Las fuentes indican que el Estado peruano se habría comprometido a indemnizar con la enorme suma de US$ 270 mil dólares a los familiares de Pedro Huillca Tecse, asesinado oficialmente por el terrorismo de Estado en 1992. Revelaciones recientísimas como las que consigna Ricardo Uceda en su libro Muerte en el Pentagonito, dan cuenta que fue Sendero Luminoso el responsable del crimen. Entonces ¿cuál es el afán de presentar como verdad lo que a la postre le va a costar al pueblo peruano la suma antedicha y que saldría del bolsillo de quienes no tienen nada que ver con tan infausto suceso?

¿A quién o a quiénes conviene que esta verdad oficial y “políticamente correcta” sobre la autoría de tan execrable crimen persista como señal apodíctica que así fue, por tanto, hay que acatar lo dicho por la CIDH? Me temo que aquí hay, no un gato encerrado, sino un mastondonte oculto. Hay una inconducta: procurar que se siga creyendo que fue algún comando de aniquilación del Estado quien malogró la vida de Huillca y que, entonces, hay que entregar, a como dé lugar, una indemnización que pagaría facturas políticas y compraría silencios convenientes, a muchos años del trágico suceso.

Casi no existen dudas ya que el caso de supuestas torturas a la agente Leonor La Rosa se ha desmoronado sin pena ni gloria. Pero, eso no oblitera el hecho, insultante y oprobioso que significa que el dinero de los peruanos en un monto de US$ 120 mil indemnizó una mentira fabricada por filibusteros en nombre de los derechos humanos que dicen defender. Esta tratativa comercial constituye una de las máculas más infames de que se tenga memoria en la historia reciente. E incrimina, de manera inequívoca y categórica a sus prestigiditadores magos en tribunales e instituciones, ONGs y plataformas, interesadas en réditos políticos, en bolsas del exterior y en el mantenimiento injusto de un estatus quo absurdo, racista, excluyente, profundamente divorciado de cualquier justicia social.

De manera que, ¿por causa de qué hay que tragarse el sapo caro que fue un comando terrorista estatal el que aniquiló a Huillca Tecse? ¡No hay ninguna razón válida! ¡Aquí hay chacales que trafican con los derechos humanos y son capaces de mantener embelecos y fantasías con tal que eso signifique la prosecución de sus privilegios! ¡Aunque la verdad no aparezca ni se insinúe en ninguna parte del proceso!

¿Es por casualidad, el bolsillo de los peruanos, pila inacabable de agua bendita para fletar las innúmeras indemnizaciones que la CIDH ha empezado a ordenar al Estado? ¿Estamos frente a un festival de dinero que no devolverá la felicidad a nadie y que sólo perfilará una mancha y una mentira ¡otra más! en torno a la supuesta justicia reparadora del Perú?

¡Esta es una estafa y no hay que permitirla! ¡A las hienas que medraron con estas verdades oficiales y convenientes hay que desenmascararlas así se escondan en ONGs y organizaciones que empiezan a desnudar la verdadera razón comercial y egoísta de sus existencias! ¡Y no puede haber duda ni vacilación para poner la mano fuerte sobre quienes han mercadeado con la fe y el ansia de justicia del pueblo peruano!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!