Anunció el ministro Alfredo Ferrero que en la próxima ronda de “negociaciones” del TLC en Lima, no se discutirá nada sobre la propiedad intelectual y la agricultura. Si estos son dos de los temas, importantes entre los importantes, ¿a cuento de qué sí se podría charlarlos más adelante? Hasta hoy la posición peruana ha sido humillantemente complaciente y el guión indudable es el norteamericano. Vamos de claudicación en claudicación y sólo Dios sabe ¡qué cosa van a pretender los “negociadores” que el pueblo apruebe en un referéndum!
Más adelante, suena a dar largas interminables y de fácil olvido. En el Perú hay una raza de vendepatrias, convenientemente disfrazados de tecnócratas, muy hábiles para dar gato por liebre y presentar la modernización globalizadora como una virtud y no como una engañifa de largo y doloroso proceso cuando no se la asimila con prudencia y capacidad local dignas. ¡Este es un caso más que patético!
Nótese que Estados Unidos le espetó a los países andinos, Ecuador, Colombia y Perú, que eran ellos quienes habían rogado por un TLC. Ellos rayan la cancha, ellos deciden qué y qué no se toca, cuándo y cómo, por qué y para qué. Los negociadores o el equipo de “lujo” están pintados en la pared como un simpático grupo de bobos escuchantes de cuanto diga Estados Unidos y repita el ministro Ferrero o sus adláteres, a quienes se les ha ocurrido la peregrina idea que todos son estúpidos en el Perú.
Ha dicho, además, el inefable Ferrero, que las “negociaciones” deberán terminar en febrero del 2005. En noviembre, hay comicios en Estados Unidos, y ya es vox populi que una eventual administración demócrata, revisará todos los tratados, incluidos los TLC porque hay clara conciencia que sólo favorecen a la nación del norte.
Los demócratas norteamericanos están claros en que necesitan impulsar el desarrollo latinoamericano. No por bondad ciertamente, sino por necesidad de ellos mismos. Si un nativo encuentra trabajo y posibilidad de hacer un proyecto de vida normal y de horizonte en nuestros pagos, ¿para qué emigraría a los Estados Unidos? En cambio, sí permanecerá produciendo en su tierra natal y alimentando el crecimiento de un mercado que podría generar una sociedad muy interesante con la nación del norte.
En Estados Unidos, el 25% aproximadamente del electorado es latino. John Kerry está casado con ecuatoriana y muchos de sus colaboradores cercanos tienen proximidad fraterna o filial con gente de nuestra América morena. Por tanto, conocen de la tragedia actual indoamericana y saben muy bien que si esto persiste el problema en Gringolandia se hace canceroso y sumamente explosivo. Deducen así que mejor una alianza que una importación continua de gente que puede llevar a situaciones inmanejables en un mundo con una Europa levantisca y una China en abierta y declarada expansión.
Un alto funcionario oficial me dijo: ¡el TLC es bueno! ¡Depende, eso sí, cómo se negocie! ¡He allí la clave! Hasta hoy sólo hemos visto claudicaciones vituperables y aquiescencias sumisas. ¿Podría adelantarse un pronóstico libre, justo y culto, frente a tantos desmanes? Lo dudo, simplemente, lo dudo.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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