Somposo título para un artículo que sólo pretende comentar algunas cuestiones que siguen ocurriendo en Venezuela. En particular debemos mencionar la estrategia que se ha venido conduciendo para lograr ese equilibrio que históricamente se deriva de la apropiación del territorio por parte de los pueblos y comunidades indígenas, y subsiguientemente por quienes han poblado el actual territorio.
En el contexto de Las líneas generales del Plan de la Nación 2001-2007 se plantea como objetivo en el ámbito del Equilibrio territorial, el ocupar y consolidar el territorio y cómo estrategia la descentralización desconcentrada.

Objetivo y estrategia para alcanzar un equilibrio. Desde ese objetivo y estrategia general se desprenden una serie de objetivos y estrategias concatenadas en una suerte de derivación que al final van a requerir medidas y proyectos concretos para poder ser realizados plenamente. A lo largo de estos años de gobierno una serie de documentos han sido hecho públicos para definir con mayor precisión las anteriores proposiciones.

El "Plan Nacional de Desarrollo Regional 2001-2007", el documento sobre las "Zonas Económicas Especiales", la propuesta sobre los "Núcleos de Desarrollo Endógeno", y más recientemente otro documento relativo al "Eje Norte Llanero" permiten sintetizar muchas de las acciones que se han venido delimitando a lo largo de estos años. De las definiciones a las políticas, a las metas y a las acciones cómo forma racional de intervención por parte del Ejecutivo Nacional como manera activa para lograr el equilibrio territorial buscado.

Debemos comenzar por reconocer que el Ejecutivo como parte de los poderes del Estado no es el único factor interviniente en la conformación del espacio socio productivo. La multiplicidad de intereses y motivaciones hace que el resultado visible sea algo complejo de determinar. Algunas teorías del equilibrio espacial ya un tanto en desuso pretendían reconocer el resultado de la acción sobre el espacio en general, y un territorio en particular, como consecuencia del libre albedrío de las fuerzas del mercado, con ello se lograría la asignación óptima de los recursos.

Pero la concentración espacial en las grandes urbes, el fracaso en la percepción de las alternativas de inversión en otras áreas diferentes a las de tipo metropolitano, los intercambios comerciales producto de la globalización productiva, la relocalización industrial en los países menos desarrollados, la economía concentrada en ciertos lugares del mundo, los factores culturales que imprimen dinámicas especiales a su superación y en fin la situación de permanente dependencia que aún subsiste en muchos países del tercer o cuarto mundo hacen que tales "tesis" terminen por desequilibrar todavía más la localización de las actividades en el territorio.

Buscar mayores equilibrios para el desarrollo regional venezolano implican su necesario vínculo con lo que le ocurre al país a nivel nacional. El título segundo de nuestra Constitución Bolivariana muestra algunos aspectos dentro de los dos capítulos referidos "Del territorio y demás espacios geográficos" así como los artículos relativos a la división política. Equilibrio buscado donde la estrategia de descentralización desconcentrada busca profundizar por un lado, la democracia participativa y protagónica considerando a la descentralización como concepto político administrativo, y a través de la desconcentración su alter ego, como orientación de tipo económica productiva.

Esta estrategia general se especifica aún más al considerar tres elementos que le son consustanciales, ya mencionados, necesario decirlo de nuevo, en los documentos arriba mencionados. El primero referido a las fachadas de integración, la Andina, la Caribeña, y la Amazónica. Fachadas que permitirán favorecer tanto el desarrollo de las regiones fronterizas como la comunicación con los países vecinos, a través de los grandes ejes fluviales y del transporte ferroviario, terrestre, aéreo, y marítimo.

El segundo elemento, los ejes de desconcentración, Occidental, Orinoco-Apure, El Eje Norte Llanero y el Oriental. Tales ejes conforman regiones programas cuyos recursos serán dirigidos a la ejecución de obras de infraestructura y al mejoramiento de los servicios públicos en los centros poblados ubicados a lo largo de cada uno, a los efectos de generar condiciones favorables a la inversión privada.

El tercer elemento se refiere a un aspecto que permite relacionar lo espacial y lo multisectorial, esto es la dinámica regional. Se trata en el fondo de privilegiar las actividades productivas de acuerdo a la vocación potencial de cada región, como unidad subnacional, considerando los factores que permitan dinamizar su aparato productivo.

Estos tres elementos combinados forman parte de la estrategia de descentralización desconcentrada que se pretende seguir para el logro de ese tan ansiado equilibrio territorial. La creación de las Zonas Económicas Especiales, el avanzar en la identificación y puesta en marcha de los Núcleos de Desarrollo Endógeno han sido formas que se han venido plasmando en la actualidad en los nuevos Ministerios de la Economía Popular, y del Habitat y la Vivienda, en conjunción con el resto de los otros Ministerios con fuerte incumbencia en el los aspectos territoriales.

Lleno de promesas y también de inmensas dificultades es el camino para el logro de un equilibrio territorial que compense la desarticulación del pasado. El aspecto territorial se vincula estrechamente a lo ambiental, a lo ecológico, a la geografía nacional, pero no deja ni puede dejar de lado la ubicación del país en el entorno mundial en general, y en particular en el contexto latinoamericano y caribeño. El globo terráqueo le queda pequeño a la población mundial en su permanente desafuero por acabar con el nicho que le da soporte a su existencia.

La dinámica del capital viene cuestionada en su voracidad y uso de los recursos, tanto para pensar en el derecho de las próximas generaciones a tener una vida y un territorio para desarrollar a cabalidad su propia existencia. Los seres humanos como primeros responsables del deterioro de las condiciones ambientales no podemos olvidar la cantidad de zonas que han quedado casi "invivibles" gracias a las acciones conducidas.

Lo anuncia el preámbulo de nuestra Constitución al considerar que el fin último de refundar la República debe mantener el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad. Al definir la soberanía plena sobre su territorio, el de sus riquezas naturales, afirma su integridad territorial. Tratemos nosotros de contribuir a que ese equilibrio se logre en paz y con la contribución de todos los venezolanos. De lo contrario se agudizarán las actuales contradicciones haciendo más agudas las desigualdades sustantivas que hoy observamos al transitar por sus caminos y parajes.

La conciencia del equilibrio territorial se convierte de un buen propósito a una necesidad vital de los venezolanos, independientemente de sus valores, creencias, y motivaciones personales. El espacio como porción perteneciente a la nación también requiere de una dinámica subnacional que lo integre de manera armónica, en fin, equilibrada.

Publicado en Quantum N.45