El Papa Juan Pablo II quiere promover la integración intercultural como la forma en que los emigrantes y los autóctonos de los países receptores traten los fenómenos de los refugiados y de los éxodos globales. "Es necesario buscar un justo equilibrio entre el respeto de la propia identidad y el reconocimiento de la identidad de los otros", advierte el líder religioso en mensaje de fin de año sobre el Día Mundial del Emigrante y del Refugiado para el 2005.
Para el papa, la integración intercultural va más allá de nociones tales como "tolerancia", que dispensan actitudes como de intercambio de conocimiento e intercambios culturales. "Efectivamente, se deben excluir tanto los modelos de asimilación, que tienden a hacer de lo diverso una copia de sí mismo, como de los modelos de marginalización, con actitudes que pueden llegar hasta las opciones del apartheid. El camino a recorrer es el de la integración genuina en una perspectiva abierta, que rechace considerar siquiera las diferencias entre los emigrados y los autóctonos", declara la autoridad católica.
Pero existen responsabilidades que deben ser encaradas por aquellos que resuelven emigrar. "El emigrante se compromete a dar los pasos necesarios para la inclusión social, como el aprendizaje de la lengua nacional y la propia adecuación a las leyes y exigencias de trabajo, de modo de evitar la creación de una diferenciación exagerada", expresa el Papa. Por otro lado, amonesta que "la integración no es una asimilación, que lleva a suprimir o a olvidar la propia identidad cultural", apostando sí al enriquecimiento mutuo proporcionado por el contacto entre personas de culturas diferentes.
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