"Más del 80% de la producción mundial de medicinas se consume en países ricos. Cerca de un tercio de la población mundial carece de acceso a medicamentos.
Solo en el año 2001, se calculó un aproximado de 40 millones de defunciones en los países en desarrollo, de las que una tercera parte correspondió a niños menores de cinco años. Diez millones de estas muertes están asociadas a enfermedades para las que existen medicamentos esenciales y a bajo costo".

Los cambios mundiales en las políticas económicas impulsados a comienzo de la década del 80 del siglo pasado, incorporaron la idea que a través de la liberalización comercial los países avanzarían por una senda de desarrollo.

Tal planteamiento adquiere su mayor expresión a partir del impulso de acuerdos de libre comercio entre naciones. El primero de ellos a nivel continental, que ya cumple su primera década, es el denominado TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), suscrito entre Canadá, Estados Unidos y México. Le sigue el reciente Tratado de Libre Comercio (TLC) suscrito entre Estados Unidos y Chile, a partir del cual se abrió un abanico de negociaciones individuales de naciones que esperan avanzar en la misma vía con los Estados Unidos. Estos acuerdos van abriendo y abonando el camino para la propuesta más importante que impulsan los Estados Unidos, Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

El planteamiento central de estos acuerdos de libre comercio es generar un gran mercado de carácter continental, que permita la circulación libre de mercancías, donde las reglas que primen sean las de la oferta y demanda.

Entre los principales sectores que buscan estar en la propuesta de integración económica se encuentran los de bienes y de servicios. Estos sectores tienen una enorme incidencia en el sector salud producto de su participación en el mercado del aseguramiento en salud; venta de servicios de salud; comercialización de insumos y tecnología médica (sectores que comercializan bienes sobre los cuales se establece derechos de propiedad intelectual); producción y distribución de medicamentos; y en la venta de servicios de educación en salud.

De tal suerte, que el sector salud es visto como un sector potencial en el cual existen varios negocios sobre los cuales habría mucho interés de empresas internacionales para captar su mercado.

Efectos del TLC en el sector de la salud

Desde diversos sectores de la sociedad se plantea que estos acuerdos de libre comercio van a impactar negativamente la garantía del derecho a la salud principalmente al avanzar en la privatización de los servicios de salud y al establecer patentes sobre medicamentos esenciales. Esto se deduce del hecho que la propuesta de acuerdos de libre comercio en su relación con el sector salud va a generar:

· apertura del mercado en países como el nuestro a las multinacionales de prestación de servicios de salud, las cuales tienen mayor capacidad de competir y captar mercado, debilitando por esta vía la red nacional de prestadora de servicios de salud tanto pública como privada, lo que puede de hecho llevar a muchas de estas instituciones a la quiebra y establecer mayores barreras de acceso económico a los servicios de salud;

· menos acceso a los medicamentos dado el aumento de barreras económicas ya que los derechos de propiedad intelectual sobre estos bienes los encarece;

· mayor deterioro en el componente de salud pública, ya que este tipo de programas no son de interés de estos mercados al no considerarse suficientemente rentables;

· empeoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores del sector de la salud, dado que se contratará a más bajos precios y con mayores cargas laborales. Esto a su vez, puede propiciar migración de profesionales de la salud, trayendo más dificultades de disponibilidad de talento humano en salud en el país.

Efecto en acceso a medicamentos

Los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) suscritos en el marco de los ADPIC ó TRIPS (Acuerdos sobre Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio) establecen derechos de propiedad intelectual sobre los medicamentos, dándole a las industrias farmacéuticas que los producen derecho de producción exclusiva por 20 años, es decir aprueba el monopolio de su producción y comercialización, lo que conduce a un encareciendo de estos.

Para citar un ejemplo, un tratamiento para SIDA con medicamentos antiretrovirales que tienen patente cuesta al año 12.000 dólares, mientras que con medicamentos genéricos (sobre lo que ya no existe patente) cuesta 420 dólares anuales.

Esto demuestra que habrá mayor exclusión para el acceso a medicamentos prioritarios y novedosos, ya que el patentamiento eleva considerablemente los precios y coloca barreras de carácter económico para su acceso.

A su vez, esto hace que el énfasis en la investigación y desarrollo de medicamentos se concentre en enfermedades que padecen poblaciones con capacidad de pago, lo que hará que se produzca mayor abandono de las enfermedades descuidadas (como el caso de la lepra y la leishmaniasis en nuestro país), sobre las cuales las farmacéuticas multinacionales no producen investigación ya que no es rentable.

Acá es importante mencionar, que como una acción para evitar poner en peligro la salud de las poblaciones en caso de emergencias sanitarias, se firmó en el año 2001 la Declaración de Doha en el seno de la OMC, que estableció que el acuerdo sobre los ADPIC puede y debe interpretarse e implementarse de manera tal que apoye el derecho de los miembros de la OMC a proteger la salud pública y en especial a promover el acceso a todos los medicamentos. Esto permite que los países produzcan medicamentos patentados, pero solo en casos de crisis de la salud pública y sin derecho para exportarlos a países pobres que no los pueden producir.

En este aspecto de medicamentos el TLC que Estados Unidos quiere firmar con Colombia, busca ir más allá de los acuerdo en este tema definidos en la OMC a través de establecer patentes por más de 20 años, establecer patentes de segundo uso (es decir cuando a un medicamento se le descubre una segunda propiedad, puede establecerse otro periodo de patente), patentes espurias (patentes cuando hay cambios en la forma de presentación del medicamentos, por ejemplo de tableta a ampolla); protección exclusiva de datos (las autoridades sanitarias nacionales no podrían sustentarse en un registro previo para aprobar un producto farmacéutico similar, durante cinco, ocho o diez años); e impedimento de importaciones paralelas.

La epidemia esta en los TLC

En tal sentido se prevé para el país implicaciones fuertes en su economía de llegarse a suscribir el TLC entre Estados Unidos y Colombia, donde se vaticina el total desmantelamiento de la industria nacional, especialmente de las empresas de mediano y pequeño tamaño.

Para el sector salud se prevé un mayor debilitamiento de la red pública hospitalaria dado que tendrá que competir con instituciones prestadoras de servicios de salud internacionales que tienen mejores condiciones para ofertar servicios y por lo tanto de captar usuarios; mayores costos en las compras estatales en salud (como medicamentos y otros bienes de tecnología médica comercializados por multinacionales); mayor dificultad para ejercer rectoría sanitaria, al poder ampararse las empresas internacionales de salud en cláusulas de negociación, que pueden generar demandas contra el propio Estado y debilitamiento y posible desaparición de la industria nacional farmacéutica.

De tal suerte que por esta ruta se aumentaran las inequidades en salud en el país, dado que se avanzará en el desarrollo de la salud como bien de consumo y el monopolio multinacional de servicios de salud, aseguramiento, medicamentos y tecnología médica reforzará las barreras económicas para el acceso a la salud.

Prescripción para la epidemia los TLC

Esta situación obliga a tener en cuenta el conjunto de normas internacionales del derecho a la salud y los planteamientos que expresa Naciones Unidas, en las cuales se invoca a los Estados a velar porque sus actuaciones tengan debidamente en cuenta el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental y porque la aplicación de acuerdos internacionales respalde la política de salud pública que promueve el acceso generalizado a los productos farmacéuticos y tecnologías médicas seguras, eficaces y asequibles de prevención, curación o alivio.

En este sentido la ciudadanía y el movimiento social debe exigir que los acuerdos comerciales respeten el conjunto de tratados internacionales del derecho a la salud y los principios establecidos en la Declaración de Doha. Haya o no tratado comerciales estos criterios deben cumplirse sin ningún tipo de condición o restricción.

La otra guerra, ¡desde abajo!

Camilo José Baas

Bucaramanga

Apoteósico recibimiento de la comunidad bumanguesa a los estudiantes de la Universidad Industrial de Santander (UIS). Esos mismos que con sus pies y voluntad como únicas armas se echaron a caminar y sembrar esperanzas. ¡Son tantos estudiantes! y muchos pensarán que todo es inútil, que -como siempre- en Colombia el gobierno está tan bien afirmado que ninguna marcha llega a nada. Pero esta llegará, o al menos esperamos que llegue a cada uno de los colombianos, a Juan, María, Pedro..., que sobreviven gracias a los servicios que presta el hospital más importante del oriente colombiano, el Ramón Gonzáles Valencia, el mismo que el gobierno quiere cerrar poco a poco por falta de presupuesto.

Nunca antes en la historia del país el fascismo y el autoritarismo de un gobierno habían tocado niveles de hipocresía y atropello tan infames. Diariamente mueren en Colombia cientos de enfermos por falta de acceso a un mínimo tratamiento en salud. Mientras el pueblo es engañado y sometido, el dictador de las sombras y con ínfulas de mesías se entretiene con nuestro futuro y lo sepulta con su promocionado TLC, que no es más que una estrategia de neocolonización.

Así, de frente y sin vergüenza, ataca nuestras escasas libertades, pues quien piensa está en peligro, y muere quien descubre los efectos de la reforma tributaria, la reforma pensional, la seguridad democrática (seguridad de multinacionales) y la famosa reelección. Y en medio de esta coyuntura, en el hoy por hoy del país, desde Bucaramanga unos muchachos se lanzan a la carretera a denunciar la debacle de nuestra nación y la desaparición del estado constitucional de derecho, reclamando salud para sus coterráneos.

Porque el señor Uribe y sus camarillas deben aprender que no sólo de balas mueren los colombianos, y que su popularidad monopolizada por los medios de comunicación no existe. Esta energía de compromiso y rechazo a las políticas antipopulares crece desde abajo. Somos sindicalistas, estudiantes, obreros de salario mínimo, educadores, madres cabeza de hogar, desplazados. Todos unidos bajo una bandera nos encargaremos de trabajar, trabajar y trabajar para derrotar este vergonzoso plan antipueblo calculado desde Palacio, y aunque intenten evitarlo y se nieguen a creerlo, lo haremos desde abajo, con las manos empuñadas y el corazón abierto.