¿Quién lo dijo y cuándo? "El pueblo de Inglaterra ha sido llevado a
Mesopotamia para caer en una trampa de la que será difícil salir con
dignidad y honor. Nos han engañado ocultando sistemáticamente
información. Los comunicados desde Bagdad son tardíos, insinceros e
incompletos. Las cosas son mucho peores de lo que nos han dicho, y
nuestra administración es más sangrienta e ineficiente de lo que el
público sabe. Hoy no estamos lejos del desastre."

Respuesta: Lawrence (el famoso de Arabia), en el Sunday Times, en agosto
de 1920. Cada una de sus palabras es cierta hoy. Se nos mintió sobre las
armas de destrucción masiva. Se nos mintió sobre los nexos de Saddam
Hussein y el 11 de septiembre de 2001. Se nos mintió sobre los
insurgentes. (¿Recuerdan que eran sólo "remanentes" y "nostálgicos
desesperados"?) Y se nos mintió sobre las mejoras en Irak cuando todo el
país se estaba saliendo de las manos de los poderes de ocupación y del
gobierno de títeres que han instalado. Sospecho que también se nos
miente sobre las elecciones de este mes.

Durante el año pasado hubo evidencia de que todo nuestro proyecto en
Irak es erróneo y sin esperanza, que los ejércitos occidentales, cuando
no están torturando prisioneros, matando inocentes y destruyendo una de
las más grandes ciudades iraquíes, están siendo eliminados por una feroz
guerrilla, una como nunca se había visto en Medio Oriente.

Mis cálculos sugieren -de manera probablemente conservadora, pues nunca
nos enteramos de muchos actos de violencia- que en 12 meses al menos 190
suicidas se han hecho estallar, a veces dos por día. ¿Cómo sucede? ¿Hay
un supermercado de suicidas, disponibles en anaqueles? ¿Qué hemos hecho
para crear esta industria?

En otro tiempo, en Líbano, un atentado suicida ocurría una vez al mes.
En Palestina e Israel, se ejecutaba un ataque así una vez a la semana.
Ahora, en Irak, hay uno o dos al día.

Las tropas estadounidenses envían a casa historias cada vez más terribles
sobre asesinatos sin sentido de civiles por sus fuerzas en poblados y
ciudades de Irak. Aquí, por ejemplo, está la evidencia presentada por el
ex sargento de marines Jimmy Massey, en su testimonio ante una audiencia
en Canadá, a principios de diciembre.

Ante un tribunal canadiense, que deberá decidir si le otorga el estatus
de refugiado al desertor de la brigada 82 aerotransportada, Massey
declaró que él y sus compañeros mataron a más de 30 hombres desarmados,
mujeres y niños, incluyendo a un joven que salió de un auto con los
brazos en alto. "Matamos al hombre", afirmó. "Disparamos a un radio
cíclico de 500 balas por vehículo". También dijo suponer que los
iraquíes que murieron no entendieron los gestos con los que los soldados
les ordenaron detenerse.

En otra ocasión, según Massey, los marines -respondiendo a una bala
perdida- abrieron fuego contra un grupo de manifestantes y transeúntes
desarmados, matándolos a todos. "Estaba yo profundamente preocupado por
las muertes de civiles",
señaló Massey. "Lo que ellos (los marines)
estaban haciendo es asesinato". El desertor de la brigada 82
aerotransportada, Jeremy Hinzman, dijo a la corte: "Se nos ordenó
considerar a todos los árabes como terroristas potenciales, para así
cultivar una actitud de odio que te haga hervir la sangre".

Todo esto, desde luego, es parte de la "información reservada". Tomó
meses para que se hicieran públicos los abusos y torturas en Abu Ghraib,
pese a que la Cruz Roja Internacional ya había alertado de esto a las
autoridades estadounidenses y británicas. También tomó meses para que el
gobierno británico reaccionara a las palizas -y a un asesinato-
perpetrados contra iraquíes indefensos en Basora, caso que se informó por
primera vez en The Independent.

Durante los primeros siete meses del año pasado, las autoridades
insistieron en que aún "controlaban" Irak. Pero cuando yo conduje 112
kilómetros al sur de Bagdad, en agosto último, sólo vi puestos de
control abandonados a lo largo de las carreteras llenas de los restos
quemados de camiones estadounidenses y vehículos policiales.

Aún no se nos dice cuántos civiles murieron en el asalto estadounidense
a Fallujah. Que los estadounidenses afirmen que mataron a más de mil
insurgentes -sólo insurgentes, enfatizan, no había ni un solo civil
entre ellos- es absurdo. Todavía no somos libres de entrar a la ciudad.
Tampoco es probable que nadie más pueda hacerlo, ya que aparentemente
todavía hay insurgentes en la localidad. ¿Por qué los aviones
estadounidenses siguen bombardeando Fallujah, semanas después de que el
ejército estadounidense aseguró haberla capturado? Es difícil, pensando
en todo lo ocurrido durante 2004, pensar que algo no ha salido mal o
empeorado en Irak.

El sistema eléctrico se está colapsando de nuevo, las filas para
conseguir petróleo son más largas que en los días que siguieron a la
invasión ilegal de 2003, y la seguridad es inexistente, con la sola
excepción de la parte kurda, al norte del país.

La propuesta de someter a juicio a los subalternos de Saddam parece cada
vez más un intento de justificar la invasión y distraer la atención de
los horrores por venir. Incluso las próximas elecciones empiezan a
parecer cada vez más una distracción. Si los sunitas no pueden -o no
quieren- votar, ¿qué vale esta elección? Donald Rumsfeld sugirió que las
cosas podrían no resultar de acuerdo a lo planeado cuando antes de las
presidenciales habló de llevar a cabo los comicios "por partes" en Irak. ¿Qué quiso decir?

Sin embargo, los invasores nos dicen que las cosas van mejorando, que
Irak está a punto de ingresar a una hermandad de naciones. Bush
inclusive fue releecto después de decir esta mentira. Las bolsas con
cadáveres están regresando a casa con mayor frecuencia que nunca. Se
supone que no debemos preguntar cuántos iraquíes mueren, pero aun así se
nos dice que la invasión valió la pena, los iraquíes están mejor, la
seguridad mejorará y -ésta es mi favorita- que la situación empeorará a
medida que se aproximen las elecciones.

Es la misma vieja historia que Bush y Rumsfeld usaron la pasada
primavera: las cosas están mejorando y es por esto que los insurgentes
generan tanta violencia. En otras palabras; entre mejor vayan las cosas,
más van a empeorar. Cuando uno lee estos absurdos en Washington o en
Londres, se les puede hallar algún sentido. En Bagdad es la locura. Yo
no le diría esto a los jóvenes soldados estadounidenses a quienes
Rumsfeld informó, con enorme arrogancia, que "se va a la guerra con el
ejército que se tiene".

Sería agradable poder dar noticia de alguna felicidad en algún lugar de
Medio Oriente. ¿Elecciones palestinas en Año Nuevo? Bueno, sí. Pero si
el gris y antidemocrático Mahmoud Abbas es lo más a lo que los
palestinos pueden aspirar después del demasiado colorido Yasser Arafat,
en-tonces sus oportunidades de lograr un Estado son tan deprimentes como
cuando Arafat residía en su búnker de Ramallah.

El primer ministro israelí, Ariel Sharon, no está tratando de retirar de
Gaza asentamientos judíos ilegales porque quiera ser bueno con los
palestinos, y las desdeñosas declaraciones de su vocero sobre
Cisjordania -afirmó que el repliegue de Gaza "conservaría en formol" la
estadidad palestina- no sugiere que vayan a recibir nada de los
ocupantes. Esto significa, de una forma u otra, que la intifada volverá
a comenzar. Llegando a ese punto, los israelíes se quejarán que Abbas
"no puede controlar a su propia gente", y entonces israelíes y
palestinos volverán a su conflicto sin esperanza.

Es imposible reflexionar sobre el año en Irak sin darnos cuenta de lo
profundamente que la lucha israelí-palestina afecta a todo Medio
Oriente. Los iraquíes siguen la batalla palestina con gran seriedad. El
apoyo de Saddam a los palestinos era una de las cosas con que muchos
iraquíes se podían identificar, por más que detestaran a su dictador. Y
dudo mucho que la técnica del atacante suicida hubiera madurado tan
rápidamente en Irak sin el precedente de los suicidas palestinos, y
antes de ellos los de Líbano.

Esta capacidad de sentar precedentes en los acontecimientos en Medio
Oriente -y no los míticos "combatientes extranjeros" del mundo de
fantasía de Bush- es lo que está costando tanta sangre en Irak. Cuando
Sharon trata de impedir la estadidad palestina, los iraquíes recuerdan
que el aliado más cercano del gobernante está representado en Irak por
un ejército que la mayoría del pueblo considera de ocupación. Cuando las
fuerzas estadounidenses aprenden de los israelíes sus técnicas de combate
a la guerrilla, cuando bombardean casas desde el aire, cuando abusan de
prisioneros, cuando construyen barricadas de alambre de navaja alrededor
de las aldeas recalcitrantes, ¿es de sorprender que los iraquíes traten
a los estadounidenses como suplentes de los israelíes?

No necesitamos la evidencia del ex marine Massey para demostrar lo
brutales que se han vuelto los ejércitos de ocupación, y lo irrelevante
que es el gobierno "interino" de Irak en realidad. En Washington o en
Londres estos "ministros" juegan el papel de hombres de Estado, pero en
Bagdad, donde viven escondidos entre los muros de su pequeño y peligroso
enclave, tienen tanto estatus como alcaldes rurales. Además, ni siquiera
pueden negociar con sus enemigos.

Esto nos lleva a un hecho fundamental sobre el pasado año de caos,
anarquía y brutalidad en Irak. Todavía no sabemos quiénes son nuestros
enemigos. Con excepción del nombre "Zarqawi", los estadounidenses -con
todos los miles de millones que le han aventado a la inteligencia, al
sistema de red computacional de la CIA, y los enormes pagos a sus
informantes-, simplemente no saben contra quién están peleando. Han
"re-capturado" Samarra tres veces, y la vuelven a perder. Ni siquiera
pueden controlar las calles principales de Bagdad.

¿Quién hubiera creído, en 2003, que las fuerzas estadounidenses que
ingresaron a Bagdad, dos años más tarde estarían envueltos en la mayor
guerra de guerrillas desde Vietnam? Quienes predijeron que esto
sucedería -The Independent, entre ellos- fueron tachados de negativos,
profetas de la fatalidad, pesimistas. Irak está probando de nue-vo lo
que debimos haber aprendido de Líbano y Palestina en relación a Israel:
los árabes han perdido el miedo. Ha sido un proceso lento. Hace un
cuarto de siglo vivían encadenados, aterrorizados por ocupadores y
regímenes represivos. Eran una sociedad sumisa y hacían lo que se les
decía. Ya no.

El mayor desarrollo en Medio Oriente durante los últimos 30 años fue que
los árabes se sacaron el miedo. El temor, ya sea al ocupante o al
dictador, no es algo que se pueda volver a inyectar a la gente. Sospecho
que esto fue lo que ocurrió en Irak. Los iraquíes simplemente no están
preparados para vivir con miedo otra vez. Saben que sólo pueden confiar
en sí mismos. Nuestra traición al convencerlos de rebelarse contra
Saddam se los comprobó, y se niegan a ser intimidados por sus ocupantes.
Fuimos nosotros quienes les advertimos sobre los peligros de una guerra
civil, aunque nunca antes existió en Irak una guerra de ese tipo.

Como pueblo, los iraquíes han visto a los occidentales aparecerse por
miles para ganar dinero a costa de un país que ha sido derrotado por una
dictadura corrupta y las sanciones de la ONU. ¿Es acaso de sorprender
que los iraquíes estén enojados? El columnista estadounidense Tom
Friedman, en uno de sus artículos menos mesiánicos, hizo una buena
pregunta antes de la invasión de 2003. ¿Sabe alguien cuántos murciélagos
saldrán volando de la caja en cuanto lleguemos a Bagdad? Bueno, pues
ahora ya lo sabemos. Por lo tanto, debemos repetir la escalofriante
aseveración de Lawrence, sin las comillas ni la fecha de 1920. No
estamos lejos del desastre.

Publicado por The independent y La Jornada

Traducción: Gabriela Fonseca