Creada en 1910 a iniciativa del fabricante de hierro Andrew Carnegie, la fundación que lleva su nombre se convirtió en el transcurso de un siglo en uno de los más ricos think tank (centro de investigación, propaganda y divulgación de ideas, generalmente de carácter político) del mundo. Dirigida por una larga sucesión de ex dirigentes de los servicios secretos y orgánicamente vinculada a unas cincuenta transnacionales, la Carnegie realiza investigaciones en el campo e la política internacional y promueve las políticas económicas «liberales» en Rusia y América Latina.
Considerado a principios del siglo XX como el hombre más rico del mundo, Andrew Carnegie encarna el sueño americano en el transcurso de la revolución industrial. Nacido en Escocia en 1835, en una familia de tejedores, emigró con su familia a los Estados Unidos en 1948. Después de haber trabajado como molinero en Pittsburg desde los trece años, entró a la Compañía de Ferrocarriles de Pensilvania donde ocupó rápidamente distintas responsabilidades.
Durante la Guerra de Secesión (1861-1865, o guerra civil de los EEUU) supervisó el transporte ferroviario de las tropas del Norte y al final de las hostilidades hizo fortuna al abandonar la Compañía de Ferrocarriles y dedicarse a la construcción de puentes de hierro para sustituir las obras en madera.
Siempre en pos del progreso técnico, abandonó rápidamente esta actividad para dedicarse a la producción de acero, convirtiéndose en el más importante maestro herrero del mundo.
Industrial atípico, Andrew Carnegie defendió el derecho de sus obreros a sindicalizarse mientas les imponía muy duras condiciones de trabajo. Adepto al darwinismo social de Herbert Spencer, estaba convencido de que la mayoría de la gente puede hacer fortuna si dispone de la educación necesaria y tiene el coraje, aunque concebía como una obligación de los ricos el auxilio a los pobres.
Financió la construcción de tres mil bibliotecas públicas que ofreció a colectividades locales y fundó un instituto de tecnología en Pittsburg, hoy nombrado Carnegie Mellon University. Convencido del valor del derecho internacional para resolver los conflictos entre las naciones financió la construcción del Palacio de la Paz de La Haya, destinado a albergar la Corte Internacional de Justicia.
Vinculado al Partido Republicano, decidió en 1910, a la edad de 75 años, crear el Fondo Carnegie para la Paz Internacional (Carnegie Endowment for International Peace - CEIP) aconsejado por sus amigos Elihu Root (ex secretario de Guerra de William McKinley y ex secretario de Estado de Theodore Roosevelt) y Nicholas M. Butler (rector de la Columbia University). Carnegie apreciaba a Root, que había sido uno de los principales promotores de la Corte de La Haya y lo hizo director de su fundación. Poco después, en 1912, Root recibió el Premio Nobel de la Paz.
Sin embargo, su concepción de la paz debe ser situada en el contexto de entonces. William McKinley desencadenó la guerra contra España para «liberar» a Cuba y a Filipinas, mientras que Theodore Roosevelt (Premio Nobel de la Paz en 1906) anexó Panamá e invadió Santo Domingo y Honduras. Todo esto, claro está, en nombre de la lucha contra la colonización europea.
Inicialmente la fundación estaba dividida en tres departamentos:
– Derecho Internacional y Solución de Conflictos;
– Causas y Consecuencias de la Guerra;
– Cooperación y Comprensión Internacional.
Sea como fuere, estos esfuerzos no logaron detener el proceso que condujo a la Primera Guerra Mundial. Andrew Carnegie le encargó al rector de la Columbia University, el político republicano Nicholas M. Butler, que creara una sección europea de la Fundación con sede en París. Carnegie murió en 1919 luego de haber vendido sus siderúrgicas al banquero J. P. Morgan y, en 1925, Butler sucedió a Root como director general. La Fundación Carnegie militó por la firma del Pacto Briand-Kellog en contra de la guerra y Buttler obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1931.
Paralelamente, en 1919, Elihu Root creó el Consejo para las Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations - CFR) para el que la fundación dio el principal financiamiento [1].
En 1946 Butler sale de escena, dando paso a John Foster Dulles (presidente del Consejo Nacional de Iglesias, embajador en las Naciones Unidas y futuro secretario de Estado), mientras que Allen Dulles (ex dirigente de la OSS y futuro director de la CIA) es electo presidente del CFR. Las actividades de ambos hermanos son fuertemente apoyadas por la Fundación Rockefeller cuya presidencia ocupa John Foster en 1948.
A inicios de los años 70, Thomas L. Hugues (ex director del servicio secreto del Departamento de Estado) pasa a ser presidente de la Carnegie Endowment for International Peace (CEIP), mientras que Milton Katz (ex agente de la OSS y luego responsable de los programas conjuntos de la Fundación Ford y la CIA) [2] y posteriormente John W. Douglas (ex secretario adjunto de Justicia) ocupan puestos de director.
La Carnegie interrumpe su publicación insignia, la revista de derecho International Conciliation y adquiere Foreign Policy, la revista fundada por Samuel Huntington [3] cuya sede es transferida de Nueva York a Washington.
En 1971 la Fundación crea la Arms Control Association y al año siguiente el German Marshall Fund of the United States, un think tank trasatlántico subvencionado por la República Federal de Alemania. En 1981 incuba el Institute for International Economics, un centro de investigación sobre los efectos positivos de la globalización.
En 1991, mientras que desparecía la Unión Soviética, Morton I. Abramowitz (ex director de los servicios secretos del Departamento de Estado de los EEUU) es electo presidente de la Fundación Carnegie, quien designa como director a Robert Carswell (un ex agente de la Oficina de los Servicios Secretos del Navy y principal negociador durante la crisis de los rehenes en Irán).
En 1993 la Carnegie abre una filial en Moscú que asesora y asesoró al presidente ruso Boris Eltsin en el proceso de privatización de la economía ex soviética a través de personas como Yegor Gaidar, lo que le vale ser acusada de Caballo de Troya de la CIA. La Fundación crea también el Grupo de los 50, que reúne a los patronos de cincuenta transnacionales en operaciones en América Latina. Este club asesora a diferentes gobiernos y promueve el proyecto de Área de Libre Comercio de las Américas [4]. Es conducido por el ex ministro venezolano de Comercio e Industria, Moisés Naím, quien es además director del Foreign Policy.
En 1997 es electa presidenta Jessica T. Matthews (ex directora de Asuntos Globales en el Consejo de Seguridad Nacional), quien rápidamente nombra como director a William H. Donaldson (miembro de los Skull & Bones [5] e íntimo de la familia Bush, futuro presidente de la Comisión de Operaciones Bursátiles - SEC). Este nuevo equipo se enfrasca en la transformación de Foreign Policy en una revista para el público general y trata de implantar en China una filial comparable a la que tiene en Rusia, para lo que establece relaciones con el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela del Partido en Pekín y con la Academia de Ciencias Sociales de Shangai.
La Carnegie es actualmente una de las fundaciones más ricas de los Estados Unidos. Emplea a 150 investigadores y edita numerosos informes. Foreign Policy se publica ahora no sólo en inglés, sino en seis versiones en árabe, español, griego, italiano, portugués y turco, con un total de 170 mil ejemplares. Es el único think tank norteamericano especializado en política exterior destinado a un público global.
[1] «Cómo el Consejo de Relaciones Exteriores determina la diplomacia norteamericana», Voltaire, 19 de agosto de 2004.
[2] «La Fundación Ford, fachada filantrópica de la CIA», Voltaire, 31 de enero de 2005.
[3] «La guerra de civilizaciones», por Thierry Meyssan, Voltaire, 4 de diciembre de 2004.
[4] «Chávez: "El ALCA no es una solución para nuestros pueblos"» Voltaire, 27 de noviembre de 2003, y «Rebelión en la cumbre de las Américas» Voltaire, 16 de enero de 2004.
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