Al responder a las preguntas del mexicano Gerardo Fernández Casanova, el dirigente de la revolución bolivariana señaló que México es muy importante en la construcción de una comunidad latinoamericana. Indicó que México ha visto más bien hacia el norte, y tiene que mirar, tarde o temprano, hacia el Cono Sur por cuestión de cultura e historia.

El imperio contraataca

La amenaza más seria para la humanidad y el bienestar del mundo es hoy el inmenso poder de Estados Unidos para destruir el planeta con la gran cantidad de armas nucleares que ha acumulado, afirmó hoy Ramsey Clark, fiscal en Estados Unidos durante los gobiernos de John F. Kennedy y de Lyndon B. Jonhson. Y añadió: se trata de un poderío militar superior al que poseen el resto de las naciones juntas.

Segundo orador designado para intervenir en el taller del “Encuentro de intelectuales y artistas en defensa de la humanidad” con el presidente Hugo Chávez, el abogado, quien habló “desde el vientre de la bestia”, aseguró que el mundo sería mucho mejor si el pueblo de Estados Unidos tuviera mejor criterio a la hora de escoger a sus líderes.

Recordando a Martin Luther King, señaló que el principal proveedor de violencia en el mundo es “mi país”. Añadió que el soñador nunca “imaginó cómo iba a aumentar la violencia en su país en los años subsiguientes a su muerte”.

El ex fiscal hizo un largo recuento de las agresiones emprendidas por la administración Bush contra otras naciones y sus propios ciudadanos. Las naciones, afirmó, tienen el derecho a sentirse libres de la amenaza de invasión de Estados Unidos.

Con lujo de detalle, señaló cómo las decisiones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no son respetadas por el gobierno de su país y cómo quiso evitar la constitución de la Corte Penal Internacional, pero como no pudo se niega a aceptar su jurisdicción.

Con gran dramatismo habló de la situación en que viven los presos en Guantánamo. Según él, el mensaje que la superpotencia manda al mundo con las imágenes que dan cuenta de ellos es inequívoco: “aquel que ose retarnos, vea lo que hacemos en la base militar.”

La ofensiva guerrerista de Bush, denunció, ha provocado que se cometan crímenes de lesa humanidad, lo mismo con el uso de bombas inteligentes que de uranio enriquecido. Ha provocado, además, que se “celebre la tortura.”

Clark se refirió también a la invasión y devastación de Irak, y a la terrible y emblemática destrucción de la ciudad de Fallujah, convertida en símbolo trágico en este momento de la historia.

Al presentarse “como abogado que no está lejos del crimen y la delincuencia”, lamentó profundamente la intervención en Haití, justo después de 200 años de que abolió la esclavitud, para remplazar un gobierno electo por uno títere. “El pueblo haitiano -remarcó- es el que más ha sufrido.”

Desde su punto de vista, la diferencia entre lo sucedido en Haití en 2004 y lo acontecido en Venezuela en 2002 -año del golpe de Estado contra Hugo Chávez- “es que en 2002 no funcionó lo que Estados Unidos quería que funcionara”.

Finalmente, calificó al presidente de Venezuela de hombre bueno, líder eficaz, muy difícil de encontrar en otros gobiernos y capaz de proporcionar a su pueblo bienestar, salud y educación.

La gallina y el cocinero

El taller, efectuado esta tarde, buscó entablar un diálogo entre los asistentes al encuentro y el presidente de Venezuela. Fue inaugurado por el escritor Luis Brito García, Premio Nacional de Literatura, quien hizo un detallado recuento de las tareas necesarias para defender a la humanidad hoy día: acabar con los horrores del capitalismo financiero; reconocer el derecho de los pueblos a decidir su destino; resistir la imposición del pensamiento único; impulsar la economía emancipadora; difundir el conocimiento para todos; reivindicar el principio de la soberanía popular; evitar que el monopolio de la información se convierta en monopolio del poder político y defender la memoria. Concluyó su intervención recordando que la pesadilla dura sólo el tiempo que uno quiere.

El mismo Brito García dio lectura a una carta que Eduardo Galeano envió a la reunión. En ella, el escritor uruguayo escribió a los asistentes: “la cultura de la dignidad es la respuesta a la cultura del miedo que hoy por hoy manda en el mundo”.

Galeano fue recordado por Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, otro de los oradores designados para intervenir en el taller. Como ejemplo de la grave situación en que vive la humanidad, el defensor de los derechos humanos argentino contó una anécdota al autor de Las venas abiertas de América Latina, durante un viaje por Italia: “un cocinero hace una pequeña asamblea en la cocina. Ahí estaban la gallina, los patos, los chanchitos. Y el cocinero les dice entonces: Los he convocado para hacerles una pregunta: ¿con qué salsa quieren ser cocinados?
Los pobres animalitos quedaron estupefactos. Hasta que la gallina le responde:
Yo no quiero ser cocinada.
No, no -le respondió el cocinero-, eso está fuera de toda discusión. Ustedes lo único que pueden escoger es la salsa con la que quieren ser cocinados.”

Lo que puede evitar que nos cocinen a todos, añadió Pérez Esquivel, es la resistencia para construir otro mundo posible, para edificar un proyecto de vida contra la muerte, para construir nuevos espacios de libertad.

Fiel al estilo narrativo que escogió para su intervención, el Nobel recordó la recomendación del consejo de ancianos de una nación africana: si no sabes adónde vas, regresa para saber de dónde vienes. Y concluyó preguntando a los asistentes: “¿sabemos nosotros adónde vamos? ¿Cuáles son nuestras raíces?”

Ultimo orador en la lista de quienes tomaron la palabra antes de Hugo Chávez, el periodista y hoy diputado argentino Miguel Bonasso hizo algunas propuestas prácticas para dar seguimiento al encuentro.

Sugirió, así, globalizar la resistencia en defensa de la humanidad; constituir un grupo de enlace bajo la responsabilidad de los anfitriones; instituir una fundación que produzca materiales y contenidos informativos y pedagógicos; publicar un semanario; nombrar un comité asesor e impulsar la constitución de capítulos nacionales de la red.

Preocupado por los señalamientos del general estadounidense James Hill, jefe del Comando para América Latina, en el sentido de unir las fuerzas de defensa y las fuerzas de seguridad de las naciones del hemisferio para combatir el “narcoterrorismo”, llamó a no convertir los ejércitos nacionales en policías y no retroceder a los tiempos de la doctrina de la seguridad nacional.

Insistió, además, en un asunto discutido en las diversas mesas de la reunión: romper el cerco informativo de la CNN en el área, enfrentar a los monopolios mediáticos, que no respetan el derecho a la información en nombre de la libertad informativa, y constituir una cadena televisiva latinoamericana.

La insurgencia trunca

Más que para trazar orientaciones sobre su llamado a lanzar una ofensiva en defensa de la humanidad, el presidente Chávez hizo un recuento de algunas acciones recientes de su gobierno. Orgulloso, contó a los asistentes sobre un programa de becas que otorga el equivalente a 100 dólares mensuales a cada beneficiado, de un total de medio millón de personas.

Vestido con camisa militar, señaló además que la pobreza y la miseria son los problemas más graves del mundo, y para combatirlas “hay que darle poder a los pobres. Ellos son sus propios emancipadores”.

Leyó y analizó en detalle la más reciente encuesta de Latinobarómetro sobre apoyo a la democracia en América Latina. El sondeo mostró un amplio apoyo al gobierno venezolano y a la democracia en el país, así como un rechazo al uso de soluciones militares. Chávez se abstuvo de hacer comentarios a las cifras que leyó, las cuales mostraban actitudes y opiniones distintas a las documentadas en otras naciones del continente.

Tal como acostumbra hacer en sus intervenciones públicas, se refirió ampliamente a la vida y lucha de Simón Bolívar para sacar de ella una moraleja: la revolución que el prócer encabezó hace casi 200 años quedó pendiente. Lo que hoy se vive en Venezuela y otros países del hemisferio es el rebrote de esa insurgencia truncada.

Para terminar el encuentro, decenas de asistentes de los 52 países presentes en el encuentro tomaron la palabra, en muchos casos para expresar su solidaridad con la revolución venezolana.

En ese momento, en nombre de 39 ciudadanos estadounidenses presentes en el evento, una delegada leyó un documento en el que exigen poner fin a las agresiones del gobierno de su país contra las autoridades democráticamente electas en esta nación sudamericana, y se solidarizaron con la revolución bolivariana.

Una parte nada despreciable de la intelectualidad progresista ha declarado su amor a un proceso con el que hace apenas unos meses tuvo recelos o distancia. La luna de miel ha comenzado.