Don Pedro Casaldáliga

Ambigüedad, es esa la marca del gobierno Lula, en opinión de Don Pedro
Casaldáliga, Obispo de São Felix do Araguaia (Mato Grosso) y
una de las figuras más importantes de la historia reciente
de la Iglesia en el Brasil y en América Latina. Ambigüedad
por tener dos pesos y dos medidas en relación con las áreas
económica y social: "Hay ministerios de primera y segunda
clase",
dice, en entrevista a Brasil de Fato.

Debido a una política conservadora en el campo económico y al sometimiento al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a
otros organismos financieros internacionales, el clima es de
decepción, sobretodo entre aquellos que apostaban que el
país saldría de una vez por todas de una "política de
freno", evalúa el Obispo, que está a la espera de un sucesor
desde hace dos años. Con la salud debilitada por el mal de
Parkinson y la alta presión, él lamenta: "el pueblo había
conquistado el poder por medio de Lula y del PT, pero ha
sido decepcionado".

- ¿Cómo está la situación de los Xavante en la tierra
indígena Marãiwatsedé?

- Continúa de la misma manera. La novedad es que la Policía
Federal y el Instituto Nacional de Colonización y Reforma
Agraria (INCRA) situaron un área para hacer un catastro de
los que serían "clientes de la Reforma Agraria": los
ocupantes blancos. El prefecto del Alto de Boa Vista y el
presidente de la asociación de los hacendados del área
impidieron el catastro. Después, vino una nueva orden del
juez para que se realizara el catastro, y todavía no se ha
hecho nada.

- ¿Las amenazas de muerte contra usted y otros que apoyan a los Xavante continúan?

- En octubre, dos jóvenes Xavante fueron baleados y también
hubo conflictos entre ocupantes blancos e indios. Al
momento, no hay un clima abiertamente agresivo, hay más una
especie de expectativa, desconfianza. Entre los Xavante hay
una postura firme de que ellos están en su tierra y van a
ocuparla. Pero desgraciadamente la política indigenista, la
política rural y la reforma agraria, en este gobierno se
empuja con la barriga.

- ¿Qué otras críticas hace al gobierno Lula?

- Tengo que
reconocer que el gobierno está siendo neoliberal. El indio
no produce, el indio no planta soya, no exporta. En la
visión del gobierno, el indio molesta a las transnacionales,
a las madereras, a las mineras. El indio ya, por su
historia, su naturaleza, es antineoliberal.

- Recientemente, en el mismo día en que el ministro de
Justicia, Márcio Thomas Bastos, visitaba Roraima, hubo un
atentado a un líder indígena de la región. ¿Las milicias de
derecha se reorganizaron en el gobierno Lula?

- En el caso de Roraima, la situación se mantiene igual, y a
hasta cierto punto empeoró. Hubo tres agresiones en esos
días (finales de noviembre), y va pasando el tiempo y se
justifica la presencia de los invasores, se va ratificando
que se plante, que se construya. No se enfrenta la política
indigenista. ¿La misma cosa se puede decir de la reforma
agraria?

También. Felizmente, en el caos de la reforma agraria,
está el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST),
que advierte, que obliga, que fuerza. Mas estamos en un
clima de amenazas, hasta de masacre, como lo ocurrido en
Felisburgo (Minas Gerais). Hoy, hablar mal del agronegocio
se ha convertido en pecado mortal. Cuando, de hecho, el
agronegocio, tal como se está presentando -y yo puedo dar
testimonio del agronegocio de la soya, aquí en el Mato
Grosso-, es un desastre ambiental que termina por ser
económico, también. Cinco años después, no dejó nada. Aquí
en nuestra región estamos experimentando el destrozo que se
hizo con lo poco que quedaba de bosque.

- ¿Quien se está beneficiando directamente con el negocio de
la soya en la región?

- Puede haber agronegocio en un país, se puede plantar soya.
Pero no en términos de un monocultivo desenfrenado, sin
consideración con el ambiente, la salud, con la intención
exclusiva de exportar, dejando millones con hambre. No
estamos contra el agronegocio, la industria rica, ni contra
la máquina, solo que debe tomarse en cuenta la salud de la
población y el ambiente.

- En cuanto a la plantación de los transgénicos, ¿se puede
que las apuestas hechas por los movimientos sociales en el
gobierno Lula están perdidas?

- Sobre los transgénicos, nadie tiene la última palabra. Por
eso mismo, es necesario tener prudencia política e ir con
cuidado en ese asunto. Entretanto, haya algún tipo de
inseguridad no se pueden abrir las puertas como se abrieron
y se abren cada vez más. Habremos de pagar daños futuros.
Pero, como la política oficial del gobierno hoy es
economicista, prioriza la exportación, está sometida al FMI,
que un tipo de hegemonía económica en el continente y en el
mundo, entonces se prescinde lo que serían advertencias más
saludables, en términos de preservación del ambiente, en
términos de entrar en el Centro-Oeste y en la Amazonía, de
modo gradual, discreto, pensando incluso en un futuro
sustentable.

- Entonces, ¿se puede hablar de una política entreguista?

- Durante el gobierno de Fernando Enrique Cardoso, yo
siempre hablé que se levaba a cabo una política entreguista,
y eso continúa. Hay crisis en la política de reforma
agraria, las cifras del empleo parecen un poco más
optimistas, pero son empleos transitorios.

- ¿El espectáculo del crecimiento no está sucediendo?

- Con dos años de gobierno queda claro que hay dos clases de
ministerios: los de primera clase, que son los económicos y
los economicistas, y los ministerios de segunda clase: los
típicamente sociales. Frey Betto salió del gobierno, como
otras figuras importantes del Partido de los Trabajadores,
que se desvincularon principalmente por el desvío en la
política del partido. Todo mundo tuvo paciencia y esperanza
en los dos primeros años, ahora muchos se cansaron.

- ¿Usted también se cansó de tener esperanza en Lula?

- Mi esperanza no se cansó porque yo no tengo fe en Lula,
pero si en el Dios de la vida y tengo fe en el pueblo. Tengo
cariño y respeto por el presidente, pero tengo libertad para
criticarlo duramente.

- ¿A qué se debe esa posición ambigua del gobierno?

- Si usted se somete al FMI y a las políticas del Banco
Mundial, usted solo puede actuar así, no tiene otra
alternativa. Lula considera unos elementos de la política
económica neoliberal muy eficaces. Y el escucha mucho ese
lado.

- ¿Ese conservadurismo en la economía también avanza en las
políticas de alianzas partidarias?

- Cuando, a lo largo de los meses, revisamos las noticias
del Congreso, de alianzas con figuras hegemónicas hasta del
periodo de la dictadura militar y que ahora están ahí,
confabulándose con el gobierno; cuando se hacen ciertos
tipos de alianzas y concesiones, entendemos perfectamente
que el viraje puede ser hacia la derecha.

- ¿Y cuáles son las perspectivas para los próximos dos años
de gobierno?

- Sigo creyendo en Dios y en el pueblo. Los
movimientos populares están ahí, presentes: los estudiantes,
los sindicalistas, los sin tierra, los amigos de Lula,
reclamando con palabras más fuertes. Concretamente vamos a
tener el Foro Social Mundial (del 26 al 31 de enero, en
Porto Alegre). Tuvimos una lección en las elecciones, el PT
ganó muchos municipios pero perdió otros importantes. El
pueblo, obviamente, no debería estar muy satisfecho. Hay
también actitudes personales, porque la prefectura de São
Paulo se perdió, a pesar de toda la inversión. Porto Alegre
también se perdió, como Goiãnia. No es que el partido esté
totalmente desmoralizado, pero escucho a muchos dentro del
PT que no están nada satisfechos.

- Que posición deberían adoptar los movimientos sociales en
relación al gobierno en 2005?

- Deben continuar organizándose, hacer reivindicaciones
concretas y mayores, se deben interrelacionar, para que no
empujen cada uno por su lado. Más que los movimientos
sociales reivindicando por su categoría, es necesario una
movilización popular social, con reivindicaciones mayores,
con denuncias contra el desempleo y la política de intereses
altos, en defensa del salario digno, de la reforma agraria.

- Algunos estudiosos reconocen que en América Latina hay un
viraje a la izquierda, con las elecciones de Lula, Hugo
Chávez, en Venezuela, Néstor Kirchner, en Argentina, y
Tabaré Vázquez, en Uruguay. ¿Cómo clasifica esta nueva
izquierda?

- Llevamos siglos de derecha, eso no cambia de un momento a
otro. Nuestras oligarquías, elites, están ahí desde hace
muchos siglos. Son como camaleones, se adaptan, pero
continúan defendiendo sus privilegios. Son caciquistas,
herederos familiares en la política, dueños de las tierras y
de los bancos.

- ¿La política externa del gobierno Lula es también
entreguista?

- Si, está sometida al FMI y al Banco Mundial. Hay una gran
facilidad para el capital extranjero que entra al país, no
solo de Estados Unidos, sino también de los países europeos,
China, Rusia. Estoy a favor del intercambio cultural,
político y económico, pero dentro de ciertas normas que
respeten la casa. Mientras se van creando empresas de
agronegocios, todas las transnacionales, sumen muchas
microempresas, se han perdido muchas pequeñas propiedades
rurales. Se cuenta mucho lo que se hace, pero no se dice
nada sobre lo que se deshace.

- Frente a ese cuadro, ¿se puede afirmar que no hay un
proyecto alternativo de sociedad para el Brasil?

- Tal como funciona, no. A pesar de los muchos encuentros, textos
creados en los últimos años queriendo un proyecto para el
Brasil, todavía somos más que obedientes al FMI. La propia
clase media del país está siendo desfigurada. Las
transnacionales y las grandes empresas están satisfechas.
Queremos resolver la violencia allá en Haití, pero, ¿y aquí?
Es lamentable que haya mucha impunidad.

- La reforma de lo Judicial puede ayudar a combatir la
impunidad?

- Hay mucha lentitud y ambigüedad en ciertos sectores de la
justicia, y muchos fraudes están siendo revelados en los
medios de comunicación. La reforma en lo judicial es
esencial, así como una reforma política, de los partidos,
por ejemplo. Porque yo siento que las estructuras son
deficientes, maleables. El poder judicial es extremadamente
absoluto, se juzga a si mismo.

- ¿Hay algo positivo de destacar en el área social del
gobierno Lula?

- Si, el Hambre Cero, la Bolsa familiar, son muy
importantes, pero tienen carácter emergente. Atender las
emergencias es fundamental, pero es necesario reformar la
estructura: otro poder judicial, otra política, otro
ministerio de hacienda, atender de forma más directa los
movimientos populares, a los sindicatos, propiciar la
participación de los municipios y Estados, resolver el
problema de esas autarquías, hoy impotentes: el INCRA, el
Instituto Brasileiro del Medio Ambiente (IBAMA) y la
Fundación Nacional del Indio (FUNAI). En la práctica, ellas
no tienen poder alguno.

- ¿Cuál es la posición de la Iglesia?

- La Iglesia, en general, ha estado muy correcta, pues tanto
los amigos como los enemigos de Lula vienen haciendo
críticas, exigiendo al gobierno, inclusive en términos de
reforma agraria. La Iglesia ha respaldado al MST, y la
Conferencia Nacional de Obispos del Brasil ha sido bastante
crítica.

- ¿Cual es la marca de los dos años de gobierno Lula?

- La ambigüedad. Por toda la política hecha hasta ahora. Por
ser un partido de izquierda, pero que en la práctica es más
de derecha. Ese es un sentimiento muy generalizado, de
colegas obispos, religiosos, sindicalistas, intelectuales,
del pueblo. Todos repiten aquella expresión triste de que
todos los políticos son iguales. Es lamentable, pues ya
habíamos conseguido hacer que el país saliera de una
política de estancamiento. El pueblo había conquistado el
poder por medio de Lula, y del PT, pero fue decepcionado.

Pedro Casaldáliga es Misionero de la Orden de los
Claretianos, el catalán Don Pedro Casaldáliga, 77 años, está
al frente de la Prelatura de São Felix de Araguaia (Mato
Grosso) desde hace más de 30 años. Fue el primero en
denunciar la existencia del trabajo esclavo en Brasil, en
1971. En el mismo año divulgo la primera carta pastoral,
"Una Iglesia de la Amazonía", en conflicto con el latifundio
y la marginación social.

A partir de esas denuncias, la
prelatura se volvió referencia para los movimientos de
oposición a la dictadura, pero también fue blanco de ataques
por el acto de ser señalada como foco de la guerrilla. Don
Pedro Casaldáliga fue preso y torturado por los militares.

Traducción: ALAI