Luiz Inácio Lula da Silva

El antiguo problema del hambre en el mundo entero es tratado generalmente de forma contingente, muchas veces con campañas intensivas intentando atenuar crisis agudas. Así, la iniciativa del Programa Hambre Cero, surgida como propuesta prioritaria del presidente brasilero Luiz Inácio Lula da Silva, viene convirtiéndose en una referencia mundial en el combate al hambre debido a su alcance, a lo sistemático y al carácter estructural de las acciones previstas en el proyecto.

Esta constatación simple pero profundamente significativa, se encuentra en el informe "Combate al hambre y el derecho humano a la alimentación en Brasil", preparado por la FIAN Internacional y Vía Campesina. El documento analiza el primer año del Programa Hambre Cero, destinado a la implementación de las acciones para la erradicación del hambre y la sensibilización de los actores sociales sobre cuestiones relacionadas con el tema, como la seguridad y la soberanía alimentaria, que imponen al país la incumbencia no sólo de alimentar, sino también de alimentar bien y otorgar autonomía en lo que se refiere a los ciudadanos.

Acción de emergencia y cambios estructurales

La meta inicial del Hambre Cero fue alcanzar a 9,3 millones de familias (cerca de 44 millones de personas) que ganaban alrededor de un dólar por día para todas las necesidades de la unidad familiar. En este cuadro de carencia, el derecho a la alimentación ciertamente está comprometido. Para hacer frente a estas condiciones, el Hambre Cero trabaja con 41 medidas con diferentes propósitos.

Las políticas estructurales deben promover cambios en las condiciones socioeconómicas que convierten las familias vulnerables al hambre, a través de proyectos que involucren la generación de empleo y renta, de previsión social universal, incentivo a la agricultura familiar y aceleración de la reforma agraria.

Las políticas específicas intentan solucionar el aspecto urgente e ineludible del hambre, a través de programas de complementación de renta como el Bolsa Familia, que aporta en promedio 73 reales en el ingreso de la familia contemplada, y la donación de canastas básicas. Sin embargo, no se trata de iniciativas meramente asistencialistas, porque exigen contrapartidas de las familias como la ocupación de los miembros adultos beneficiarios a través de cursos de alfabetización y recapacitación profesional. A estos dos ejes se le agregan las promociones locales, a nivel municipal, a fin de atender la diversidad de demandas en el territorio brasilero.

Las dificultades de la implementación

El estudio identifica cuatro aspectos sensibles del Programa Hambre Cero, sobre todo para las acciones relacionadas con el eje de las políticas específicas, como el Bolsa Familia. En primer lugar, existe la dificultad de establecer los grados de pobreza, a fin de determinar cuáles familias necesitan ser beneficiadas. "Clasificar la pobreza ya es difícil. Escoger un pobre entre los más pobres es una situación más difícil todavía. Porque son pobres donde sólo hay pobres. Siempre las personas vienen diciéndonos que también ellos necesitan el Bolsa Familia", afirma Cândido Norberto, miembro del Comité Gestor del Hambre Cero en Acauã, una de las sedes del proyecto piloto del programa.

Otro punto es la fragilidad de la sociedad civil en muchos de los municipios brasileros alcanzados por el hambre. "En muchas de esas localidades, el nivel de pobreza tiene relación directa con el bajo grado de organización de la sociedad civil. En esos municipios, no existen sindicatos, asociaciones comunitarias y otras formas de actuación cívica", hace notar el informe. La instalación de los Consejos de Seguridad Alimentaria tanto a nivel federal, estatal como municipal vienen tratando este problema a través de la movilización de la sociedad civil de los más variados ámbitos para hacer frente al problema del hambre.

Las otras dificultades hablan sobre la parte operacional del programa como la inscripción de nuevas familias en el Registro Único. El sistema de cupos también dificulta este proceso, ya que una vez que cada municipio alcanza el número máximo de beneficiados, nuevas familias sólo pueden ser incluidas si otras fuesen retiradas del registro.

Como avanzar

Entre los aspectos positivos, el informe destaca la sistematización del combate al hambre, la transferencia de renta, el dinamizar la economía local y principalmente la efectiva mejoría alimentaria. "Antes de la existencia del Programa, muchas familias se alimentaban básicamente de frejol y de harina de yuca - eso cuando había -, pasando a consumir otros productos con la introducción de la Bolsa Familia, como por ejemplo arroz, aceite, verduras y carnes, lo que ha contribuido para conseguir un consumo más balanceado", comenta la evaluación.

Pero si el Hambre Cero desea avanzar, para garantizar el acceso universal de los brasileros al derecho a la alimentación, determinadas acciones son recomendadas por el estudio como cruciales. La primera involucra la introducción rápida de la Ley de Renta Básica de la Ciudadanía, que sumada a lo judicial de la cuestión del hambre, o sea, la posibilidad de exigir la seguridad alimentaria ante el Poder Judicial, pueden garantizar los aspectos legales del combate al hambre. La segunda se refiere a la mayor participación de la sociedad civil en el seguimiento de las acciones del programa.

Para el estudio, "se constata que hasta el momento el Programa Hambre Cero se ha reducido casi que exclusivamente al proceso de implementación de políticas específicas (Bolsa Familia), relegando a un segundo plano los programas de acceso a la tierra, al agua, de reforma agraria, de apoyo a la agricultura y de generación de empleo y renta". Así que no faltan frentes de expansión al Programa Hambre Cero para que pueda avanzar como referencia mundial en el combate al hambre.