Son muchos y de muy diversas categorías, los que emprenden campañas contra la globalidad, pero el más novedoso de todos es un héroe juvenil, destinado a tener influencia en las actuales generaciones del mañana. El niño-brujo Harry Potter.
No es necesario recomendar una relectura de tan difundidos libros, puesto que las aventuras del niño-mago, descritas por la fecunda escritora británica JK Rowlings, que espera su tercer hijo, ya han saltado al cine, a las historietas o comics y la millonaria difusión de estos libros constituye ya un fenómeno literario de este siglo 21.
Las aventuras de Harry Potter -moderno Oliverio Twist- muestran a un muchacho enfrentado no sólo contra la desventura familiar, sus padres fueron asesinados, sino contra el orden establecido universal.
Para comenzar, el orden formal en su pequeño mundo de la universidad de Hogwarts, un ambiente victoriano donde se enseña la magia y la brujería, nos muestra una juventud dividida como lo está el mundo. Los malos materialistas y consumidores sin límite ni recato, y los buenos, inconformes y justicieros, que juegan limpio contra los tramposos y abusivos.
Un académico literario de origen rumano, Ilias Yocaris, escribió en Le Monde en junio un ensayo, abriendo este debate. Para lo cual utilizó el clásico razonamiento galo de buscar en la estructura de una novela, un mensaje subyacente, mensaje filosófico o político.
Los relatos de Harry Potter han encantado al mundo, puesto que el lector es llevado por un universo mágico, en el cual autos de modelos pasados y marcas de segunda categoría vuelan y los árboles golpean como boxeadores y hay libros que pueden morder; arañitas negras, en fila india, como una cinta sin fin, conducen al descubrimiento de verdades y tesoros.
De hecho, los directores y profesores de Hogwarts, representan arquetipos de nuestra sociedad globalizada actual.
"Los aprendices de hechiceros son también consumidores que sueñan con adquirir todo tipo de objetos mágicos de alta tecnología, como varitas mágicas de alta frecuencia y capacidad y escobas voladoras de marcas de moda, producidas por corporaciones multinacionales”, escribió Yocaris, para quien Hogwarts no es sólo un colegio,pero también un mercado, sometido a intenso bombardeo publicitario, pero los estudiantes, sobre todo los buenos, prefieren gastar su dinero en boutiques baratas y especializadas, en las cercanías del colegio. Se produce toda suerte de canjes e intercambio de valores, eludiendo todo gasto especulativo de dinero. Y la autora Rowlings, opina Yocaris, pone énfasis en la posibilidad de cambios sociales en su mundo mágico.
La verdad es que yo había pensado en estos detalles, desde el primer libro y película, donde el todavía niño Potter pierde sus padres en un crimen típico de la sociedad urbana actual.
Y se queda viviendo con una típica y convencional familia burguesa, muy representativa de los tiempos actuales. Mezquindad y egoísmo son sus características. Le ocultan su correspondencia y envidian su talento, en contraste con los excesivos mimos a su hijo consentido y grosero, acostumbrado a salirse con la suya.
Es obvio que, desde el punto de vista de la creación literaria, Rowlings no es una creadora y estilista a lo Charles Dickens. Pero igual, en su fascinante historia dirigida a jóvenes lectores, ella describe el mayor de los mundos,quiza en el peor de los tiempos de la globalización.
El niño mago es el símbolo de una rebeldía que de hecho existe en la peor de las brujerías, la globalización neo-liberal. /BIP
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