La torpe vocación suicida del Congreso no necesita de mayor demostración. Desde las altas cumbres de mando de este poder del Estado se pretendió yugular un esfuerzo por firmas para un referéndum en torno a una Asamblea Constituyente. Y el resultado no pudo ser peor: hay una mayoría inmensa que sabe que este Parlamento no sirve para nada y anhela otra institución que haga una carta magna. Me corrijo: sí es útil para que 120 legiferantes cobren decenas de miles de dólares y para que tropas de secretarias y pelotones de asesores, con cientos de celulares, autos y vales de alimentación, malgasten el dinero del pueblo impunemente.

El Congreso ha inventado otra fórmula cínica: una vicepresidencia más. Dentro de poco, con este método de cuoteo satisfactorio de apetitos parroquianos, vamos a tener 110 integrantes de la Junta Directiva. ¡Como si no bastaran los ineptos que ahora lo son!

En un esquema teórico el Congreso representa un gozne más que importante para cualquier democracia y más si se trata de una que recién gatea. Las asambleas cómplices, envilecidas por ignorantes y mercachifles que sólo buscan negocios y conveniencias, debieran ser parte de la historia a borrar. ¡Pero se da la circunstancia malhadada que hoy se están repitiendo los peores vicios de los Congresos más malos! ¡Casi se está al nivel abisal de la porquería que fueron los rebaños fujimoristas! ¡Y esto es inadmisible!

Por ejemplo, la bancada gobiernista da preferencia a líos intestinos, chabacanos al 100% que dedicar su tiempo a difundir y defender a su régimen. El resultado no puede ser más grotesco: el titular del Ejecutivo, el presidente Toledo, es recipendiario de los peores insultos y calificativos porque sus representantes congresales no son lo que debieran ser: escuderos o barreras obligatorios e inexcusables de su gestión gubernativa. ¿De lo contrario para qué sirven estos malos funcionarios del Estado?

Nadie pide servilismo, pero sí se demanda orden, disciplina y sentido democrático. Por tanto el nivel del debate tiene que residir en la calidad de los que en él participan, si son como hoy, casi al borde del autismo, entonces hay que jubilarlos ¡de una buena vez!

Carlos Ferrero tiene un raro apego a la presidencia. Y más de uno quisiera reemplazarlo. La pregunta es ¿es el continuismo una nueva doctrina? ¿no es la misma cantaleta que nos recitaban los delincuentes fujimoristas? La sentencia constitucional mexicana: Sufragio efectivo, no reelección es hoy de obligatoria y decente lectura. Toda repetición es una ofensa y hay que renovar el Congreso y airearlo de los vicios que le han convertido en una de las instituciones más repudiadas y.... ¡caras!

En esta misma edición damos cuenta de las refinadas mañas que se emplean para que las cuotas del poder interno en el Congreso persistan vigentes en otros escalones. Aprovechando de donaciones y recursos, unos pocos mangonean a su antojo y unos muchos se contentan con ver, oír y callar.

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

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¡Un Congreso de juguete!
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Editorial Pura Verdad del 5-5-2003