La dinámica del crecimiento económico en Argentina sigue favoreciendo la concentración de la riqueza en pocas manos, al mostrar que el 10% más rico recibe 26,3 veces más que la misma proporción pobre.

A esas conclusiones arribó un estudio realizado por la consultora Equis, el cual destacó que la distribución de los ingresos continuó beneficiando en el último año a una ínfima parte de la población argentina.

Desde mayo de 2003, cuando asumió el actual gobierno del presidente Néstor Kirchner, el 40% de sectores de escasos recursos volvió a recibir una porción menor de la torta, mientras recuperaron algo las capas medias, sostuvo la firma.

En los últimos 30 años, la extendida clase media y las franjas más bajas perdieron entre el 15% y el 40% en el reparto de la riqueza producida, recordó Artemio López, de la mencionada consultora.

La declinación es tan intensa que la actual desigualdad social es una de la mayores desde que el Instituto Nacional de Estadística y Censos elabora sus muestreos sobre el tema, iniciados en la década de 1970, advirtió López.

Si solo se toma la información más reciente (diciembre de 2003 a junio de 2004), se observa que el proceso de concentración del ingreso se acentuó aún más, cayendo la participación de todos los estratos, incluidos los medios que se habían favorecido.

Los sectores informales o beneficiarios de planes sociales no solo no participan del crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI), sino que siguen con sus ingresos nominales estancados. Aunque el pastel se agranda, reciben un pedazo más chico.

La realidad marca que en la Argentina de hoy, el 20% más acaudalado se queda con el 53,1% de la riqueza, el 40% medio con el 34,7% y el 40% más bajo -con ingresos inferiores a los 100 dólares- recibe apenas el 12,2%.

Con la mayor actividad económica, a un ritmo del ocho por ciento anual por dos años consecutivos, esta nación tiene niveles de producción pre-crisis, pero los indicadores sociales y distributivos siguen siendo similares, apuntó Equis.

En algunos aspectos -como pobreza, indigencia y empleo ilegal-, las estadísticas son peores a las del 2001, cuando el país fue sacudido por la peor crisis de su historia, concluyó la consultora.