Cuando se habla de piratería se suele aludir con facilismo categórico al copiado ilegal de libros, CDs, DVDs. Se obvia por razones difíciles de explicar la piratería humana que se verifica en todos los ámbitos de la vida social del Perú y es posible que ocurra lo mismo en toda Latinoamérica. ¿Cuántos gandules se hacen pasar por periodistas? ¿Alguien sabe la cantidad de aventureros que adoran que se les llame estrategas, politólogos, analistas, ensayistas, cuando apenas si alcanzan la categoría dudosa de logreros? De esta incómoda suplantación o estafa pirata, no hablan quienes son precisamente los que “forman opinión” y “dictan cátedra” en púlpitos hábilmente fabricados desde la ficción.

“Cualquiera es un señor, lo mismo un burro que un gran profesor” dice uno de los versos del inmortal tango Cambalache y en nuestros medios televisados, radiales o escritos, abundan los ejemplos. Abogados mediocres o marrulleros metidos a ensayistas o a poetas. Cuando no a patéticos regaladores de la heredad o patrimonio nacionales por unos cuantos y miserables dólares. No es el concepto de tierra, Ande y naturaleza, la trilogía que orienta a cualquiera de los precarios e impostados farsantes que pontifican desde sus auto-construidas alturas.

¿Cómo se puede llamar a esta mentira institucional y manejada con destreza por gavillas mediáticas que impulsan concesiones, privatizaciones, cuando no cabeceras de playa de transnacionales que requieren urgentemente el Mar de Grau, la propiedad intelectual de todas las patentes medicinales y simplemente seguir gobernando bajo las leyes de sus TLCs bilaterales en un país que no es el suyo y que, por tanto, les importa poco o nada? ¡Simplemente de latrocinio y expoliación de la peor calaña!

No es raro, pues, encontrar sintonía entre el regalador del patrimonio nacional y un periódico perteneciente a una de las más mediocres familias de múltiples hijos, sobrinos o nietos. Y no lo es tampoco que en televisión aparezcan unos turroneros bramando por la inversión, por los millones de dólares, que sólo llegan en el papel porque de lo que se trata desde hace 180 años en Perú es del “cholo barato y el azúcar caro”.

Quejarse o apostrofar de la piratería material de DVDs o CDs o libros es de una gran hipocresía cuando no se ataca a la piratería social que envilece el pensamiento de las grandes mayorías a través de mentiras y engañifas que presumen de contenido intelectual sazonados por libros, folletos, entrevistas, fotos y demás fruslerías baratas que en nuestros lares sí impactan porque así es el esquema mental y perverso en que han encuadrado a la gente los corsarios y filibusteros que pasan por mentes brillantes cuando en realidad son simplemente cacos a secas.

¡Esa es la piratería que hay que combatir y pulverizar también! Y eso demanda de una actitud y una cuota de valentía cuestionadora de íconos y creencias muy adentradas no por la bondad de su verdad sino porque han sido machacadas e introducidas a sangre y fuego como es el martilleo de la televisión y de diarios que tienen como última fuente a la verdad y a la historia.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!