron en los dirigentes de facto del país tras el golpe de 1991 contra el entonces presidente Jean Bertrand Aristide. Los miembros del FRAPH fueron responsables de numerosas violaciones de derechos humanos antes del restablecimiento de la democracia en 1994.

Al principio el grupo se denominaba Frente Revolucionario por el Progreso de Haití (Front révolutionnaire pour l’avancement et le progrès haïtiens). Las siglas FRAPH recuerdan fonéticamente a las palabras «golpear» y «azotar» en francés y criollo.

Antoine Izméry fue abatido a disparos en la iglesia del Sagrado Corazón de Puerto Príncipe el 11 de septiembre de 1993, cuando asistía a misa. Se trataba de una misa en conmemoración del quinto aniversario de una matanza perpetrada durante un atentado contra Aristide, quien entonces ejercía como párroco, el 11 de septiembre de 1988 en la iglesia de San Juan Bosco en La Saline, barrio marginal en las afueras de la capital.