Un imaginario fue la X Feria del Libro del Pacifico colombiano que no correspondió a la expresión "libre" del pensamiento. Al interior del coliseo de la universidad del Valle, donde se llevó a cabo el evento, era la exposición de libros; afuera de él era la feria de Cali donde la expresión comercial dominaba. En la entrada una carpa comercial de venta de celulares. La calle peatonal de acceso al coliseo transformada en calle gastronómica. En los alrededores venta de todo tipo de artículos y allí tres proyectos alternativos a la feria del libro, propuestos por estudiantes.
Pero el imaginario con que llegamos a esta feria del libro, como lo mencioné antes, si era bien diferente. Nos imaginabamos que al interior de sus pasillos un violinista del instituto departamental de bellas artes iba a hacer su aparición repentina, en los tiempos que el mismo lo considerará. Nos imaginabamos la entrada dulce de la flauta, y al exterior del coliseo unos cuantos zanqueros, y al contrario de la calle gastronómica, la calle peatonal de las comparsas, y allí donde se ubicaron las tascas (carpas) que bien se hubieran situado los tablones de títeres. Y con un homenaje más, de los que nunca deberán cesar, a nombre de Enrique Buenaventura encabezando la X feria del libro.
La libre expresión cultural, de nuevo fue atada. La memoria y el respeto por quienes han dado tanto no estuvo presente. Y en medio de todo este "libre mercado", que atropella toda concepción hermosa y brillante como estrella de un imaginario de cultura, estos tres proyectos mantuvieron su propuesta.
Proyecto, "Siéntase y lea sin costo alguno"
Su imaginario: unos cuantos avisos de papel periódico que invitaban a leer y a sentarse en una silla acompañada de unos cuantos libros para leer sin costo alguno.
Papas, uno de los autores de esta iniciativa: "Este proyecto es de unos cuantos compañeros y compañeras que decidimos un día juntar los libros y empezar a leer. Luego esto empieza a extenderse, tratamos de conseguir otros libros distintos a los que regularmente circulan en el mercado. La idea era no conseguirlos al precio monetario que fuera, sino precisamente sin precio monetario: ya fuera por medio de intercambio, por estafa, soborno, o por apropiación legal o ilegal. Y de esta forma incrementamos nuestro banco de libros, al cual puede acceder toda la gente. Ya nos han visitado Dostowiesky, Marx, Biofilo, han llegado y se han quedado, pero en realidad se han quedado volando en las mentes de muchas personas.
Nuestro objetivo primordial es ese, sacar los libros, liberarlos y que cojan vuelo en la cabeza de cada quien. La gente se ha sentado, ha preguntado, ha sonreído pero persiste allí la naturaleza consumista, creo que es tal vez más natural que tomar teta de la mamá, porque insisten en que los quieren comprar y rehúsana llevárselos prestados. Algunos me han dicho "póngale precio", como con el libro de Fernando González, al fin al cabo la persona decidió llevárselo prestado, siento que corrí un gran riesgo, sintí que tenia tantas ganas de quedarse con él que de pronto se exilie cuando lo vaya a preguntar a su casa.
Proyecto, "Libre copia"
El stand es una carpa en el césped al lado del coliseo, hay fotocopias que están anilladas y una valla que reza, "el secuestro de libros es peligroso para la s....", una camisa estampada con el lema "Libre copia", y un letrero que precisa: "Derechos del lector". Hablamos entonces del proyecto:
"Nuestra intención era hacer un comentario que partió de algunas de nuestras investigaciones en clase y de allí derivó en lo que se traduce hoy como libre copia. Nos decidimos a mostrar nuestro stand portátil, expresando lo que sentíamos con respecto a la adquisición de libros, la posibilidad de acceder al conocimiento, algo que afecta a toda la comunidad universitaria. Por ejemplo, en la biblioteca de nuestra universidad hay un piso lleno de libros que no se pueden sacar de allí, no se pueden fotocopiar, a duras penas se puede acceder a leerlos, con un horario determinado en un espacio determinado. Eso es una especie de momificación de los libros.
Desde abajo: Los derechos humanos no tienen porque tener horario, tampoco el acceso al conocimiento. Es preocupante que la biblioteca de una universidad, no esté abierta las 24 horas permitiendo el libre acceso de toda la comunidad.
Libre copia: Enterarnos que en la feria hay libros a $50.000 y $100.000, textos que requerimos y a los cuales los estudiantes no podemos acceder, es doloroso. Muchas veces las cosas son silvestres pero cuando alguien las encuentra adquieren patente, aparece el dueño, la marca registrada, el copy right. En nuestro caso, la idea no es fotocopiar los libros y venderlos, es facilitar accesos.
Desde abajo: ¿El derecho del lector?
El derecho del lector termina siendo un juego del lenguaje, casi siempre el derecho del autor -de la empresa que los compra- prevalece. El lector es una voz silenciosa, es la voz de lo que se quiere adquirir y no tiene resonancia en ningún solar. El mercado es el que está marcando las pautas sociales, lo cual es absurdo. Por ello lo que queremos hacer es alzar un poco la voz desde esa parte silenciosa que es la que siempre termina pagando el plato roto.
¿Quiénes son los dueños de las palabras, quienes los dueños del patrimonio de la humanidad?, eso interroga uno de nuestros pequeños volantes que entregamos a los visitantes de la feria, con el fin de que reaccionen ante este absurdo de propiedades.
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