Los del gobierno se mueren de miedo que el Congreso sancione la vacancia presidencial y por eso elevan la barrera de votos válidos. Los de la variopinta oposición se desgañitan berreando porque se bote a Toledo. Pregunto en voz alta: ¿y quién se agarra la papa caliente de un país en eclosión, hirviendo de odio y con masas empobrecidas por un régimen inepto en nombre de la democracia y la gobernabilidad?

Ningún partido, movimiento, líder o gavilla, desconoce qué ocurre en la nave del Estado y sabe muy bien que está al garete y en medio de una tormenta social cuasi inmanejable. Hablan porque tienen boca y la inercia signa gran parte de sus expresiones. Quien está en el llano critica y siempre da en el blanco. ¿Qué mérito hay en ello? En cambio, los responsables precarios del régimen saben de su olímpica incapacidad y día que pasa, día en que aumentan sus errores. Como si los que hay, no fueran suficientes.

La paradoja política peruana es de tal magnitud que todas las contradicciones tienen algo de verdad y conviene recapitular una apretada síntesis. Dicen las encuestas que los partidos y los líderes tienen un mínimo de credibilidad. Por tanto, carecen de convocatoria para un gobierno transitorio, de emergencia o de recambio. ¿Qué hacemos con estos políticos? ¿Los enterramos vivos o los echamos al mar, amarrados con piedras de 100 kgs? Es muy probable que nadie los eche de menos.

¿Estamos entonces frente a la descomposición total? ¿Cabe la posibilidad de alguna aventura militarista? De repente sí, pero tiene, desde ya, la desaprobación oprobiosa pero real del vecino grande del Norte que impone TLCs, arreglo con sus empresas en materia tributaria y abusa cual nazis redivivos con prisioneros iraquíes indefensos y rendidos.

¿Quién le pone el cascabel al gato para hacerse cargo de un interregno, no depurador como quiere y sugiere lúcidamente Javier Valle Riestra, sino tan sólo para procurar algo de orden? Yo afirmo que ninguno de nuestros políticos tiene la valentía suficiente de agarrar al toro por las astas porque temen “quemarse” para más adelante. La ambición personal y egoísta prevalece ante un llano en llamas.

En consecuencia ¿de qué vacancia estamos hablando?

No sólo la política y gran parte de los políticos están podridos hasta la médula. También la prensa y múltiples periodistas; la administración pública tradicionalmente inmoral; sin duda alguna los empresarios vividores de licitaciones con nombre propio y las empresas extranjeras que creen que ser rentables es explotar inhumanamente a los trabajadores para que ellos se hagan ricos en pocos años. El Perú reclama, desde muy dentro de su ser, una refundación.

¿Quién genera o promueve la refundación? La pregunta es de difícil respuesta por todo lo dicho.

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.