¿Estamos preparadas para construir en un país en paz si la mayoría de nosotras no conoce otro país diferente al de la guerra?, señaló una de las participantes del Encuentro Internacional de Mujeres contra la Guerra, llevado a cabo del 10 al 12 de agosto en Bogotá. El evento, organizado por la Iniciativa de Mujeres por la Paz y la Ruta Pacífica de Mujeres, convocó a más de 300 mujeres representantes de todas las regiones del país y 30 delegadas provenientes de Costa Rica, España, Rusia, Georgia, Reino Unido, Italia, Canadá, Chile, Bolivia, México, Israel, Salvador, Haití, Guatemala y Nicaragua.

Todas las participantes, nacionales e internacionales, han pasado o están pasando situaciones de guerra y han pertenecido al movimiento social de mujeres, en sus respectivos países. No obstante, entre muchas otras, la intervención de las feministas centroamericanas llamó, especialmente, la atención porque sus casos parecieron ser los más cercanos a la realidad colombiana. Atendiendo a su experiencia, ellas plantearon serios cuestionamientos al papel del movimiento social de mujeres que, ante una guerra que parece no tener fin, olvida o menosprecia la planeación del posconflicto. Las centroamericanas, quienes en sus países han visto el impacto de la guerra en las mujeres y los procesos de conflicto y posconflicto, advirtieron que la violencia contra las mujeres no termina con el cese de las armas.

Según Roxana Delgado, feminista del movimiento de mujeres del Salvador, «los procesos de posconflicto pueden tener niveles de violencia hacia la población en general y hacia las mujeres, muy parecidos a los procesos de conflicto». De esta forma, las Dignas, que es la reconocida Asociación de Mujeres por la Dignidad y la Vida, del Salvador, han denunciado que actualmente «la campaña de la derecha se ha fundamentado en la cultura del miedo. El terror que se ha infundado en la ciudadanía viola cualquier marco ético de derechos humanos y potencia la añoranza de la cultura autoritaria del Estado ocurrida en el pasado».

Así también, en Guatemala, la violencia contra las mujeres continuó aún después del cese del conflicto armado. En lo que ha corrido del año 2004, más de 312 mujeres entre los 13 y 25 años han sido asesinadas en Guatemala. De acuerdo con Sandra Morán, después del conflicto armado en ese país, muchas mujeres continúan siendo torturadas y asesinadas de la misma forma (el mismo perfil asesino) como ocurría durante la guerra. Al parecer, los criminales son los mismos, aunque ahora, en el posconflicto, tienen otro nombre que no es el de un grupo armado, al que pertenecían, y que se podía señalar con el dedo índice. «El enemigo se hizo más poderoso en el posconflicto, porque aunque sabemos quien es, ahora desconocemos su nombre».

Unidad y memoria

En procesos de guerra se suele olvidar a las víctimas y dar el protagonismo a los actores armados. Así también, durante la negociación del conflicto armado y la reconstrucción del país, los llamados y los escuchados son quienes portaron las armas. Son ellos quienes ponen las condiciones, deciden, planean, actúan y dicen cómo debe ser el país. Por el contrario, las víctimas de la guerra, mujeres, niños, niñas, jóvenes y la sociedad civil, en general, no entran en la negociación y, por lo tanto, no son tenidas en cuenta sus necesidades, inquietudes y propuestas. Así, surge el cuestionamiento: ¿Cómo convertir la sociedad civil y en este caso, al movimiento de mujeres, en sujetas políticas dentro de ese proceso de negociación del conflicto armado?

Angelica Faunet, feminista nicaragüense que participó en el Encuentro Internacional, hizo un llamado acerca de la importancia de revelar, a las nuevas generaciones, el papel desarrollado por las mujeres en la guerra: «¿Nos quedamos calladas? ¿Solo acompañamos la guerra? Nosotras las mujeres podemos escribir lo que sucedió, cuál fue nuestra participación en el proceso y qué decisiones tomamos conjuntamente las mujeres».

Así mismo, señaló Rosa María Menjivar, del Salvador:
«Cuando pasamos a analizar los acuerdos de paz y sobre qué proponían las mujeres, nos llevamos una gran desilusión, ya que no se contemplaban políticas y programas encaminados a la recuperación emocional de mujeres y hombres, tampoco programas de transferencias de tierras que las beneficiaran a ellas». Según Menjivar, en el momento en que se dieron los acuerdos de paz no hubo condiciones, ni tampoco existió voluntad política por parte del FMLN ni del Gobierno, para que los intereses y las necesidades de las mujeres fueran incorporados.

De esta manera, teniendo como referencia las reflexiones dejadas por las centroamericanas, en el Encuentro Internacional de Mujeres contra la Guerra, surgen unas inquietudes que permiten analizar la realidad de las mujeres colombianas. En este país, el movimiento de las mujeres ha alcanzado importantes avances conceptuales y metodológicos en los procesos de negociación de agenda política y del conflicto; no obstante, ha sido muy difícil organizarse y articular acciones conjuntas. Algunas han participado en procesos de negociación, han adelantado movilizaciones, denuncias y propuestas públicas. Sin embargo, durante la negociación no se evidencia un proceso de agrupación del amplio movimiento de mujeres en Colombia ni existe una agenda de paz que unifique sus propuestas.

Una de las varias recomendaciones hechas por las mujeres centroamericanas a las colombianas consistió en la necesidad de saber en qué condiciones se participa en las negociaciones frente a los actores armados, cuáles son las propuestas: ¿Recogen las necesidades e intereses del colectivo de mujeres en Colombia?

Por último, mujeres de diferentes partes del mundo reunidas contra la guerra, insistieron en la reflexión sobre la verdad, la justicia y la reparación. ¿Los procesos de paz que se adelantan en Colombia garantizarán estos principios?, ¿las mujeres están unidas para promover y reivindicar la verdad, la justicia y la reparación? A pesar de los avances conceptuales metodológicos, el movimiento de mujeres ha avanzado, ¿Qué se requiere para dar unidad a un movimiento de mujeres en torno a la paz?