El venezolano Gustavo Cisneros vendió ChileVisión en 24 millones de dólares al político-empresario Sebastián Piñera, de Renovación Nacional (RN), pero conservará sus ocho radioemisoras FM, modificando un mapa mediático sacudido por intensos cambios que apuntan a una mayor influencia de los grupos económicos y de la ultra derechista Unión Demócrata Independiente (UDI). Las noticias sobre medios de comunicación aparecen ahora todos los días por su interacción con el poder y las elecciones municipales de octubre.

Piñera, de postura derechista aunque no conservadora, derrotó en licitación privada a aspirantes como Agustín Edwards Eastman, proclive a la UDI, dueño de 21 diarios de la cadena El Mercurio y de Digital FM, cadena de 33 emisoras que cubren todo el territorio, y al colombiano Julio María Santodomingo, propietario de Avensa, El Espectador, la cadena Caracol y la cerveza Bavaria.

El ex senador y ex presidente de RN controla la línea aérea LAN -con el 28,8%- participa en Quiñenco, la matriz financiera del grupo Luksic, y también es director de la clínica Las Condes y Parque Arauco. En el ámbito “cultural” posee la Editorial Los Andes y la Fundación Futuro, que aspira a modelar think thanks de sesgo menos cavernario que el “pensamiento” de los jóvenes UDI.

El comprador tiene 60 días -due diligence- para revisar la situación real del canal -cuyos noticiarios bordean el 7% de la sintonía- que en el primer semestre de 2004 generó utilidades cercanas al medio millón de dólares, pero posee deudas por 17 millones de dólares -exigibles en 70% en un año-.

Cisneros permitió que las noticias de ChileVisión ganaran cierta credibilidad exhibiendo relativa independencia editorial en cuestiones políticas locales, pero la estación participó con fuerza en la campaña mediática mundial contra Hugo Chávez, por lo menos hasta que el referéndum del 15 de agosto zanjó todas las dudas sobre la legitimidad de su presidencia.

La derrota de El Mercurio causa disimulado escozor en la UDI y afecta también a la cadena La Tercera -de Alvaro Saieh, también inclinado a la UDI-, que antes fracasó en sacar adelante La Red, el más pequeño entre los cinco canales de televisión abierta con pretensión de cobertura nacional que terminó en las manos del mexicano Angel González.

En su característico estilo de inventar ’fuentes’, el diario de Saieh especula que Piñera buscará “futuros nuevos accionistas que lo acompañen en la operación”, basándose en ’cercanos al ex timonel de RN’. Alejandro Guillier, el hombre ancla del noticiario y, a la vez, presidente del Colegio de Periodistas, se mostró optimista con el cambio de propietario. “Supongo que él tiene un buen proyecto, y que sabe que ChileVisión está bien valorado por la gente. No creo que haya cambios a nivel editorial. Sí puede haberlos a nivel administrativo, o de gestión, lo que de todas maneras le haría bien al canal”, dijo en El Mercurio.

Piñera siempre ha salido perdedor en los grandes conflictos generados por las diferencias ideológicas y de estilo entre las dos fuerzas de la derecha, la UDI, que encarna al pinochetismo y representa a los sectores más retrógrados de la sociedad -aunque esté permeada por gente joven- y RN, una derecha de corte menos totalitario que cada vez se diferencia menos de la Concertación de Partidos por la Democracia.

El político Piñera no ha tenido los éxitos de su otro yo, el empresario. Perdió la senaduría y tuvo que bajarse un par de veces de la carrera presidencial, pero todavía le queda tanto tiempo que su nueva condición de propietario mediático asusta a algunos de sus adversarios de la propia extrema derecha, quienes insinúan la introducción en Chile del síndrome Berlusconi, que también padece Cisneros, en la senda del derechista italiano que alcanzó el poder catapultado por sus medios de comunicación.

Quién es quien en la TV chilena

La UDI no influía en ChileVisión pero ahora queda mejor parada, porque al fin de cuentas RN también integra la coalición derechista llamada Alianza por Chile que hegemoniza el partido cultor del “pinochetismo sin Pinochet”. Algunos próceres de la UDI, como su primo Hernán Chadwick, rebatieron las críticas mediáticas con argumentos de doble filo.

Chadwick, que también es miembro del Consejo Nacional de Televisión (CNTV), el organismo estatal que debería regular los contenidos televisivos, dijo que es “absolutamente legítimo que Sebastián Piñera adquiera un canal, porque antes que un político, él es un gran empresario y siempre ha sido inquieto por muchas cosas. El es emprendedor y me parece bien que lo haga.”

Pero a continuación añadió que toda transferencia de la propiedad de un canal necesita la autorización del CNTV ’y lo que no he visto en todo este debate es cuándo se va a pedir dicha autorización’.

Este año la UDI consolidó su influencia sobre el Canal 13 de TV, la estación de cobertura nacional de la Universidad Católica, cuyo jefe de prensa -Nicolás Vergara- acaba de ser removido como resultado de sus presiones sobre el cardenal Francisco Javier Errázuriz.

La estación católica, que tiene la misión adicional de evangelizar a su audiencia, entrevistó a una ex prostituta infantil llamada Gemita Bueno, quien señaló al senador Jovino Novoa, presidente de la UDI, como autor presunto de abusos sexuales contra ella misma cuando era menor de edad, pero la denunciante terminó retractándose casi un año después, al calor de una amistad trabada con un periodista de La Tercera que obtuvo la “primicia” de la “confesión exclusiva”.

Todo quedó como un montaje inducido por terceros, la tesis inicial de la UDI, que volcó en 180 grados y extirpó de la prensa el bullado caso de pedofilia contra numerosos menores empobrecidos. El Canal 13, que también atraviesa severas dificultades económicas, intentó vender una participación de 40% al mexicano González.

La influencia de la UDI -y de la derecha en general- en la televisión pública Televisión Nacional (TVN) también se fortaleció este año, cuando el Presidente Ricardo Lagos reestructuró el directorio, le pidió la renuncia a la directora izquierdista Faride Zerán -ratificada para un período de 8 años por el Senado- y conformó una nueva cúpula más proclive al binomio UDI-RN bajo la batuta de un nuevo director ejecutivo Daniel Fernández, ex gerente general de ENAP, la empresa petrolera estatal.

En septiembre, Fernández abortó la emisión de un ’Informe Especial’ sobre la adulteración de la fecha de vencimiento en los envases de artículos alimentarios que expenden las grandes cadenas de supermercados como Líder, que también son avisadores de “la televisión de todos los chilenos”.

El cuarto canal de cobertura nacional es Megavisión, con la señal Canal 9, propiedad del millonario criollo Ricardo Claro Valdés, abiertamente inclinado a la UDI y enemigo histórico de Piñera, desde que transmitió hace más de una década una conversación privada entre el entonces senador y su amigo Pedro Pablo Díaz, entonces alto ejecutivo de la Coca Cola y en el futuro probable cuadro de ChileVisión, que nació en los años sesenta como estación de la Universidad de Chile.

Los dos primeros canales de televisión, el 13 y el 9, emergieron hacia 1962 como corporaciones universitarias sin fines de lucro, con una finalidad de entretenimiento más cultural y noticiosa que comercial, pero el tiempo, la dictadura y "la transición a la democracia" se encargaron de desvirtuar tales propósitos.

La Red, que es el canal más pequeño, sólo transmite programación envasada que González despacha desde Miami, con noticiarios locales sesgados y de mala calidad. TVN es una televisión pública sui generis porque está inserta en el mercado, no recibe financiamiento del Estado, y en el fondo, está controlada por los grupos económicos y los grandes avisadores.