Dice el ex-gerente general de Lima Airport Partners, Juan Antonio Casanova de San Simón, en oficio ingresado el 1 de julio y resuelto el mismo 1 de julio y dirigido al juez Cerapio Roque Huamancondor: “Solicito a su despacho se sirva disponer se autorice mi salida del país ordenando se cursen los oficios correspondientes, y que el presente pedido se tramite EN EL DIA por razones de URGENCIA”.

¿Qué hizo el juez?: “Autorizar al procesado Juan Antonio Casanova de San Simón la salida del país desde el primero al treintiuno de julio del presente año, debiendo informar su retorno para cuyo efecto ofíciese a las entidades autorizadas”. ¡Qué rápido este juez! ¿no?

Como una prueba “contundente” Casanova presenta un fax de la firma Joibe Asesores de Inversiones S.L con sede en Madrid que dice lo siguiente: “A quien pueda interesar: Confirmamos la necesidad de que el señor Juan Antonio Casanova San Simón se incorpore a su trabajo al objeto de cumplir con sus obligaciones laborales con carácter inmediato y no más tarde el día 1 de julio de 2004 so pena de sufrir las medidas disciplinarias que sean oportunas”. Y el juez Cerapio Roque Huamancondor, se asustó ante la penalidad anunciada para con Casanova y ¡concedió la salida del ibérico!

¿Qué pudo haber ocurrido como para que el juez Cerapio Roque Huamancondor reciba un oficio-mandato de Casanova y lo resuelva ese mismo día con una celeridad más que notoria? Sólo hay un argumento prohibido y que en este caso, es fácilmente sospechable. ¿No es hora que las autoridades judiciales pongan bajo la lupa a este juez velocísimo?

Casanova San Simón era el hombre fuerte de Lima Airport Partners, la empresita tramposa que se hizo de la concesión del Aeropuerto Jorge Chávez por 40 años y con un capital inicial de S/ 10 mil soles. Este señor viaja en el Perú como Pedro por su casa y viene a cada rato al Perú. ¿Tanto le gusta nuestra patria, de donde salió como un apestado por su cuestionable labor al frente de LAP el año pasado?

Mientras que muchos juicios, la inmensa mayoría, demoran meses y hasta años, el juez Cerapio Roque Huamancondor ha establecido una marca difícil de superar porque en un solo día y porque así se lo dijo el reclamante, dio fe de sus argumentos, sin que la parte contraria y demandante supiera siquiera una sola letra. ¿No se nota, acaso que hay motivaciones más bien de otra naturaleza que las puramente jurídicas?

La justicia en el Perú es letra muerta porque muchos jueces actúan con irresponsabilidad y condenable prisa en algunos casos y en otros ni se acuerdan del tema y firman cualquier cosa. En síntesis, la moralidad de los jueces es un tema pendiente de solución y a los ladronzuelos que abusan de su posición de dominio, habría que inhabilitarlos y cortarles las manos. De repente así aprenderían algo de rigor.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!