La humanidad en el Perú es hija de los Andes.

Biodiversidad

La cordillera andina por la fuerte variación de alturas tiene diversos microclimas. Su perpendicularidad a la línea ecuatorial aumenta esa diversidad, pues hace que dos puntos a una misma altura tengan diferentes climas por estar uno cerca del ecuador y otro lejos de él.
Otro factor que aumenta la diversidad climática, es que estando en una latitud tropical, nuestro mar es de baja temperatura porque hay una corriente fría que viene del polo y baña la costa.
Estas circunstancias combinadas producen una gran biodiversidad: Tenemos selva tropical con fuerte precipitación pluvial. Cerros con nieves perpetuas y altiplano frígido. Valles templados con diversos microclimas. Desiertos en los que no llueve. Un mar muy rico por la abundancia de fito y zooplancton.

Durante diez mil años la humanidad que vive dentro de esa biodiversidad ha aprendido a utilizarla y conservarla. La irregularidad del terreno produce una agricultura difícil pero muy productiva. Ha forjado una raza eminentemente agrícola con un sabio manejo de la biodiversidad.

Nuestros antepasados domesticaron 182 especies de plantas, muchas de ellas altamente nutritivas, pocas de ellas se usan en otras regiones. La que más se conoce es la papa, de ella tenemos 6 especies con 2,000 variedades. Esa habilidad agronómica de nuestro pueblo subsiste, se ha manifestado con las habas importadas por los invasores de la cual el campesinado ha creado y continúa creando muchas variedades. Las especies vegetales utilizadas por nuestra población son 4,500. En medicina 1,408.

Colectivismo

Otro producto de los Andes es que no permitió el esclavismo. Mientras que en Europa el desarrollo de la agricultura y la ganadería influyeron en la organización esclavista de la humanidad, en los Andes no sucedió así, ese desarrollo devino en nuevas formas de colectivismo, como fueron las civilizaciones Chavín, Tiawanaco, Wari, Nasca, Paracas, Mochica, Chavín, etc., hasta llegar al Tawantinsuyo, que era una confederación de naciones (no “imperio” como lo calificaron los invasores incapaces de concebir un estado tan extenso que no lo fuera) que abarcaba desde la actual Colombia hasta Argentina y Chile. La célula de esa organización continuó siendo el “ayllu” o comunidad campesina, ese organismo colectivista perdura, con un elevado criterio de democracia.

La agricultura estaba organizada por cuencas y microcuencas. Estaba muy desarrollado el sistema de canales, de caminos, de almacenes distribuidos en todo el territorio en los que se guardaba los alimentos en conserva, con el objeto de tener reservas que fueran utilizadas cuando el rigor climático afectara las cosechas.

Si se determinaba que un territorio era apto para terrazas de maizales, se enviaba gente para poblarla. Un ejemplo del dominio de la biodiversidad se daba en que una comunidad de media altura tenía parte de su población trabajando temporalmente en la altura criando alpacas y otra parte en la zona tropical cultivando coca.

Existieron castas privilegiadas, no era una sociedad igualitaria, pero no había hambre ni miseria, ellos fueron un aporte cultural europeo.

La invasión

Hubo muchos muertos en la guerra de conquista. Otros murieron por las enfermedades traídas por el invasor para las que no tenían defensa. Pero la causa mayor de muertes que hoy continúa, fue la ruptura de la organización social, el caos de producción y distribución, la sustitución de la economía al servicio de la población por la economía colonial al servicio de la metrópoli.

La gente estaba disciplinada en la conservación de reservas, pero los almacenes eran saqueados por el invasor. La actividad fundamental dejó de ser la agricultura, lo fundamental era extraer oro y plata para enviarlos a España. Adultos, adolescentes y niños fueron internados en los socavones de donde salían sólo muertos, eso provocó suicidios y que las madres mataran a sus hijos para evitarles esa horrible muerte en vida. Fueron destrozados los canales, las terrazas agrícolas en las faldas de los cerros y en el altiplano.

Los animales importados depredaron los pastizales, pues mientras los auquénidos cortan el pasto, las ovejas y vacas lo arrancan de raíz, favoreciendo la erosión y desertificación. Las mejores tierras fueron usurpadas por los invasores y cultivadas por la población sometida a la servidumbre, surgió el latifundio con diversos nombres, el último de los cuales fue el de “hacienda”. Desapareció la organización de la producción por cuencas y microcuencas.

Esa realidad económico-social continuó en la época republicana y, en general, continúa hoy.
Hemos cambiado de amos y de productos, pero nuestro pueblo continúa trabajando lo que necesita el amo de turno, no lo que él necesita; continúa depredándose la naturaleza en forma cada vez más feroz.
Luego de ser colonia española pasamos a ser colonia económica de Inglaterra, después de EEUU, ahora somos colonia de las empresas multinacionales con predominio de EEUU.

Después de oro y plata pasamos a producir para los amos: guano de isla (fertilizante), salitre, caucho, petróleo, algodón, azúcar, harina de pescado, cocaína, cobre, zinc.
Continuamos produciendo riqueza para los amos imperiales. Continúa depredándose nuestro suelo, aguas y aire. Continúa el hambre y la miseria de nuestros habitantes.

Opresión al campesinado y resistencia

Comencemos mencionando la discriminación racial-cultural. Los invasores nos consideraron como sub-humanos (discutían si teníamos alma inmortal o no). Nuestras características físicas y culturales fueron consideradas inferiores. A diferencia del respeto por las creencias ajenas que había en la época incaica, para el fundamentalismo cristiano las otras creencias eran diabólicas. La cultura americana rendía culto a la naturaleza en general y a cada uno de sus sectores; la cultura cristiana rinde culto a un ser abstracto que creó la naturaleza y la mujer al servicio del hombre, de ello se derivan el no respeto por la ecología y el sometimiento de la mujer.

Las comunidades, antes servidoras de los intereses colectivos pasaron a ser servidoras de los invasores en beneficio de ellos, sin importar si como consecuencia de eso morían masivamente. Trabajaron en las minas y en los latifundios propiedad del conquistador. Las comunidades independientes subsistieron sólo en las tierras menos productivas.

La resistencia comenzó desde un inicio, con Manco Inca y Tupac Amaru I . Luego la notable rebelión de Juan Santos Atawallpa y la más célebre, la de Tupac Amaru II que alcanzó Bolivia con Tupac Catari y sacudió todo el dominio español. A raíz de este último levantamiento cesaron las más brutales prácticas de los invasores.
Luego de la revolución de independencia subsistió el sistema del latifundio servil. El dueño de la tierra era el hacendado, denominado “gamonal” por la resistencia. Reservaba para su servicio los mejores y más extensos terrenos.

El resto daba en usufructo a los campesinos indígenas, quienes como pago de ese uso debían trabajar gratuitamente para el amo. Además tenían la obligación de llevar en animales de carga la cosecha del gamonal a la ciudad a cualquier hora del día o de la noche que él dispusiera, el viaje podía durar varios días. Los hijos de los campesinos no tenían derecho a educación. Si el señor lo decidía, el campesino estaba obligado a venderle sus productos y a comprar lo que requiriera al precio establecido unilateralmente por el patrón. El amo usaba a las campesinas como objetos sexuales. Para él trabajaba la familia campesina, incluyendo mujeres y niños.

Los comuneros debieron pagar tributos hasta muchos años después de la independencia. Luego fueron obligados a realizar trabajos gratuitos para el estado. Aunque la existencia de las comunidades estaba garantizada por las leyes coloniales y republicanas, como las autoridades políticas, judiciales, policiales, etc., estaban en manos de los gamonales, había permanente usurpación impune de tierras comunales por parte de los latifundistas. Las rebeliones comuneras de protesta eran contestadas con masacres y encarcelamientos.
Quedan en la memoria algunos nombres de los rebeldes: Atusparia, Uchcu Pedro, Rumimaqui.

La guerra de Chile contra Bolivia y Perú no fue provocada por los hermanos chilenos sino por el imperialismo inglés para defender sus intereses en el saqueo del salitre sudamericano. Provocó la invasión de las tropas chilenas, que al dañar al campesinado pobre, produjo la rebelión de éste. Eso fue aprovechado por el militar Cáceres para impulsar la resistencia. Pero el campesinado rebelde no luchaba sólo contra los chilenos, sino contra su tradicional enemigo, el latifundismo peruano. Por eso fue traicionado y sus dirigentes fusilados por Cáceres, que luego llegó a ser presidente apoyado por los gamonales y a su servicio.

La reforma agraria

El campesinado mexicano conquistó la tierra con su rebelión de 1910. El boliviano como consecuencia de la revolución popular de 1952.
En el Perú se inició la conquista de la tierra en los años 60. Tuve la suerte de participar en la dirección de esa lucha. El movimiento comenzó como reclamación por menos días de trabajo para las haciendas en la zona de La Convención del departamento del Cusco, en el sur del país, zona de campesinado quechua. Ante la intransigencia de algunos hacendados que usaron las autoridades a su servicio para reprimir el movimiento, el campesinado contestó con acciones colectivas, cuya más alta expresión fue la huelga.

Ella consistió en no laborar para los hacendados y dedicar el tiempo a trabajar las parcelas dadas por éstos a los campesinos en usufructo. Luego de nueve meses de huelga, en la hacienda Chaupimayo la asamblea del sindicato declaró expresamente que decretaba la Reforma Agraria. Ya no volveríamos a trabajar para el hacendado; manifestamos que la tierra era de quien la trabaja. Esa medida se extendió por toda la zona, aunque el nombre oficial en otros sindicatos era “huelga”, en la práctica era la extensión de la Reforma Agraria decretada por Chaupimayo.

La policía al servicio de los gamonales, por mandato del gobierno, comenzó a reprimir el movimiento. Los campesinos, organizados en sindicatos acordaron ejercer la autodefensa. Me eligieron para que la encabezara. Luego de unos meses de resistencia, nuestra brigada de autodefensa armada fue disuelta por el ataque policial. Fuimos apresados, pidieron para mí la pena de muerte en dos oportunidades, la que fue frustrada por la solidaridad nacional e internacional. Me sentenciaron a 25 años de prisión.

Sin embargo, esa vigorosa respuesta hizo comprender al régimen, militar en ese entonces, que si el inicio de la represión había sido respondido por la resistencia armada, sería imposible obligar al campesinado, que ya se había acostumbrado a no trabajar para los hacendados, a que volviera a hacerlo. El gobierno comprendió que una pretendida expulsión de los campesinos ante la negativa, devendría en una insurrección generalizada. Optó por legalizar parcialmente la Reforma Agraria hecha por nosotros.

La “Ley de Reforma Agraria” se refería solamente a la zona en la que nosotros la hicimos previamente. Naturalmente esto molestó a los campesinos de otras zonas cercanas y lejanas que continuaban soportando el atropello de los gamonales. La rebelión brotó por todos lados, se producían tomas de tierras usurpadas por los hacendados a las comunidades indígenas y protestas de los campesinos servidores de las haciendas. El gobierno de Belaúnde contestó con masacres, pero éstas fueron incapaces de detener al movimiento. Además surgieron grupos guerrilleros, que aunque fueron prontamente aplastados, calentaban el ambiente.

Ante esta situación los militares comprendieron que había que evitar el incendio que amenazaba poner en peligro el gobierno de la minoría opresora. Tomaron el poder e hicieron lo que les había dado buenos resultados en nuestra zona para aplacar el descontento social. El gobierno del General Juan Velasco sacó una “Ley de Reforma Agraria” para todo el país en 1969.

Así, a quien tenemos que agradecer por la Reforma Agraria es al campesinado rebelde, no fue un regalo gratuito de Velasco.

La aplicación de la Ley tuvo la ventaja de acabar con el latifundio en todo el país. Sin embargo lo acompañó la desventaja de no tomar en cuenta nuestras raíces culturales y de ser aplicada burocráticamente, desde las oficinas, sin consultar al campesinado.

La población indígena no vio con simpatía las instituciones extrañas a su cultura que impuso la ley. Se trataba de grandes aparatos supuestamente colectivistas, pero que mediante la administración no democrática se convertían en órganos de opresión de algunos funcionarios sobre la mayoría del campesinado. Nuestra cultura indígena tiene su organización colectivista milenaria, la comunidad o “ayllu”.

Desde ahí luchaba contra las haciendas y desde ahí luchó y lucha contra las organizaciones burocráticas impuestas por la ley de Velasco.
En época del presidente Alan García (1985-1990) me tocó el privilegio de participar en la lucha, en general triunfante, de los comuneros de Puno contra las instituciones velasquistas.

Otra deficiencia burocrática de la aplicación de la ley, es que se cuadriculó la tierra de haciendas que se irrigaban extrayendo agua de pozos artesianos. Tuvieron suerte los campesinos a quienes les tocó cuadrados con pozos, los otros se quedaron sin agua. No hubiese sido nada difícil que se pregunte a los campesinos cómo querían que se distribuya la tierra; supongamos que hubieran optado por la cuadriculación, pero hubieran señalado que los pozos no debían pertenecer a nadie en particular sino a todos en general.

La Reforma Agraria por la que lucha el campesinado tiene como principal aspecto la redistribución de la tierra entre quienes efectivamente la trabajan, pero no es sólo eso. Además contempla la capacitación agropecuaria, la facilitación de créditos, la organización de la comercialización, etc. En el Perú se redujo casi exclusivamente a la primera medida.

Las clases dirigentes peruanas arremeten contra la ley y el recuerdo de Velasco calificando a la Reforma Agraria como un fracaso. Nosotros hemos sido y somos críticos de la ley y de su aplicación, pero desde el otro lado.

A los dueños del Perú les contestamos que para el pueblo pobre es mejor que la tierra esté en sus propias manos. Que en la zona de La Convención, donde la Reforma fue hecha por el propio campesinado, el cambio se nota claramente: Los hijos de campesinos analfabetos o semianalfabetos ahora son médicos, ingenieros, abogados, etc. El campesino ya no vive en una sola habitación junto los animales domésticos, sino en cómodas casas de dos pisos.

La ciudad capital de la zona se ha decuplicado; los hacendados compraban de lejanas metrópolis, los campesinos lo hacen en ella, de modo que es una ciudad con bancos y comercios de todo tipo. El volumen y la calidad de la producción han mejorado enormemente. El neoliberalismo está hundiendo al campesinado de la zona, ante esto la educación en la lucha resurge vigorosa.

La situación actual

Al parecer, el Perú es, actualmente el país de América Latina en el que hay mayor cantidad de pequeña propiedad. Nuestra lucha principal ya no es contra el latifundio porque fue derrotado, aunque hay resistencia contra los intentos de resurgimiento de él.

El campo peruano sufrió la pesadilla de 20 años de guerra interna entre el movimiento guerrillero terrorista de Sendero Luminosos y el ejército. La principal víctima fue el campesinado indígena, fundamentalmente quechua, que fue masacrado por ambos bandos.

Sendero Luminosos se alzó contra la opresión a nuestro pueblo, pero sus métodos sectarios lo condujeron a llevar a cabo matanzas del propio campesinado indígena, de dirigentes obreros y de dirigentes barriales.

Sin embargo no es como dice la “Comisión de la Verdad”, que la mayor parte de las 70,000 muertes fueron causadas por SL. Los principales asesinos fueron Fernando Belaúnde, Alan García y Alberto Fujimori, jefes supremos de las fuerzas armadas y policiales en tanto presidentes de la república. Los explotadores de nuestro pueblo aprovecharon la existencia de SL para reprimir cualquier protesta, para asesinar a opositores de su opresión.

La principal víctima fue el sufrido campesinado quechua del departamento de Ayacucho, cuyo suelo fue testigo de la derrota de las tropas imperiales españolas por el ejército bolivariano.

Sendero Luminoso quedó sin el apoyo de la población quechua que reaccionó en contra de su actuación anticampesina, esa fue la principal causa de su derrota. Es pues gracias a nuestro pueblo que acabó la pesadilla de la guerra interna.
Luego de eso el campesinado peruano y la población en general, se levantaron contra la dictadura de Fujimori y expulsaron al tirano.

Ahora el campesinado y el pueblo se recuperan lentamente de ese desastre social que arrasó a las organizaciones populares. Con heroicos esfuerzos estamos en proceso de recuperación de la fuerza colectiva, única esperanza para nuestra liberación, lejos del mesianismo de SL. Construimos organizaciones horizontales dirigidas por la mayoría, no aparatos verticales como SL donde manda el jefe. La vigorosa lucha de estas formaciones democráticas que traerá victorias será el único obstáculo capaz de impedir el resurgimiento de SL o algo parecido.

Sufrimos la agresión del sistema en su expresión neoliberal.

Contra nuestra identidad
Los ataques fundamentales del neoliberalismo al campesinado peruano son precisamente contra nuestra identidad cultural, contra nuestra herencia andina, veamos:

A partir del gobierno de la dictadura de Fujimori se pretende disolver la comunidad indígena o “ayllu” intentando convertir al campesino comunero en independiente, aislado, para que así sea fácil presa de la voracidad de quienes pretenden arrebatarle su tierra.

Otra agresión muy importante es la desarrollada por compañías multinacionales contra “Pachamama”, la madre naturaleza, matando las tierras agrícolas. Las fundamentales agresoras son las compañías mineras, pero también hay las extractoras de gas y las que pretenden robar el agua a las comunidades indígenas.

Nuestra cultura practicó durante milenios la soberanía alimentaria. Hoy los productos transgénicos de EEUU desarrollados por empresas agroindustriales subsidiadas en la producción y en la exportación, sustituyen a los ricos alimentos andinos, aplastando a los agricultores y bajando notablemente el nivel de nutrición de nuestro pueblo en general.

Por último está el tema de la coca. Es la hoja sagrada de nuestra cultura, la consumismos desde hace milenios y nunca nos hizo daño, es alimenticia y medicinal. El imperio ordena su erradicación y criminaliza su cultivo, alega que su población la usa como narcótico, pero ese es sólo el pretexto para el ingreso de tropas yanquis a los países andinos.

Hace mucho tiempo que conocemos el anhelo de nuestros opresores porque abandonemos nuestra identidad. Luego de la rebelión de Tupac Amaru prohibieron el uso del quechua y de la vestimenta indígena, prohibieron todo lo que podía recordarnos los tiempos antes de la invasión. Prohibieron el uso de alimentos andinos como la quiwicha argumentando que fomentaba el “paganismo”.

Hace tiempo que quieren arrancarnos nuestras raíces porque saben que ellas nos nutren y dan fuerza. Con Velasco el “Día del Indio” se convirtió en “Día del Campesino”, pretenden disolvernos en ese término, entre otras cosas para que abandonemos nuestra cultura colectivista; así, convertidos en campesinos “civilizados”, no indios, nos “modernizaremos” convirtiéndonos en campesinos individualistas dejando el “gregarismo de hormiguero” como despectivamente califican a nuestra cultura colectivista y solidaria Vargas Llosa y otros ideólogos de los opresores.

Los enemigos saben que nuestros hermanos indígenas del mundo, irguiéndose, lograron que muchos de nuestros derechos fueran reconocidos por la Organización Internacional de Trabajo (OIT) como consta en el “Convenio 169” de esa entidad, suscrito por el Perú. Saben que si nos “modernizan” haciendo que abandonemos nuestra identidad indígena, no podremos exigir disfrutar de los derechos aceptados en ese documento.

Otras agresiones

Otra causa de sufrimiento del campesinado es la corrupción de las autoridades de todo tipo: judiciales, políticas, policiales, tributarias, de salud, de educación, municipales, etc. Esa corrupción es usada por los enemigos del campesinado para arrebatarle sus tierras, encerrarlo en la prisión, arrancarle dinero con mil pretextos, hundirlo cada vez más.

El habitante del campo también sufre la falta de servicios elementales de salud, educación, electricidad, agua potable, servicio sanitario, vías de comunicación, etc.

Respuesta

El campesinado peruano lucha fieramente en defensa de sus raíces culturales. Lucha en defensa de Pachamama contra la depredación de las empresas multinacionales y el sistema neoliberal que las defiende. Ahí están en el norte los combates triunfantes de Tambogrande que expulsó a la minera Manhatan y las luchas recientes de los campesinos cajamarquinos apoyados por la población del departamento contra la minera Yanacocha, luchas que arrancaron quejidos de que “Cajamarca no quiere progresar” por parte del régimen y la prensa serviles que no pudieron oponerse a la acción ecologista del pueblo ni con la policía que actuó, como de costumbre, en defensa de la compañía imperial contra la naturaleza y el pueblo peruanos.

En el sur hay resistencia contra el proyecto Bambas que afecta a comunidades indígenas de Apurimac; contra la explotación del gas de Camisea, cuya forma de extracción es una puñalada a la selva amazónica y a las comunidades de la zona; contra la empresa suiza que pretende robar el agua de la comunidad de Huancasancos en Ayacucho.

Lucha el campesinado de la costa interrumpiendo el tráfico de la principal vía terrestre del país.
Nuestra cultura de democracia comunera estremece al departamento altiplánico de Puno luchando en Ilave, Azángaro, Juliaca contra la dictadura corrupta de las minorías.

Nuestra sangre americana se levanta en defensa de la hoja sagrada de la coca contra la imposición del imperio, en la selva norte y en la zona tropical de los departamentos de Cusco y Puno.

Rol histórico de la confederación campesina del Perú
La CCP no es la única organización campesina del país pero sí es la más antigua, nació en 1947, tiene 57 años de existencia.
Cometemos errores, cuando nos damos cuenta de ellos los corregimos. Caminamos, nos ensuciamos los pies, los limpiamos y seguimos caminando. Tropezamos y nos levantamos.

Pasamos por épocas de sectarismo, lo hemos superado y nos hemos vacunado.
Pasamos por épocas de caudillismo, lo hemos superado y nos hemos vacunado. Ahora la dirección de la CCP se renueva periódicamente. Contamos con una secretaría colegiada cuyos miembros se alternan en la dirección.
No somos la única organización campesina ni pretendemos serlo. Consideramos a las otras organizaciones no como enemigas ni como rivales, las consideramos organizaciones hermanas.

Somos miembros de la combativa organización internacional Vía Campesina que lucha contra el neoliberalismo. Sus banderas fundamentales son: Que la Organización Mundial de Comercio saque sus manos de la agricultura. Soberanía alimentaria, que cada país consuma fundamentalmente lo que produce. Contra los transgénicos, por la salud de la humanidad. Contra los subsidios a las grandes empresas agroindustriales por la exportación de productos en detrimento del campesinado local.
Somos miembros de la Confederación General de Trabajadores Peruanos.
Formamos coaliciones con organizaciones agrícolas de pequeños empresarios en defensa del agro.
Nos unimos con organizaciones mixtas como nosotros o exclusivamente indígenas en defensa de nuestra organización colectivista, la comunidad campesina o “ayllu”.

Aprendemos de nosotros mismos y de los otros.

En nuestro logotipo está Tupaq Amaru emblema de la rebelión internacional de nuestra raza y nuestra cultura contra el dominio colonial.
También está José Carlos Mariátegui, el “Amauta” (maestro en lengua quechua), revolucionario teórico y práctico respetado en América Latina, para quien nuestra liberación no sería “calco ni copia sino creación heroica”.

Precisamente la CCP fue gestada en las conversaciones de José Carlos Mariátegui con nuestro fundador, Juan Hipólito Peves acerca de la lucha por la reivindicación del campesinado indígena. Peves era miembro activo del Comité Pro-Derecho Indígena “Tawantinsuyo”.

Así, la CCP nació reivindicando el derecho indígena, practicó y practica esto consecuentemente. Veamos:

Cuando nació nuestra organización el campesinado indígena estaba sometido al servicio gratuito en los latifundios. Las comunidades indígenas de la sierra sufrían el permanente arrebato de sus tierras por parte de las haciendas herederas de los invasores europeos. Los comuneros eran sometidos a todo tipo de exacciones y atropellos por las autoridades y la población no indígena (“mistis”). En la costa el método de opresión era el de “yanaconaje” que era el pago en producto que tenía que hacer el campesino (yanacona) por la renta de la parcela que ocupaba en la hacienda de propiedad del latifundista. El habitante amazónico era desplazado por la usurpación “legal” de sus tierras que hacían los hacendadados.

Fue en lucha contra esos atropellos que se forjó la CCP.
Como mencioné en el capítulo de Reforma Agraria, tuve la suerte de participar personalmente en la gesta que terminó en el Perú con el régimen de hacienda. Los sindicatos campesinos de La Convención éramos miembros de la CCP, así como lo fue el campesinado de todo el departamento del Cusco, vital en ese combate. Fundamos la Federación Departamental de Campesinos del Cusco en plena lucha por la Reforma Agraria. Precisamente en esa época me correspondió asumir temporalmente el cargo de Secretario de Organización de la CCP.

Cuando Velasco subió al poder quiso usar a la CCP en su proyecto de Reforma Agraria. Nuestra organización, aunque concordaba con la liquidación del latifundio, no podía renunciar a su independencia. Se negó a ser instrumento gubernamental. Por lo tanto Velasco tuvo que crear su propia central, así nació la Confederación Nacional Agraria (CNA) a la que proveyó con locales y recursos económicos. Reprimió a la CCP por mantener su independencia. Luego de liberarme de la prisión en la que estuve por mi participación en la realización de la Reforma Agraria en La Convención, como me negué a trabajar al servicio del gobierno, me deportó.

Posteriormente, cuando Velasco fue derrocado por un golpe de derecha y la CNA no quiso someterse a ese gobierno, fue desconocida por él y considerada ilegal. A partir de entonces la CCP lucha por la unificación con la CNA, lo que hemos logrado en diversas bases. Mientras esa unificación no se produzca, consideramos a la CNA como organización hermana y nos esforzamos por coordinar la mayor parte de acciones posible.

Desgraciadamente a veces discrepamos con la CNA, como sucedió en la lucha del campesinado indígena de Puno, levantando como bandera su institución milenaria, el “ayllu” contra las formaciones velasquistas en la lucha arriba mencionada. La CCP defendía el “ayllu” indígena, mientras la CNA estuvo de parte de la institución velasquista defendida también por el gobierno de Alan García.

En aquella oportunidad también fuimos atacados por SL quien estaba en contra de las tomas de tierras por las comunidades campesinas y acusaba a la CCP como “traidora al campesinado pues impulsa un método diferente a la lucha armada”, por esta razón los dirigentes de las tomas de tierra de la CCP tenían que afrontar las prisiones y torturas del gobierno de Alan García y los asesinatos de SL. Porfirio Suni es una heroica víctima de prisión y tortura por parte del sistema y de asesinato por parte de SL.

La CCP impulsa el uso de las lenguas nativas en sus asambleas y actos públicos.

Es importante señalar que ha sido una base de la CCP la que ha elevado a nivel municipal el método democrático indígena del “ayllu”,primeroenel municipio de Limatambo y ahora en el de Anta. Esta es una prueba de alta conciencia de identidad. Precisamente el nombre electoral de la lista fue “Ayllu”, enarbolando con orgullo el emblema de la democracia indígena.

Otra muestra de la conciencia indígena de la CCP es el trabajo de su base, la Federación Departamental de Campesinos del Cusco, por recuperar la tradición de planificación agrícola de nuestra cultura, con el impulso de planificación de la microcuenca de Jabonmayo que ahora se extiende a nuevas zonas.

Ante la noticia de que el parlamento ha de discutir una legislación sobre comunidades, la dirección de la CCP en coordinación con otras organizaciones indígenas y campesinas ha presentado un proyecto de ley en defensa de esa organización, emblema de nuestra cultura, ahora atacada por el neoliberalismo.

Una actividad importante de la CCP, en especial de sus bases del norte del país, es el impulso de las “rondas campesinas”, que son organismos surgidos de las bases campesinas cuyo objeto original fue la defensa contra los ladrones de ganado y que se ha extendido al resguardo del orden público en general.

En el norte del país, donde no existían comunidades campesinas, son la organización campesina. Su extensión a otras zonas se da como la rama disciplinaria de la organización comunal.
Surgió como respuesta a la corrupción, complicidad con la delincuencia e ineficacia de las autoridades judiciales y policiales.

En un principio las rondas fueron calificadas como “ilegales” por el gobierno (más corrupto que las autoridades locales), luego, ante la fuerza, el gobierno tuvo que legalizarlas aunque poniéndoles restricciones. De hecho el conflicto es permanente entre la justicia de la colectividad y la corrupción y venalidad de las autoridades oficiales.

La CCP fue una de las organizaciones más activas en la lucha por la expulsión de la dictadura. Incluso sectores de la clase dominante opuestos a ella, hablaron desde los balcones de nuestro local.
Ahora la CCP juega un rol central en la campaña contra el ALCA y el TLC, dos herramientas del dominio colonial neoliberal destinadas a superexplotar a nuestros pueblos.

Por último menciono la lucha en la que estoy actualmente implicado: La recuperación y el fortalecimiento de la cooperativa campesina Té Huyro cuya industrialización de su producto y el desarrollo de la economía campesina son realizados y dirigidos por la colectividad en forma ejemplarmente democrática.