Quizás él mismo no lo sepa. Pero el Presidente Bush se ha convertido en el «máximo común divisor» del mundo y de la nación americana. Si es su culpa o la de sus asesores que le llevan por el mal camino de la confrontación y la agresión indiscriminada en todas partes y contra todos, esa será tarea de los futuros historiadores.
Vamos a comparaciones. Cuando el artero ataque japonés contra los Estados Unidos el 7 de diciembre de 1941, el Presidente Roosevelt supo unir a todo el pueblo norteamericano sin necesidad de arrogancias ni soberbias. Su misión defensora de la libertad tuvo como fundamento la unidad nacional y la solidaridad mundial. Gracias al liderazgo de Roosevelt pudo América y el mundo librarse de la amenaza a la libertad que representaba el eje militar agresor integrado por los gobiernos totalitarios de Italia, Japón y la Alemania de Hitler. Hoy bien distintas que son las cosas.
Cuando el también artero ataque terrorista del once de septiembre el pueblo norteamericano, como lo hizo el 7 de diciembre de 1941, al lado de Roosevelt, se puso ahora junto al Presidente Bush para enfrentar con el apoyo de todas las naciones civilizadas de la tierra, la nueva amenaza del terrorismo fanático e irracional. ¿Quién le negó respaldo al Presidente Bush frente al ataque terrorista criminal que había sufrido la nación americana?. ¡Nadie! ¡Absolutamente nadie!
¿Y qué pasó? Pasó lo que nadie imaginaba. Que de nación unida y agredida, el Presidente Bush convirtió a los Estados Unidos en la nación agresora y dividida que lo es hoy en día. La primera víctima fue la verdad. La mataron con la mentira de las armas de destrucción masivas y la falsa alianza de Saddam Hussein con Osama Bin Ladeen. Víctima fue después, la Organización de las Naciones Unidas que también se dividió entre los países que se oponían a la guerra preventiva de Bush y los que lo siguieron en la aventura militar en Irak que tantas vidas le han costado al pueblo iraquí y a tantos soldados norteamericanos. Y las naciones que en sus inicios se colocaron al lado de Estados Unidos, como fue el caso de España, terminaron saliendo de Irak por la voluntad del pueblo español.
¿Y nosotros los cubanos? ¿Es que también no estamos divididos entre los que dicen «Mi familia primero» y los que proclaman que están con Bush aunque Cuba se hunda en el mar? Si eso no es división, que venga Dios y lo vea.
Aunque hay quien no quiere ver la realidad. Una realidad que dice que el mundo hoy está peor que el mundo de ayer por culpa de la soberbia y la arrogancia que conduce a la división. Que Irak está hoy mas dividido y peor que lo estaba ayer sin tanta muerte y destrucción. Que Estados Unidos estaba mejor ayer con Clinton que lo está hoy con Bush. Que la guerra de Irak es un fracaso. Que la economía norteamericana está hoy mas mala que lo que estaba ayer. Que los cubanos de Cuba van a sufrir mas por culpa de la cruel política de Bush que lo que han sufrido hasta hoy. Que la familia cubana está hoy mas dividida que lo que estaba ayer.
Hay que estar ciego para no ver la realidad. ¿Es que no se dan cuenta allá en las alturas, entre los consejeros que rodean al Presidente Bush que algo anda mal, pero que muy mal en cuanto a la percepción de la realidad del mundo en que vivimos?
Triste papel ese el de pasar a la historia como el «Máximo común divisor» y no el de gran unificador del pueblo americano y campeón de la paz mundial.
Claro está que cada cual escoge su camino y su destino. Hay que repetir: No hay peor ciego que el que no quiere ver.
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