Alirio Rodríguez, Ontogénesis(fragmento), 1977

Primera aclaratoria para las personas nerviosas:

No todas las expresiones gubernamentales son de alto nivel ni todas las de la oposición lo son de bajo.

Hablo de una tendencia: una alarmante mayoría de las expresiones de oposición son de una bajísima calidad porque no estiman que haga falta más: su sola palabra es suficiente como veridicción. Por eso ignoran toda evidencia contraria.

En el caso de la Misión Robinson afirman, sin pruebas ni evidencias, que:

 es mera propaganda,
 el video que se usa es feo y otras malcriadeces.

Sobre los recursos de Petróleos de Venezuela para uso social, pretenden que hay corrupción, sin pruebas. Lo repiten como una jaculatoria hasta que su alquimia cerebral fatiga la débil materia gris de cierta clase media, que termina aceptando cualquier miseria argumentativa para objetivar sus terrores nocturnos. Basta que un programa favorezca a los pobres para escandalizarse. Además, ¿para qué atender chusma que no merece nada? ¿Para que se va a limpiar las patas el que va a dormir en el suelo?

Segunda advertencia para personas intranquilas

Esos programas no son realizados por santos. Si alguien me dice dónde hay un santo, tanto en el gobierno como en la oposición, le agradezco me lo identifique, para rezarle.

Hallo cuatro razones para esto, que intentaré examinar más adelante:

 Baja o nula calidad intelectual y ética de los profesionales mediáticos.
 Brutal incultura de la clase media en general.
 Disociación sicótica de los que sí tienen alta calidad intelectual y ética.
 Políticos que juzgan por su condición.

Tercera advertencia para almas inquietas.

No todas las críticas que este gobierno merece corresponden a estas cuatro categorías. Pero precisamente porque las merece es por lo que es injusto que se hagan con nivel tan barato y chapucero.

Es peligroso, porque está visto cómo en nombre de afirmaciones vacuas se ha exterminado a millones de personas y causado toda clase de ruinas: los judíos son una raza degenerada; Saddam Hussein blande armas de destrucción masiva, etc.

Toda afirmación mercenaria merece la respuesta del silencio. Pero como esta ferocidad mediática prescrita por la Casa Blanca ha aterrorizado a gente decente, que a uno le duele ver repitiendo a animadores y cómicos a quienes pagan por mentir, vale la pena examinar siquiera algunas de las miles de mentiras.

La línea manifiesta que bajaron de la Casa Blanca era culpar al gobierno de la tragedia de Fuerte Mara. Pero no solo porque el gobierno es culpable de todo lo malo que pasa, sino porque el propósito era promover descontento en la Fuerza Armada. Los síntomas son obvios: cada emisor enunciaba una falacia distinta:

 Fueron quemados en represalia por haber firmado contra Chávez. Quemaron solo tres, ¿será que el resto del ejército está con Chávez? (advertí que eran afirmaciones estúpidas).
 Fueron quemados
a) con un lanzallamas,
b) con un soplete,
c) con una lata de refrescos llena de gasolina.

A veces el mismo vocero llegó a retransmitir dos o más mentiras mutuamente excluyentes.

Otrosí ocurrió con la cumbre Carter-Chávez-Cisneros. Uno reveló que

 Chávez pidió a Cisneros encargarse de la Vicepresidencia para que, luego de perder el revocatorio, Cisneros quede de presidente hasta el final del período. El mismo día otro sostuvo que.
 Chávez suplicó a Cisneros que no lo juzgasen por corrupción. Otro profirió poco después que.
 Cisneros entregó a Chávez una lista, suministrada por la DEA, con depósitos en dólares de líderes bolivarianos.
Cacerolearon a César Gaviria, que venía a cuidarlos, como siempre ha hecho ese ministerio de colonias yanquis que llaman OEA (Raúl Roa dixit).

Y ya. Me cansé de repetir imbecilidades.

Ahora las causas:

La baja o nula calidad intelectual y ética de los profesionales mediáticos.

La televisión venezolana está entre las peores del mundo y no ahora que alimenta el pánico de la clase mediática, como la llama Roque Zambrano, sino desde que Venevisión sistematizó la vulgaridad. Antes la vulgaridad había sido artesanal, espontánea, ingenua. Venevisión instauró una explotación científica, sistemática y exhaustiva de la vulgaridad. La excepcional trasmisión de algo que no sea chabacano se debe al azar y a ciertas fallas del modelo, que, hechura humana, es imperfecto. El ejemplo cundió por el resto de la televisión venezolana.

Aquellos polvos trajeron estos lodos. En la televisión el profesional que predomina es musculoso y mente de pollo y su ignorancia no admite lagunas. No piensa. O piensa lo que le mandan. La máquina infernal expulsa al que no se adapta. Entonces los que piensan, los hay, fingen que no piensan. Y en el fingimiento se les salen mentiras como las expuestas.

La brutal incultura de la clase mediática

Es una clase sin tradición, pues se renueva completa cada dos o tres décadas. Basta ver el documental Mayami nuestro para tomarle el pulso. Es gente en general de sectores populares que migró a los diversos Caricuaos de lujo que crecieron por las ciudades de Venezuela [1].

Fuera de su profesión, su cultura no pasa de centro comercial. Sus patronos no le permiten pensar y, si piensa, disimula.

Y cómo mentir, cuando se sabe la verdad, desgasta, mejor es no pensar, simplemente. No adquirir cultura. ¿Para qué, si igual se vive, como dice el tango Cambalache?

Repiten como loros lo que dicen los medios. Su modelo es la cuña del oso descarado, de la gaseosa engañadora, del pícaro, del tuno. No tienen afectos porque están hechos de odio.

De ahí a marchar a la loca para donde le digan no hay sino los pasos que llevan de Chuao al matadero que sus líderes le montaron en Llaguno. Y ni tan a la loca, pues algo de racionalidad ha recuperado, pues ya ni marcha ni cacerolea. Reflejo condicionado, pues se cansó de que le dijesen que hoy es la batalla final, hoy sí, de verdaíta, de pana que Chávez cae con esta marcha. La gente se fatigó de correr las bases sin hacer carreras. Ahora se arrellana en su casa hasta el día de la firma o del voto.

Anunciaron que Chávez compró a Jimmy Carter por un millón de dólares. Todo porque no fue grotesco como sus cómicos de televisión. En la heroica acción de Alto Prado, un banquero sensato se montó sobre una piedra a arengar a su gente para que se no diera aquel espectáculo perfecto para Venezolana de Televisión. Apenas los bolivarianos lo aplaudieron, los opositores enardecidos casi lo apalean.
La disociación sicótica de los que sí tienen alta calidad intelectual y ética.

Los síntomas son evidentes: les hablas de cualquier cosa, de arroz con pollo, de olimpíadas, del jardín de los cerezos y responden:

-"¡Maldito sea Chávez!"

Lo dijo Churchill: el fanático no cambia ni de opinión ni de tema. Solo pueden ver Globovisión porque los otros canales les lucen bolivarianos. El solo nombre de Bolívar les causa epilepsias. Son personas normalmente discretas, pero, apenas les mencionas a Chávez, convulsionan.

No tienen respuesta a esta pregunta: ¿por qué temen más a Chávez que al crédito indizado o mexicano, destinado a aniquilar a la clase media en menos de una generación?

Esa forma de crédito bloquea el acceso de la clase media a la propiedad inmobiliaria y a la adquisición de un vehículo. Ven el documental Llaguno: claves de una masacre y siguen insistiendo, sin refutarlo, en que las muertes del 11 de abril de 2002 fueron causadas por Chávez.

Políticos que juzgan por su condición.

Es el caso más grave porque no tiene remedio. Los anteriores son curables o manejables. Pero estos otros son imposibles porque no entienden nada que no sea trapisonda y treta.

No pueden comprender unas misiones sino para robar y estafar porque fue lo que siempre hicieron, hasta el punto de que llegaron a no hacer otra cosa y fue la base de la chusca bancarrota política que causó el triunfo de Chávez el 6 de diciembre de 1998.

Solamente personas que pertenecen a las tres categorías anteriores pueden creer algo a cualquiera de los dirigentes políticos que las llevaron a ese y a otros descalabros.

El arma más poderosa de la oposición no es el apoyo de Bush ni de sus medios. Es la desvergüenza. Jamás vi a nadie más prepotente, ignorante, incapaz y desvergonzado que la dirigencia de oposición. Arruinaron el país y dan lecciones de eficiencia y decencia. Los encuentran en flagrancia recibiendo fondos del extranjero para desestabilizar el gobierno de su país en favor de una potencia hostil y, en lugar de sonrojarse, redoblan su arrogancia. El talante de Diego Bautista Urbaneja ante Jorge Arreaza y Andrés Izarra en VTV era el de ¿qué hace un oligarca como yo ante este par de pardos? 250 años de arrogancia en ese gesto, porque ese apellido guipuzcoano no da para 500.

Es arma poderosa, pero también peligrosa porque enceguece, como a los Borbones en Francia.

¿Otra oposición es posible? ¿Qué responden los opositores honestos y lúcidos?