El APRA concluyó su Congreso superando las confrontaciones internas con una
Secretaría General Colegiada. Ratificó el liderazgo de Alan García y
demostró cómo se prepara para el poder vía un amplio frente social para el
2006 o antes si el deterioro oficial obliga al adelanto de elecciones. Ha
quedado clara su opción ideológica de centro izquierda con su acercamiento
al centro -al haber encargado al moderado Jorge del Castillo la Secretaría
General para el frente externo- tanto como a los sectores radicales que
impulsan el paro del 14 de julio que apoyarán contra viento y marea.

Del Castillo no tiene un perfil izquierdista pero mantiene buenas relaciones
con las fuerzas sindicales y populares con las que coordinó permanente y
eficientemente, en ausencia de AGP, junto a Gustavo Mohme Llona, durante la
sostenida lucha contra la dictadura. Sostiene buenos nexos con los sectores
empresariales con quien el aprismo deberá contar para concertar la ancha
base como para preparar el Plan de Gobierno, sin dejar de mencionar que para
gobernar la definición del mejor y mas amplio entorno tecnocrático será
indispensable. Si el PAP está decidido a ser eje del frente, con
participación de otras fuerzas políticas e independientes del polo social
demócrata peruano, está en el buen momento y con el dirigente idóneo y
autorizado.

La centro izquierda del APRA pasa por su conexión con la modernidad social
demócrata presta a ganar por estos días las elecciones para el Parlamento
Europeo. Si bien el martirologio aprista, del cual da emocionada fe el
patriarca Armando Villanueva en libro de reciente factura, y la influencia
intelectual y política de Haya de la Torre, son elementos de la mística que
ha signado la historia del siglo pasado, en el siglo presente les urge
afianzar su ideología y actualizar su programa. Pueden sintonizar con Tony
Blair y Gérard Schröder quienes en Junio de 1999 llamaron a recrear un
espíritu de comunidad y de solidaridad, reforzando el compañerismo y el
diálogo entre todos los grupos de la sociedad, desarrollando un nuevo
consenso para el cambio y la reforma. Blair usa la empresa y el negocio como
motor de la prosperidad en una economía donde el antagonismo capital/trabajo
ya no tiene razón de ser. Pueden coincidir con impulsar un Estado que
refuerce el funcionamiento de la sociedad, de la nación y de la familia en
la visión pluralista del socialismo francés que habla de alianzas entre
clases con intereses divergentes sin sacrificar los intereses de las clases
populares a los de las clases medias.

Pero la clave estará en la relación con el poder económico. Lionel Jospin
reconoce el rol positivo de la empresa pero no se asocia con el poder
económico. Entiende la alianza de excluidos, clases populares y clases
medias como contrapeso al poder del capital. El empresario no es adversario,
es útil en la creación de riquezas y de empleo. El capitalista no es un
enemigo pero tampoco un aliado. Para Blair las relaciones del socialismo en
el gobierno, con la economía de mercado, se inspiran en crear mejores
condiciones para que la economía genere riqueza y empleo. Su visión
pragmática trata de arreglar los problemas de redistribución social con una
presión fiscal importante.

¿Es posible practicar un compromiso central con el liberalismo económico sin
abandonar los valores del socialismo y sin que crezcan las desigualdades
sociales? ¿Cómo aceptar la economía de mercado sin sociedad de mercado? Las
divergencias prácticas en el contexto globalizado son las más amenazantes
como lo está demostrando el gobierno de Lula da Silva en Brasil. El APRA
post Congreso ingresa a una etapa de definiciones de fondo, intelectuales y
políticas, necesarias para su proyecto de gobierno, antes de la soñada
victoria electoral, ni tan cantada ni tan imposible como muchos quisieran y
otros tantos temen.