Los empresarios agrupados en la Confiep o en la SNI, para el caso da lo mismo, porque son organizaciones claudicantes merodeadoras de los gobiernos de turno, la única respuesta original, extraordinaria y “ejemplar” contra el clima de protesta que ellos llaman ruido político es la mano dura. Dicen que no quieren represión pero no dirían esta boca es mía si acaso se produjera una solución de fuerza y aplanadora. El descaro de estos sujetos oblitera simplemente una pregunta: ¿qué origina los vientos de fronda?

Son muy pocos los empresarios que a fuerza de empeño, desde dentro y desde abajo, con la compañía de sus trabajadores y en un clima de calidad humana total, los que merecen semejante título. La mayoría son bandas de aprovechadores de cualquier coyuntura que les permita ganar dinero sin arriesgar. Sus capitales los llevan y guardan afuera. No los reinvierten y para ello tienen contadores mañosos que siempre harán balances deficitarios. ¡Total, lo único que interesa aquí es custodiar el dinero, venga como venga, las más de las veces en trapacerías inconfesables!

Si las inversiones desarrollistas traen como resultado la destrucción de las cabeceras de los cerros como ocurrió en el Valle de La Convención, Cusco, con Camisea, el envenenamiento de los ríos y la contaminación a todo nivel, sin previsiones de ninguna clase, entonces, es el capitalismo salvaje el que impone la regla. Para eso, sin duda, es necesario tener a un vendepatria como Jaime Quijandría en Energía o en Economía, llaves maestras de cómo manejar a un país y expoliarlo. Por ejemplo, y lo estamos investigando, hay un negociado de casi 2000 millones de soles en vales de alimentación y hay un pez gordo que está metido hasta el tuétano en el convite inmoral.

Lo que ha ocurrido en Cajamarca cuando la población le dice no a los abusivos de Minera Yanacocha que querían depredar el Cerro Quilish y seguir contaminando ese departamento norandino, es demostración palmaria que en el Perú las megainversiones tienen como factor fundamental de rentabilidad, el incumplimiento de las normas ambientales porque ¡estas cuestan! y porque es más barato comprar ministros, alcaldes, dirigentes barriales o autoridades universitarias y policiales que pagar costos para cuidar el medio ambiente. Y lo propio de baratija lo es también alquilar a mercenarios que fungen de periodistas, economistas, asistentes sociales para que den forma y elegancia a todas las mentiras que viene diciendo por años Minera Yanacocha. ¡Esa es la verdad monda y lironda!

¿Es la gente loca como para cercenarse la posibilidad de inversión y puesto de trabajo porque sí? ¡No, no lo es! ¿Qué ocurrió en Tambogrande, Piura? ¡Algo muy simple que ni siquiera los asalariados de Manhattan lograron rebatir! ¡Que la agricultura produce cinco veces más que la minería! Pero en Piura hay 500 mil hectáreas en denuncios mineros y hay muchos parientes y amigotes de ministros metidos en la fiesta y eso ¡afecta sus intereses! Pero la valiente población tambograndina les hizo volar rapidísimo.

En consecuencia, si las normas se cumplen, pero no las que dicta el Ministerio de Energía y Minas, institucionalmente cómplice de las transnacionales, sino las que reconocen y establecen entidades internacionales de imbatible prestigio, entonces puede haber garantía de desarrollo sustentable y futuro asegurado para las poblaciones, el medio ambiente y el país.

Cuando los fantoches que se llaman a sí mismos empresarios piden palo es porque entienden que su normal forma de actuar, con trampas y alevosía, empieza a anemizar su consistencia porque el pueblo está harto de ellos y de sus barbaridades. El día en que comprendan al pueblo de a pie y se despojen de su extranjerismo ridículo y su globalización vasalla, de repente, se empezará a hablar el mismo idioma que el resto de 26 millones de peruanos.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!