La aprobación por el Congreso de las regalías mineras debe verse como una
importante victoria para las regiones y pueblos, pues atiende sus reclamos
por una participación justa en las riquezas generadas por la explotación de
sus recursos naturales. Sin embargo, hay poderosos grupos económicos que se
oponen a que se establezcan las regalías y han desatado una masiva campaña
periodística pidiendo que el presidente Toledo no promulgue la ley de las
regalías.

La Constitución señala que los recursos naturales, renovables y no
renovables, son propiedad de la Nación, y el Estado es soberano en su
aprovechamiento. Si un agente privado desea explotar estos recursos,
entonces el Estado tiene derecho a una compensación económica -que no es un
impuesto- por la pérdida de patrimonio natural. Las regalías son justamente
ese instrumento mediante el cual regiones y municipios son compensados, y
participan en los beneficios creados por la minería.

Los grupos contrarios a las regalías alegan que éstas son antipatrióticas
porque nos harían perder competitividad ante Chile. Lo que hay que entender
es que lo antipatriótico es permitir que los recursos minerales, que son
patrimonio de toda la nación, sean explotados por particulares sin otorgar
al Estado una compensación económica. El Perú es un país muy atractivo para
la minería por múltiples factores: variedad geológica, alta ley de los
yacimientos, bajos costos de la mano de obra, etc. Es absurdo alegar que
nuestra competitividad -no sólo ante Chile sino ante cualquier país- va a
venirse abajo por establecer regalías mineras, con tasas razonables
escalonadas, y con mecanismos de protección para la pequeña minería y
minería artesanal.

El establecimiento de regalías es apoyado por múltiples Gobiernos
Regionales: Moquegua, Pasco y Huancavelica -todas regiones mineras- se han
manifestado a favor, lo mismo que numerosos municipios. Toledo está en la
obligación de escuchar el clamor ciudadano y promulgar la ley de regalías de
inmediato. Si Toledo se deja influenciar por las presiones de los lobbies
mineros y no promulga las regalías, entonces habrá cometido una gravísima
injusticia, por la cual tendrá que responder ante el pueblo peruano.