Alejandro Toledo cree que engaña a la ciudadanía cuando, a través de sus esbirros, ordena a la prensa propalaciega que hable de vacancia presidencial. ¿De cuándo acá la noche del martes y la mañana del miércoles, radios y estaciones televisivas se dedican profusamente al tema? Eso solo tiene el objetivo de hacer abortar el debate. O, en su defecto, saturar y luego dilatar el caso que le da sustento (la "fábrica de firmas" de Perú Posible) bien por el lado de un Congreso sumiso o de un Poder Judicial permisivo.

Ya muy pocos dudan que el actual gobierno es producto de la falsificación masiva de firmas. Lo dice hasta el vergonzante atestado policial que fue presentado a la Fiscalía por mero cumplido. Todo esto abona a que la calle limeña mire con desdén hipócrita a Toledo y las provincias simplemente lo desprecien. Más del 90 por ciento de la población quiere que se vaya.

Pero hay dos elementos que lo mantienen: primero, la embajada norteamericana, que considera al de Cabana como su mejor pelele para conseguir un TLC totalmente a su favor. También venden la idea que el TLC y Toledo son sinónimos de democracia. Segundo, la casta política, la partidocracia, la misma que no tiene ninguna voluntad real para desentrañar el caso de las firmas falsas, sobre todo en su arista, Carmen Burga.
Y es que si se logra desentrañar el dispositivo Burga, más allá de sus mentirillas en un canal de señal abierta, la vacancia presidencial sería un hecho. Pero la oposición light no quiere cruzar en Rubicón por nada del mundo, con excepción del legislador Rafael Rey. Pretextos no faltan: los 80 votos que se deben conseguir en el Congreso, por ejemplo.

No deberían tener pánico, sin embargo, porque la vacancia implicaría que se haga cargo del despacho presidencial David Waisman o el titular del Congreso, Antero Flores-Aráoz, y al día siguiente habría una distensión del clima político cada vez más enrarecido, con el agregado que la economía seguiría por su propio rumbo positivo. Y de yapa los legiferantes se mantendrían hasta el 2006.

Pero no. Temen que la vacancia del inquilino precario de Palacio arrastre a todos. Entonces perderían sus privilegios, sus jugosos sueldos que jamás se han visto en la historia de la administración pública, etc., etc.

Y las mismas circunstancias en el Ejecutivo. ¿Usted cree, amigo lector, que un "embajador" va a querer perder 9,500 dólares de sueldo mensual y 40 mil dólares de gastos operativos, amén de sus ocupaciones de lobista, que es el plato fuerte de sus corruptelas? No pues.

¿Los del Ejecutivo van a soltar los negociados de Camisea, los bonos de inversión, los seguros y reaseguros, los del petróleo, en que está metido el entorno presidencial foráneo, y, últimamente, los de las armas, en que también está otro grupo similar? Simplemente no.

No es pues " democracia" ni los "plazos constitucionales" lo que ellos defienden, sino meros intereses terrenales y algunos de baja ley.

De forma que la prensa oficialista es la mera prolongación de los intereses del Parlamento y el Ejecutivo, habiendo salido a hablar de vacancia con el único objetivo de ahogarla en el camino. Forma parte, además, de la vieja costumbre de Toledo, de adelantarse a los hechos. Como en aquella oportunidad en que se fue de putas y les daba la primicia, diciendo "me van a sacar eso y esto...".

Así, no nos engañemos. Lo que hay hasta ahora son gestos para la platea, para el circo, como se puede ver en la detención domiciliaria de Margarita Toledo y otros con un mero auto apertorio de instrucción. Conociendo al juez Saúl Peña Farfán, su modorra llevaría a fallar en primera instancia en unos dos años y hasta eso ya pasaría de largo el 28 de julio del 2006, fecha en que el falsete debe irse de Palacio. De forma que este camino está cerrado para efectos de vacancia. Es más, tampoco podría procesarlo y menos condenarlo, a tenor del blindaje que le otorga el artículo 117 de la Constitución vigente. Sin embargo, el Congreso sí puede investigarlo por su función inherente del control político, tal como lo establecen los artículos 113 y 97 de la mencionada Carta.

Pero los congresistas, repetimos, no tienen voluntad política para proceder. Como los gringos, quieren hacernos creer que democracia es sinónimo de Toledo. Prefieren defender sus privilegios y dejar que soterradamente avance la ira social y las montoneras que desde el Perú profundo se alzan con diferentes envolturas: anteayer Ilave y ayer Andahuaylas. No se dan cuenta que el objetivo es sepultarlos de una buena vez y firmar un nuevo contrato social vía una Asamblea Constituyente que alguna vez redima al Ande con Lima. O el campo y la selva con una capital supercentralista. Así están las cosas.