La observación del proceso electoral venezolano realizada por la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore) cuya secretaría ejecutiva ejerce Capel (Centro de Asesoría y Promoción Electoral) está regulada, como es de principio, sobre bases de objetividad, imparcialidad y no injerencia en los asuntos internos del país cuyo proceso electoral es objeto de observación.

Se trata de una labor de eminente carácter técnico -y esto la diferencia de otro tipo de misiones de observación- y sus informes y recomendaciones son entregados al tribunal del país anfitrión sin más publicidad que la imprescindible y a título de cooperación horizontal. Se pretende, en definitiva, que los comentarios y consejos hechos llegar al CNE sobre la experiencia recogida contribuyan a mejorar futuros actos de índole comicial.

El Referendo Revocatorio

Se trata de un instituto relativamente nuevo, con características propias, y único en su aplicación al mandato presidencial en el caso venezolano. Tiene en común con otras figuras jurídicas conocidas por el mismo nombre (referéndum derogatorio, referéndum consultivo) el constituir formas de consulta popular, ser institutos de democracia directa. Es, a diferencia de esos otros tipos referendarios, un procedimiento de control por parte del cuerpo electoral en relación con sus mandatarios, procedimiento que procura alcanzar las más severas consecuencias: la separación del cargo del recurrido.

Desde el punto de vista institucional se ha sostenido que puede tener efectos desestabilizadores cuando alcanza la figura del presidente de la República. Pero esa opinión es muy discutible. Todo dependerá, en último caso, de la situación de que se trate y en particular de los resultados. Éstos pueden terminar fortaleciendo, como ahora en Venezuela, y hasta consolidando el desarrollo de una acción política.

Sistema Nuevo: ventajas y desventajas

De las más de 12.300 mesas de votación, que fueron distribuidas en casi 8.400 locales en los 23 estados y en el distrito de la capital, para atender una población electoral de 14 millones de habilitados, de los cuales concurrió más del 70 por ciento (un porcentaje muy alto considerando que se trataba de un acto voluntario), cerca de 8.130 funcionaron como mesas de votación automatizada y sólo en poco más de 4.200 el procedimiento de votación fue manual.

Esto significó que estaba previsto que el 89 por ciento del cuerpo electoral sufragara de modo automatizado. Unas 20 mil máquinas quedaron instaladas el pasado domingo en Venezuela y su sistema permitió una votación muy ágil y segura, pese a las deficiencias de organización administrativa. Por un lado, el sistema funcionó sin fallas, los electores se familiarizaron sin dificultades con el procedimiento de votación, y tanto el almacenamiento del voto como su trasmisión así como la totalización de los resultados estuvieron rodeados de las más estrictas garantías. Diferente fue el funcionamiento de las máquinas conocidas como caza o capta huellas digitales, que se convirtieron en verdaderos cuellos de botella porque su aplicación estaba concebida como previa al acto del sufragio.

A tal punto operaron como obstáculo al flujo adecuado de los votantes que la Junta Nacional Electoral presidida por el rector principal Jorge Rodríguez terminó ordenando que primero se votara y después se tomaran las impresiones dactiloscópicas. En muchos casos esto tampoco pudo ser instrumentado, porque el votante, después de sufragar, optaba por retirarse. No hay duda de que las finalidades que el CNE perseguía con estas máquinas son compartibles (impedir el doble voto y crear un registro de huellas que hasta entonces no existía en Venezuela) pero lo cierto es que no favoreció un desarrollo ágil del acto.

Los resultados

Los resultados fueron claros y contundentes en términos de diferencia entre una opción y otra. La relación de seis a cuatro (en líneas globales) que favoreció al No -impulsado por los partidarios del presidente Chávez- sobre el Sí -promovido por la oposición reunida en la Coordinadora Democrática- no hizo posible el debate sobre márgenes controversiales. Como ya dije, el sistema automatizado de escrutinio, trasmisión y totalización fue seguro y confiable. El presidente del CNE, Francisco Carrasquero, convocó a los portavoces de los diversos grupos de observadores internacionales y en su presencia se habilitó sobre la 1.30 del lunes 16 el procesamiento de los resultados correspondientes a cerca del 70 por ciento de las mesas de votación.

Cuando los más de 30 magistrados electorales concurrentes a la observación evaluamos el acto al día siguiente, llegamos a la conclusión de que ninguna de las deficiencias administrativas o técnicas verificadas durante la jornada había incidido en la culminación del proceso electoral, y tal como lo manifesté expresamente en la reunión evaluatoria, esa culminación consistió justamente en los resultados que se alcanzaron.